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Un viernes por la mañana no pude levantarme.

Del número de enero de 1982 de El Heraldo de la Ciencia Cristiana


Un viernes por la mañana no pude levantarme. Tenía las piernas tiesas y no podían sostenerme, así que me arrastré hasta la cocina en donde mi madre estaba preparando el desayuno. Le dije que no podía mover las piernas y ella me llevó otra vez a la cama. Comenzamos a orar juntos.

Justamente esa semana mi madre me había ayudado a memorizar una oración de Ciencia y Salud por la Sra. Eddy (pág. 473): “Dios está en todas partes, y nada fuera de Él está presente ni tiene poder”. La había utilizado todas las noches como una oración para antes de acostarme.

Sabía que Dios está conmigo en todo momento y que Él es todo poder, por consiguiente, lo único que yo podía tener era el bien. Ese día pude levantarme y caminar bastante bien, aun cuando no estaba completamente curado. Pero al día siguiente pude volver a jugar en mi equipo de béisbol.

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