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El modo victorioso de vencer desafíos

Del número de septiembre de 1981 de El Heraldo de la Ciencia Cristiana


Es propio de la naturaleza de la mente carnal oponerse a la espiritualidad, a la cual teme. Podemos hallar fortaleza y aliento viendo cómo enfrentaron esta oposición aquellos que nos han precedido.

Cristo Jesús tenía confianza en la totalidad del poder de Dios y en la capacidad, que por ser el Hijo de Dios, él tenía para expresar este poder, que los ataques agresivos del mal se convirtieron en peldaños hacia la victoria. La idea-Cristo se hizo más clara a la comprensión humana debido a la crucifixión, probando que Dios, el bien, es omnipotente y que Su ley es una ley de vida y salud para el hombre.

Nosotros también podemos encarar cada desafío con la seguridad de que el progreso espiritual es nuestro modo de responder a cualquier ataque del mal.

Aprendemos con el ejemplo de Jesús que el mal, ya sea en la forma de enfermedad, pobreza o pecado, es incapaz de resistir al Cristo, la Verdad, la realidad espiritual de la bondad de Dios y de Su poder para preservar la perfección. Al aplicar la ley de Dios para corregir la creencia en crueles, mal llamadas leyes materiales, el resultado es la victoria y la idea-Cristo se eleva más en nuestras propias vidas.

La oposición del mal es siempre la enemistad de la mente carnal contra Dios y contra todo lo semejante a Dios, no personalmente contra nosotros. Ésta es la causa por la cual el mal fracasa antes de comenzar su propósito. Nada puede oponerse exitosamente a la omnipotencia de Dios, un hecho que podemos probar.

El anticristo persiguió a Jesús con todas las armas que podía esgrimir. El mal atacó su espiritualidad, el Cristo, la Verdad, que él demostró, y, por ende, el mal se destruyó a si mismo. Cuando la luz y la oscuridad se encuentran, no hay duda alguna sobre cuál desaparece. El mensaje espiritual y el mensajero están a salvo.

El libro del Apocalipsis profetiza el cumplimiento de la promesa de Jesús: que el Cristo, la Verdad, vendría nuevamente a la humanidad como el Consolador y los poderes de la oscuridad nuevamente intentarían destruirlo. ¿Qué efecto tuvo esta oposición sobre la pretendida víctima? La idea-Cristo fue arrebatada “para Dios y para su trono”, Apoc. 12:5. quedando a salvo para la eternidad.

Con la revelación de la Ciencia CristianaChristian Science (crischan sáiens), la luz ha llegado a nuestro mundo con tal claridad, que ha provocado en el mal una desesperada y maliciosa oposición al Cristo. Si la curación que ha resultado de la aplicación de la Ciencia no fuese lo suficientemente buena para destruir el mal, el error no intentaría detener la actividad de la Verdad.

¿Cómo interpretamos las dificultades que se nos presentan? ¿Como el tronar de la persecución o como la destrucción del mal que presagia la victoria? Nuestra decisión determina lo que la experiencia significará para nosotros. Nuestra actitud puede ser victoriosa desde el comienzo. “En toda contienda victoria obtendrán”,Himnario de la Ciencia Cristiana, No. 204. nos recuerda un himno.

El desaliento o el fracaso no encuentran lugar en una consciencia plena de gratitud por la naturaleza victoriosa del Cristo y porque el hombre expresa individualmente esa naturaleza.

Si, al enfrentarnos con un problema, la conmiseración o el resentimiento nos inducen a formularnos la pregunta: “¿Por qué tengo que sufrir?”, recordemos la actitud de Jesús ante la crucifixión. ¿Acaso pasó su tiempo en la cruz sintiendo conmiseración propia, recordando que había vivido el mayor bien que jamás alguien expresó? ¿O que había dedicado su vida a servir a la humanidad y brindado su corazón para sanar sus males? Jesús sabía que él había enseñado a comprender a Dios y que había vencido toda tentación que enfrenta a la humanidad con el propósito de indicarnos el camino hacia la salvación total. Si Jesús, sabiendo todo esto, se hubiese dicho a sí mismo: “No merezco esta persecución”, ¿cree usted que hubiese podido llevar a cabo la resurrección?

En vez de hacer, eso, dedicó cada momento a probar el poder del bien y la impotencia del mal. Durante estos instantes extremos todavía hubo lugar en su corazón para perdonar a aquellos que fueron los instrumentos para perpetrar la crucifixión y dar palabras de consuelo al ladrón crucificado a su lado.

