Hemos visto cómo Abraham, Jacob, Moisés y muchas de las otras personas que se mencionan en la Biblia, sintieron el poder de Dios en su vida. Este poder divino los salvó de muchas dificultades cuando ellos confiaban en él y obedecían los mandamientos de Dios. Los sacó de la esclavitud de las falsas creencias hacia un progresivo entendimiento de su libertad como hijos de Dios. Los sanó, purificó y regeneró.
Debido a que habían sentido este poder salvador de Dios en su vida, también pudieron sentir la presencia de Dios. Comprendieron que el poder de Dios nunca está ausente. De modo que hoy podemos hablar del poder de Dios que está siempre con nosotros.
¿Dónde se sintió esta presencia? ¿Dónde estaba activa? En la consciencia humana, purificándola, elevándola, espiritualizándola.
Iniciar sesión para ver esta página
Para tener acceso total a los Heraldos, active una cuenta usando su suscripción impresa del Heraldo ¡o suscríbase hoy a JSH-Online!