Como Científica Cristiana, a menudo reconozco, por medio de las palabras del Salmista, el beneficio que he tenido durante la asociación de toda mi vida con esta religión sistemáticamente sanadora (Salmo 107:8): “Alaben la misericordia de Jehová, y sus maravillas para con los hijos de los hombres”.
La iglesia siempre ha sido para mí el punto central en mi vida desde mis días de alumna en la Escuela Dominical de la Ciencia Cristiana, hasta mi afiliación a La Iglesia Madre y a una filial de la Iglesia de Cristo, Científico. Cuando comencé a trabajar, para obtener experiencia en el trabajo que hacía, tuve que mudarme varias veces. En cada una de las cinco poblaciones en donde estuve empleada, siempre pude asistir a los cultos en una iglesia filial. Algunos años después fui al extranjero por siete semanas (recorriendo unos veinte mil kilómetros durante ese viaje) y, con excepción de unas pocas veces, siempre encontré una iglesia de la Ciencia Cristiana a la cual podía ir caminando.
Desde mi juventud, la Ciencia me ha capacitado para vencer las enfermedades y otras dificultades. Estoy muy agradecida a todos los que me han apoyado a lo largo del camino, especialmente a un dedicado maestro de la Ciencia Cristiana y a comprensivos practicistas.
Hace unos pocos años fue necesario que yo estableciera nuevamente mi hogar, y con la ayuda de mi practicista, esto se llevó a cabo. Después de orar durante algún tiempo sentí que lo mejor sería quedarme unos días en un Hogar de la Ciencia Cristiana. Hice todo lo posible por conseguir un nuevo apartamento, pero parecía que no había nada apropiado. Un día estaba parada en la acera meditando sobre el próximo paso a tomar, cuando se me acercó un joven y me dijo que tenía un apartamento para vender. (Él había oído una conversación en la que yo mencioné que estaba buscando uno.) ¡Y éste era exactamente lo que yo estaba buscando!
Antes de encontrar el apartamento había obtenido una gran inspiración mediante mi estudio del relato espiritual de la creación en el primer capítulo del Génesis. Describe la naturaleza continua del desarrollo y lo completo de las ideas divinas, que aparecen de manera ilimitada y sin esfuerzo en perfecto orden (Génesis 1:11). “Dijo Dios: Produzca la tierra hierba verde, hierba que dé semilla; árbol de fruto que dé fruto según su género, que su semilla esté en él, sobre la tierra. Y fue así”.
Este versículo me mostró la dirección, certeza y satisfacción que le son naturales a la creación de Dios. Me di cuenta de que el hogar es una expresión de cualidades como ésas, manifestadas en el refugio, comodidad y belleza que un hogar puede brindar.
Cuando me cambié al apartamento necesitaba muchos muebles. Sin embargo, cada vez, antes de salir de compras, yo afirmaba la compleción de un hogar como una idea espiritual. Como resultado vi que esta verdad se comprobaba una y otra vez en las cosas que pude comprar. He sentido un gran gozo, una confianza más grande en Dios, y también he progresado espiritualmente.
En cierto momento, en mi empleo como instructora de educación física en una escuela secundaria muy grande, sentí que no podía seguir adelante, que yo era un fracaso, y que ya no debería estar enseñando. Me era difícil dormir de noche, y comía muy poco.
Mi madre vino a quedarse conmigo, y como era practicista de la Ciencia Cristiana, accedió a orar por mí, puesto que parecía que yo no podía hacerlo por mí misma. Lo único que me sostuvo y alentó durante este período fue saber que Dios nunca abandona al hombre.
Recuerdo que, al pasar algún tiempo, pensé cuán egoísta había sido al esperar que mi madre siguiera quedándose conmigo, alejada de su hogar y de su trabajo. Éste fue el punto decisivo. De allí en adelante decidí continuar por mí misma, por duro que pareciera. Gradualmente recuperé mis fuerzas, y al persistir en mi oración pude triunfar sobre mis temores de fracaso y falta de habilidad. Pronto pude reanudar mi trabajo de maestra.
Ha sido un privilegio y una inspiración visitar La Iglesia Madre en cuatro ocasiones, y unirme a tantos miembros en dos Asambleas Anuales. También estoy profundamente agradecida por haber comprendido que el ser armonioso es demostrable cuando estudiamos y practicamos las verdades que se encuentran en la Biblia y en los escritos de la Sra. Eddy.
Sale, Cheshire, Inglaterra