El tratamiento de la Ciencia Cristiana es único entre los sistemas de curación. No es una técnica material. No involucra ejercicio de la voluntad humana. No incluye medicamentos ni manipulación del cuerpo.
El tratamiento cristianamente científico es oración. Oración que reconoce la perfección de Dios y del hombre tan completamente, y niega las pretensiones de la mortalidad tan eficazmente, que la salud y la buena moral recuperan su lugar natural en nuestra vida. No hay fórmula que memorizar para dar tal tratamiento. Éste nace de la inspiración divina, del pensamiento espiritualmente original.
El impulso principal del tratamiento eficaz procede de nuestro discernimiento de la totalidad de Dios. Esto es básico en las enseñanzas de la Ciencia. Dios es infinito. El Espíritu es la sustancia de todo el ser; da significado a toda la existencia. Una convicción de esta verdad, inundando la consciencia, es esencial para la curación. Sólo si admitimos de buen grado la totalidad del Espíritu tenemos una base para reconocer la perfección del hombre.
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