Una de las cosas atrayentes de la Ciencia CristianaChristian Science (crischan sáiens) es que nos presenta un nuevo enfoque y nuevas vistas de todo lo que nos rodea, cumpliendo así con la descripción dada por el Apóstol Pablo de lo que ocurre cuando uno acepta al Cristo: “He aquí todas [las cosas] son hechas nuevas”. 2 Cor. 5:17. Esto es ciertamente aplicable al concepto que abrigamos acerca de la Iglesia de Cristo, Científico, seamos o no miembros de ella.
La actitud popular de hoy en día está impregnada de una buena dosis de escepticismo y desencanto acerca de la manera en que las organizaciones funcionan, y de una sensación de que éstas son una carga. Muchas personas han aceptado la noción de: “No necesito de la organización. Quiero hacer las cosas por mi propia cuenta”. No obstante, cuando contemplamos nuestra iglesia con percepción espiritual, la actitud antes descrita nos parece, francamente, un tanto frívola porque nuestra iglesia es totalmente diferente — en origen, en naturaleza y en acción — de cualquier otra institución humana.
Origen: Nuestra iglesia fue fundada por Mary Baker Eddy como parte indispensable y permanente de la misión a la cual ella dedicó su vida: la de dar al mundo el Consolador, la Ciencia divina. No es sencillamente otra institución humanamente concebida. Mientras más se aprende sobre el espíritu y la práctica de la Ciencia Cristiana, más se percibe que la Sra. Eddy fundó la iglesia mediante la oración, la demostración y la dirección divina, que partían de la revelación.
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