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[Original en español]

Soy feliz de ser un estudiante de la Ciencia Cristiana*.

Del número de septiembre de 1981 de El Heraldo de la Ciencia Cristiana


Soy feliz de ser un estudiante de la Ciencia CristianaChristian Science (crischan sáiens). Tengo en mi casa un cuarto exclusivamente para la lectura de la literatura de esta Ciencia. Mediante el estudio de la Biblia y de Ciencia y Salud con Clave de las Escrituras por Mary Baker Eddy, he sanado de muchas enfermedades, algunas de ellas crónicas. Una comprensión de la Ciencia también me ha sido útil para mis actividades comerciales: agrícolas y ganaderas. Durante épocas de plaga y de sequía, he comprendido efectivamente la verdad del absoluto dominio de Dios, Espíritu, sobre toda Su creación. El resultado ha sido siempre un buen rendimiento de cosechas y ganado. Mis vecinos decían que yo tenía un Dios especial, pero yo sabía muy bien que la ley divina opera de manera imparcial para bendecir a todos por igual; sólo es menester tener una comprensión espiritual de la naturaleza infinita de Dios y una confianza absoluta en Su supremacía.

A pesar del estudio de Ciencia Cristiana, persistía en mí el deseo por el alcohol, el cigarrillo y los juegos de naipes. Yo quería corregir esta tendencia en mí, pero no me parecía posible. De pronto ocurrió algo imprevisto. Los dueños de los campos que yo arrendaba me pidieron que se los entregara. Ante tan grave problema, me aferré a las verdades que encontré en la Biblia y en Ciencia y Salud. Comprendí que Dios es el único que gobierna y que tiene todo el poder, y que en mi verdadero ser, como idea de Dios, yo tenía la constante guía de la Mente divina. Al aceptar yo la dirección infalible de la Deidad, el temor desapareció. Se me permitió continuar trabajando en los campos, y la necesidad que yo tenía de un ingreso adecuado fue resuelta armoniosamente.

Además recibí una bendición adicional. Mi estudio consagrado de la Ciencia Cristiana transformó en tal forma mi consciencia que ya no deseé más el estímulo material del alcohol o del cigarrillo, ni necesité de los juegos de naipes para satisfacerme. En vez, encontré satisfacción verdadera, gozo y bienestar en el conocimiento de Dios, en un mayor entendimiento de la omnisciencia de la Mente divina y de la omnipresencia del Amor inmortal. Como nos recuerda la Sra. Eddy: “Alegría al abandonar las falsas señales del camino y regocijo de verlas desaparecer, — he aquí la actitud que contribuye a adelantar la armonía final” (Ciencia y Salud, pág. 324).

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