El consagrarse constantemente a conocer y vivir el Cristo es lo único que pudo obrar la resurrección. Dediquémonos de la misma manera a encarar todos los desafíos.

Las aflicciones no son de por sí una bendición. No estamos agradecidos por un accidente, una enfermedad o un fracaso en nuestro negocio. Pero podemos sentirnos agradecidos por las ideas espirituales que Dios nos revela y que ganan la batalla contra el mal. Mary Baker Eddy, la Descubridora y Fundadora y Fundadora de la Ciencia Cristiana, escribe: “Los cristianos de hoy en día debieran poder decir, con la dulce sinceridad del apóstol: ‘Me gozo en las debilidades’ — experimento satisfacción en el toque de las flaquezas, del dolor y de todo sufrimiento de la carne, porque me obliga a buscar el remedio para ello, y a hallar felicidad, fuera de los sentidos personales”.Escritos Misceláneos, pág. 200.

¿Podemos sentir, al igual que Pablo, tanto gozo en aprender lo que necesitamos saber espiritualmente, que el desánimo y todo peso no tengan lugar en nuestros pensamientos a medida que corremos “con paciencia la carrera que tenemos por delante”? Hebr. 12:1. Jamás nadie ha tenido que enfrentarse a tanta enemistad de la mente carnal como tuvieron que hacerlo Cristo Jesús y su consagrada seguidora, la Sra. Eddy. Se elevaron al reconocimiento de que la panoplia del amor de Dios los protegía y que las huestes de Sus ángeles los defendían tanto a ellos como a su misión.

El joven David se enfrentó a un enemigo cuyo tamaño podría haber parecido varias veces mayor que el de él. Goliat era un guerrero experimentado; David, en cambio, era un joven pastor. Goliat tenía todas las armas modernas de esa época; David sólo tenía las armas de un pastor: una honda y piedras. Pero cuando este gigantesco enemigo desafió a los fieles seguidores de Dios, David estaba tan seguro que lo justo siempre obtiene la victoria y que la obediencia a Dios significa tener todo el apoyo de la omnipotencia de Dios, que exclamó: “De Jehová es la batalla, y él os entregará en nuestras manos”, y hasta corrió a enfrentarse a Goliat.

Es obvio que David no confiaba en sus piedras y honda para salvarle, porque exclamó: “Tú vienes a mí con espada y lanza y jabalina; mas yo vengo a ti en el nombre de Jehová de los ejércitos, el Dios de los escuadrones de Israel, a quien tú has provocado.” Encaró la amenaza victoriosamente, atribuyéndole a Dios la gloria aun antes de que se hubiese evidenciado humanamente la victoria. Ver 1 Sam. 17:20–50.

Los enemigos del Cristo hicieron prisionero al Apóstol Juan en la isla de Patmos como castigo por su ministerio cristiano. Pero ¿aceptó él este castigo como una derrota? ¡Fue precisamente durante este exilio que le fue revelada a Juan la visión de la victoria final de la Verdad sobre el mal, descrita en el libro del Apocalipsis!

La Sra. Eddy escribe acerca de la Última Cena de Jesús, en la que él partió el pan, es decir, explicó la verdad a sus discípulos: “Por esta verdad del ser espiritual su Maestro estaba a punto de sufrir violencia y agotar hasta las heces su copa de dolor”. Esto no parece una feliz perspectiva. ¿Pero qué continúa diciendo con respecto a la reacción de Jesús ante el desafío? “Anticipando la gran gloria de una victoria eterna, dio gracias y dijo: ‘Bebed de ella todos’ ”.Ciencia y Salud con Clave de las Escrituras, pág. 33. Lo que la mente carnal proyectó como una persecución, Jesús convirtió en una victoria.

Al igual que nuestro Maestro, igual que David, Juan y muchos otros que fueron fieles a Dios, elevémonos para enfrentar cualquier dificultad que se nos presente, confiados en el amor de Dios.

El propósito de nuestras vidas es el de glorificar al creador, que nos ha glorificado. La meta de toda curación es que seamos testigos de la naturaleza de nuestro Padre-Madre divino. Cuando nuestros corazones escuchen la voz de Dios diciéndonos “Bien hecho”, esto será lo suficiente.

Nuestra fiel Guía, la Sra. Eddy, quien debe de haber oído claramente esta voz, nos dice: “Entre los múltiples suaves repiques que habrán de resonar en el aposento de la memoria que tantos recuerdos conserva, éste es el más dulce: ‘¡Has sido fiel!’ ” Esc. Mis., pág. 343.

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