Como Científica Cristiana, a menudo reconozco, por medio de las palabras del Salmista, el beneficio que he tenido durante la asociación de toda mi vida con esta religión sistemáticamente sanadora (Salmo 107:8): “Alaben la misericordia de Jehová, y sus maravillas para con los hijos de los hombres”.
La iglesia siempre ha sido para mí el punto central en mi vida desde mis días de alumna en la Escuela Dominical de la Ciencia Cristiana, hasta mi afiliación a La Iglesia Madre y a una filial de la Iglesia de Cristo, Científico. Cuando comencé a trabajar, para obtener experiencia en el trabajo que hacía, tuve que mudarme varias veces. En cada una de las cinco poblaciones en donde estuve empleada, siempre pude asistir a los cultos en una iglesia filial. Algunos años después fui al extranjero por siete semanas (recorriendo unos veinte mil kilómetros durante ese viaje) y, con excepción de unas pocas veces, siempre encontré una iglesia de la Ciencia Cristiana a la cual podía ir caminando.
Desde mi juventud, la Ciencia me ha capacitado para vencer las enfermedades y otras dificultades. Estoy muy agradecida a todos los que me han apoyado a lo largo del camino, especialmente a un dedicado maestro de la Ciencia Cristiana y a comprensivos practicistas.
Iniciar sesión para ver esta página
Para tener acceso total a los Heraldos, active una cuenta usando su suscripción impresa del Heraldo ¡o suscríbase hoy a JSH-Online!