Pienso con frecuencia lo maravilloso que sería poder hacerle algunas preguntas a Jesús, cara a cara. Yo no trataría de desconcertarlo como hacían los fariseos. Le haría algunas preguntas sencillas como las que la Biblia nos dice que le hacía la gente cuando él estaba en la tierra.
Por ejemplo, en el Evangelio según San Juan leemos que en cierta ocasión una multitud siguió a Cristo Jesús hasta una montaña a donde había ido con sus discípulos. Jesús le preguntó a su discípulo Felipe dónde podrían comprar pan para alimentar a tanta gente. Él estaba poniendo a prueba a Felipe para ver cuál sería su respuesta. Felipe le respondió que por mucho dinero que hubiera, sólo se podría comprar un poco de pan para cada uno. Entonces Andrés, otro discípulo, hizo notar que un muchacho que estaba entre la multitud había traído cinco panes y dos peces, pero añadió: “¿Qué es esto para tantos?” Juan 6:9.
La pregunta de Andrés se parece a algunas de las mías. “¿Cómo puede Dios satisfacer mis necesidades?” “¿Qué puedo hacer yo con mi inteligencia y talentos limitados?”
Jesús respondió a la pregunta de Andrés de una manera que también contesta a mi pregunta. Él respondió por medio de la acción. Dijo: “Haced recostar la gente”. Juan describe lo que pasó entonces: “Y tomó Jesús aquellos panes, y habiendo dado gracias, los repartió entre los discípulos, y los discípulos entre los que estaban recostados; asimismo de los peces, cuantos querían”. Vv. 10, 11. Jesús expresó su gratitud a Dios. Él no pidió más pan o más peces. Tampoco aceptó escasez. Pero al distribuir los alimentos, él probó que Dios siempre provee lo necesario para todos, y todos comieron y quedaron satisfechos.
Las obras de Jesús responden totalmente a mi pregunta acerca de la provisión de Dios. Yo puedo recurrir a Dios, la fuente de todo bien, del mismo modo que lo hizo Jesús. Puedo agradecer a Dios por la provisión que ya tengo. Puedo negarme a creer en aquello que pretendería tratar de hacerme aceptar escasez. Entonces puedo obrar sabiendo que tengo lo suficiente de todo lo que necesite, inclusive inteligencia y talento. De este modo, con seguridad, todas mis necesidades hallarán respuesta, del mismo modo en que fueron respondidas las de la multitud hace tantos años.
Hay otras preguntas que quizás te gustaría poder hacerle a Jesús. A lo mejor tus hermanos o hermanas te han hecho enojar, y te preguntas: “¿Debo perdonarlos otra vez?” El discípulo Pedro hizo a Jesús una pregunta similar: “¿Cuántas veces perdonaré a mi hermano que peque contra mí? ¿Hasta siete?” Mateo 18:21, 22. La respuesta de Jesús fue: “Hasta setenta veces siete”, indicando la necesidad de perdonar infinitamente. ¿Acaso no es esto válido también para ti?
¿Qué otras preguntas puedes tener? Para cualesquiera de ellas, puedes encontrar las respuestas mediante el estudio de la Biblia, conjuntamente con Ciencia y Salud por Mary Baker Eddy.
Es bueno hacer preguntas. La Sra. Eddy en sus escritos muchas veces hace preguntas al igual que responde a muchas otras. La siguiente es una de ellas: “Dios es Amor. ¿Podemos pedirle que sea más?” Ciencia y Salud, pág. 2. ¡Tú puedes responder a esa pregunta fácilmente! Dios ama tiernamente a cada uno de nosotros y nos da una provisión ilimitada de ideas correctas y la inspiración para ponerlas en práctica, todo lo que podamos necesitar. Dios ya ha respondido a nuestras preguntas, y podemos encontrar Sus respuestas en la Biblia.
