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La verdadera acción atómica

Del número de marzo de 1982 de El Heraldo de la Ciencia Cristiana


Una de las cosas que la “nueva física” ha demostrado a la humanidad es que la materia no es la sustancia continua y sólida que los sentidos físicos dicen que es. En una de sus clásicas conferencias, Sir Arthur Eddington, el astrónomo, dijo una vez: “Ese medio de espacio, tiempo y materia, de luz, color y cosas concretas, que nos parece tan vívidamente real, es explorado profundamente por todos los medios de la ciencia física y en el fondo nos encontramos con símbolos. Su sustancia desaparece en la sombra”. Arthur Stanley Eddington, Science and the Unseen World (New York, Macmillan Company 1929), pág. 37.

Exista o no algo “real” detrás de los símbolos, las fuerzas subatómicas son consideradas como las más poderosas del universo. La desintegración del átomo, como sabemos, libera energías inimaginables que pueden usarse tanto para gran bien como para mal y destrucción increíbles.

Mucho antes de que los científicos desintegraran el átomo material, Mary Baker Eddy, la Descubridora y Fundadora de la Ciencia CristianaChristian Science (crischan sáiens), reveló que la Mente omnipotente, Dios, da testimonio de sí misma en poder espiritual, el único poder verdadero, que siempre beneficia a la humanidad. La Sra. Eddy escribió con inspirada visión: “La acción atómica es Mente, no materia. No es ni la energía de la materia, el resultado de organización, ni el producto de vida introducida en la materia: es Espíritu, Verdad y Vida infinitos, desafiadores del error o la materia”.Escritos Misceláneos, pág. 190.

La visión espiritual confiere la capacidad para profetizar a la cual alude Pedro cuando escribe: “Tenemos también la palabra profética más segura, a la cual hacéis bien en estar atentos... porque nunca la profecía fue traída por voluntad humana, sino que los santos hombres de Dios hablaron siendo inspirados por el Espíritu Santo”. 2 Pedro 1:19, 21. La definición de “profeta” que da la Sra. Eddy arroja todavía más luz sobre el significado de la profecía: “Un vidente espiritual; la desaparición del sentido material ante las realidades conscientes de la Verdad espiritual”.Ciencia y Salud con Clave de las Escrituras, pág. 593.

A través de la historia vemos el continuo desarrollo de la creencia de la humanidad en el poder de la materia. Pero el visionario espiritual también discierne que la idea de la acción divina se revelaba continuamente en el pensamiento religioso de los hebreos, en la vida de Cristo Jesús y en la de los apóstoles, en la iglesia cristiana y en la experiencia de la Sra. Eddy. Los extraordinarios acontecimientos denominados milagros, narrados en la Biblia, y todas las curaciones llevadas a cabo por medio de la oración espiritualmente iluminada son pruebas de la acción atómica de la Mente, o sea, del poder de Dios. El hacha que flotó en el agua, el aceite que no menguó en la vasija de la viuda, las multitudes que fueron alimentadas por Jesús y las cadenas de la prisión que se cayeron de las manos de Pedro Ver 2 Reyes 6:4–7; 1 Reyes 17:14–16; Mateo 15:32–38; Hechos 12:7., indican la acción atómica de la Mente puesta de manifiesto y refutan la pretensión de poder en la materia.

Una Mente infinita y divina, o Ego, incluye en sí misma todo el bien y sólo puede producir bien. Esa Mente, es la única consciencia verdadera e incluye en sí todas las ideas correctas. La acción atómica es la actividad de las ideas de la Mente, y el hombre, entendido correctamente, comprende estas ideas.

Todas las ideas de Dios están sustentadas por el Espíritu eterno. Por consecuencia, la creación o realidad está constantemente expresando belleza, bondad, utilidad y progreso. Toda animación y plan emanan de la divinidad única. La verdadera acción atómica es la expresión de la Vida misma.

Dios hizo lo infinitesimal y lo infinito. Por lo tanto, ni siquiera lo infinitesimal es finito ni puede destruir o ser desintegrado y destruido. La realidad no es vulnerable a ningún proceso físico, a la fisión atómica o la fusión. Es el bien integral, incorpóreo, indivisible, infinito, único. La creación es espiritual e indestructible. La unidad y la individualidad infinitas, ahora y por siempre, caracterizan la naturaleza y la condición del universo de ideas de la Mente: el universo de ideas espirituales activas como consciencia verdadera.

Cuanto mejor comprendamos que la acción atómica es en realidad la Mente y no la materia, más fácilmente encontrará la humanidad bases firmes para controlar la energía atómica con seguridad y prevenir la aniquilación nuclear. La acción atómica de la Mente no es destructiva, y su omnipotencia misma mantiene al universo por siempre intacto. Esta es una verdad que podemos comprender y probar.

Como la Ciencia Cristiana demuestra que la energía del átomo material es el producto de la mente mortal, tenemos autoridad divina para desvincular el concepto de fuerza de una base materialmente mental y para percibir el poder de Dios desde una base espiritualmente mental. Por medio de la oración, podemos comenzar a restablecer el sentido justo y primordial del poder y de la acción, que son inherentes sólo a la Mente pura.

El poder y la acción atómicos verdaderos demuestran el desarrollo natural del bien infinito. Dios es el origen de la única actividad verdadera. La Mente divina la gobierna. Al discernir el gobierno divino que lo abarca todo, constatamos que en verdad no hay realidad en la llamada vida corpórea, tampoco en la actividad exenta de control, ni en la multiplicación o división desenfrenadas de unidades materiales de toda clase, ya sea que las llamemos células, gérmenes de enfermedades o residuos peligrosos.

Aun una pequeña comprensión de la verdadera acción atómica revela la constante renovación de la vida, el constante desarrollo de la energía divina — siempre bajo el gobierno de Dios — y la benéfica unidad del hombre con todo lo que es bueno y útil. Este concepto verdadero de la acción de la Mente, cuando se comprende, supera y desplaza toda acción e inacción falsas y destructivas en el pensamiento, el cuerpo y la sociedad. Esos errores no son sino ecos del concepto material de la acción atómica. El concepto verdadero es el sanador de la enfermedad y el destructor de la muerte. Como lo explica la Sra. Eddy: “La suposición de que el Alma, o Mente, es insuflada en la materia, es una doctrina panteísta que presenta un falso sentido de existencia, y el espíritu vivificante lo quita; revelando, en su lugar, el poder y la perfección de un liberado sentido de vida en Dios y vida como Dios”.Esc. Mis., pág. 189.

¿Cómo puede la Ciencia Cristiana ayudarnos hoy a estar más conscientes del poder espiritual: la energía que es enteramente buena y que nos dará un concepto del ser más saludable, progresista, feliz y sano? Todo esfuerzo científicamente cristiano por comprender el bien y ser buenos facilitará la revelación del “espíritu vivificante” y descubrirá la naturaleza espúria del átomo divisible. En la medida en que embebamos el espíritu del Cristo seremos videntes espirituales, profetas que exigen la “desaparición del sentido material ante las realidades conscientes de la Verdad espiritual”.

Es evidente que el reconocimiento y la demostración de la acción atómica como “Mente, no como materia” es la base de la salud y, en verdad, del bienestar de toda la humanidad.

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