Pienso con frecuencia lo maravilloso que sería poder hacerle algunas preguntas a Jesús, cara a cara. Yo no trataría de desconcertarlo como hacían los fariseos.
Iniciar sesión para ver esta página
Para tener acceso total a los Heraldos, active una cuenta usando su suscripción impresa del Heraldo ¡o suscríbase hoy a JSH-Online!