“Yo he venido para que tengan vida, y para que la tengan en abundancia” Juan 10:10. es el tema del Cristo, expresado muy claramente en esta declaración de Jesús y que se encuentra a lo largo de los inspirados escritos de la Biblia. Este Libro de libros, llamado con frecuencia el Libro de la Vida, expone la pobreza de la materialidad a la vez que revela a sus lectores cuánto satisface una vida orientada hacia lo espiritual. Millones han comprobado cómo la desesperación es expulsada por un nuevo sentido de dignidad y amor por la vida a medida que las verdades de la Biblia les han revelado la bondad de Dios, lo cercano que está de ellos y la verdadera relación que tienen con Él por ser Sus hijos.
No es de sorprenderse que los mensajes vivificantes de la Biblia despierten la oposición del último enemigo, el cual quisiera amortecer esos mensajes con dogmas y enterrarlos bajo montículos de credos. El Cristo puede y tiene que estar presente cada vez que se lee la Biblia. En realidad, es la Palabra de Verdad de la cual estas páginas sagradas dan testimonio, lo que constituye la consciencia verdadera del hombre. Y es este Cristo único, lo que nos impulsa a leer y nos imparte el sentido espiritual de lo que leemos. Cuando abrimos nuestra Biblia, es bueno descartar toda noción preconcebida sobre la clase de provecho que sacaremos de esta lectura y seguir a la Verdad hacia donde la Verdad nos guíe.
El intelecto debe subordinarse al Cristo, pero esto no significa que es anulado por éste. Nuestra inteligencia basada en el Cristo impide que interpretemos equivocadamente la historia humana que la Biblia presenta tal como si fueran acontecimientos divinos. Nos capacita para reconocer, por ejemplo, que en un relato como el que hace un escritor del Antiguo Testamento sobre una sangrienta batalla, y que él percibe como si Dios estuviera matando a Sus enemigos, no puede haber más que una tenue vislumbre del Dios que es la Vida misma. Tales relatos históricos pueden registrar el triunfo de una nación más justa sobre otra que es idólatra. Pero el que dice que Dios mata, muestra que su comprensión de Dios no se ha desarrollado todavía, y necesitamos reconocer esto si es que la Biblia no ha de ser tergiversada para justificar el mal en nombre del bien.
El Libro de la Vida revela el camino de la Vida, no el de la muerte; el camino del amor y de la compasión y curación. A medida que nuestros corazones, receptivos al Cristo, toman de las páginas sagradas los mensajes de misericordia y justicia, nos sentimos impelidos a examinar cuidadosamente cualquier interpretación que pudiera oponerse a que nos amemos y ayudemos unos a los otros para tener una vida más abundante.
“Como adherentes de la Verdad, tomamos la Palabra inspirada de la Biblia como nuestra guía suficiente para la Vida eterna”,Ciencia y Salud, pág. 497. escribió la Sra. Eddy cuando formuló los seis puntos importantes de la Ciencia Cristiana. Y el libro de texto del cual se tomó este artículo de fe, Ciencia y Salud con Clave de las Escrituras, ayuda a los estudiantes de la Biblia a distinguir la Palabra inspirada en las Escrituras, y a no sentirse disgustados por las creencias poco inspiradas que pudieran haber permanecido en el pensamiento de quienes narraron la Palabra. Después de todo, es la inspiración la que llama nuestra atención. ¿Quién de nosotros se siente totalmente iluminado, aun hoy en día, por lo que significa decir que Dios es bueno y es Todo; que el hombre, el hombre verdadero, es la expresión misma de esta bondad?
Muchos pueden encontrar que la llave de la Ciencia abre las puertas para que las verdades eternas fluyan de la Biblia y den a los cansados del mundo una razón para vivir. Un artículo titulado: “Los despojos del éxito”, cita a un abogado joven y próspero quien después de hacer un recuento de sus “despojos”, los cuales incluyen un auto de modelo deportivo, su bella esposa y viajes, dice: “Sé que suena trivial, ¿pero es esto todo lo que hay?” The Washington Post Magazine, 29 de junio de 1980.
Este desilusionado ciudadano del siglo veinte tiene afinidad con el autor del Eclesiastés: “Vanidad de vanidades, dijo el Predicador; vanidad de vanidades, todo es vanidad”. Ecl. 1:2. Y podría seguir el razonamiento del sabio bíblico: “Oigamos pues la conclusión de todo el asunto: Teme a Dios, y guarda sus mandamientos; porque esto es la suma del deber humano”. 12:13 (según Versión Moderna). Continuando la exploración, el lector puede descubrir los frutos de la juiciosa erudición de la Biblia y la inspiración espiritual, científica, en un párrafo del libro de texto de la Ciencia Cristiana: “El texto siguiente del libro de Eclesiastés expresa el pensamiento de la Ciencia Cristiana, especialmente cuando se omite la palabra deber, que no está en el original: ‘Oigamos pues la conclusión de todo el asunto: Teme a Dios, y guarda Sus mandamientos; porque esto es la suma del deber humano.’ En otras palabras: Oigamos pues la conclusión de todo el asunto: Ama a Dios y guarda Sus mandamientos; porque esto es el todo del hombre a Su imagen y semejanza. El Amor divino es infinito. Por lo tanto, todo lo que realmente existe, está en Dios, emana de Él y manifiesta Su amor”.Ciencia y Salud, pág. 340.
Mediante este estudio inspirado de la Biblia, nosotros también llegamos a nuestras propias conclusiones y encontramos que la vanidad y las aflicciones de la manera de pensar que se basa en la materia son subyugadas por el descubrimiento de que Dios es Amor y que el hombre existe en este Amor perfecto e inmortal y debido a este Amor, que es la Vida misma.
Tal comprensión de que la Vida es Dios se refleja diariamente en una apreciación y amor por la vida cada vez mayores. Que el suicidio sea uno de los más frecuentes asesinos de los jóvenes en muchas partes del mundo, y que una asociación para la promoción del suicidio con su propio manual de “cómo hacerlo” es parte de la escena actual, indica la gran necesidad que hay de este Libro de la Vida.
Tomando la Biblia como “nuestra guía suficiente para la Vida eterna”, nos beneficiamos de verdades exploradas por siglos. Aceptamos el rico legado de hombres y mujeres de la historia cuyas vidas revelaron, demostraron y promovieron esas verdades. Descubrimos lecciones hábilmente transmitidas en las alegorías del Génesis, el drama de Job, en la historia y el folklore adaptados para ilustrar verdades espirituales, en los poemas de los Salmos, los aforismos de los Proverbios, las parábolas de Cristo Jesús. Encontramos la ley de los Mandamientos, el evangelio de las Bienaventuranzas y las demostraciones de la curación mediante el Cristo, del pecado, la locura, la enfermedad, la muerte, la pobreza, los fanatismos religiosos, y así por el estilo, prometiéndonos la curación de toda discordia imaginable y dándonos el ejemplo para lograrlo.
Este Libro de libros (sesenta y seis en la Versión Reina-Valera), más que un libro, es una biblioteca genuina sobre la Vida. Consultemos esa biblioteca con frecuencia.
