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¿Qué es la Biblia?

Séptima parte: El Cristo

Del número de marzo de 1982 de El Heraldo de la Ciencia Cristiana


Hemos visto cómo Abraham, Jacob, Moisés y muchas de las otras personas que se mencionan en la Biblia, sintieron el poder de Dios en su vida. Este poder divino los salvó de muchas dificultades cuando ellos confiaban en él y obedecían los mandamientos de Dios. Los sacó de la esclavitud de las falsas creencias hacia un progresivo entendimiento de su libertad como hijos de Dios. Los sanó, purificó y regeneró.

Debido a que habían sentido este poder salvador de Dios en su vida, también pudieron sentir la presencia de Dios. Comprendieron que el poder de Dios nunca está ausente. De modo que hoy podemos hablar del poder de Dios que está siempre con nosotros.

¿Dónde se sintió esta presencia? ¿Dónde estaba activa? En la consciencia humana, purificándola, elevándola, espiritualizándola.

Este poder de Dios que está activo en la consciencia humana y la redime de las fases de la mortalidad, es una manera de describir al Cristo. El Cristo viene a nosotros como la actividad de la Verdad divina, que disipa malas interpretaciones, corrige errores de pensamiento y despierta la consciencia a la actividad mental correcta.

Además del término “Cristo” también encontramos la palabra “Mesías”, que se usa muy pocas veces en la Biblia. Ambos nombres significan “el ungido”.

La Sra. Eddy nos dice en Ciencia y Salud que “Abraham, Jacob, Moisés y los profetas percibieron gloriosas vislumbres del Mesías o Cristo, que bautizó a estos videntes con la naturaleza divina, la esencia del Amor”.Ciencia y Salud, pág. 333. Y ella también dice: “Los profetas de antaño buscaban algo más elevado que los sistemas de su época; de ahí su previsión de la nueva dispensación de la Verdad”.Ibid., pág. 270.

Los profetas describieron con diversas imágenes la naturaleza sanadora y salvadora de la Verdad: el Cristo, que Jesús ejemplificaría de manera suprema. Como cada uno de ellos había percibido individualmente el poder de Dios en su vida, esas descripciones son múltiples.

El profeta Isaías nos describe este cuadro: “Por tanto, el Señor mismo os dará señal: He aquí que la virgen concebirá, y dará a luz un hijo, y llamará su nombre Emanuel”. Isa. 7:14. La palabra “Emanuel” significa “Dios con nosotros”, la presencia y el poder de Dios allí mismo donde estamos.

Un versículo en el Génesis nos promete que “no será quitado el cetro de Judá”. Gén. 49:10. ¿Quién lleva el cetro? Un rey. Por tanto, de Judá saldrá un rey quien reinará para siempre. Y Jesús, conocido por quienes escribieron los evangelios como el “hijo” o descendiente de David, gran rey de Judá, expresó tan claramente la presencia y el poder de Dios que le fue dado el título de “Cristo”. Los gobiernos vienen y van, mas el gobierno de Dios, el gobierno del Cristo, permanecerá para siempre. El Cristo está siempre disponible para gobernar a la humanidad. A medida que nuestros pensamientos estén totalmente gobernados por Dios, viviremos en la luz del bien. Entonces se cumplirá la profecía bíblica: “Oí una gran voz en el cielo, que decía: Ahora ha venido la salvación, el poder, y el reino de nuestro Dios, y la autoridad de su Cristo”. Apoc. 12:10.

Un relato semejante al que aparece en Génesis se encuentra en Números: “Saldrá Estrella de Jacob, y se levantará cetro de Israel”. Núm. 24:17. La llegada del Cristo sanador y salvador trae luz a la consciencia humana. Una estrella, brillando en la oscuridad, fue el heraldo del nacimiento de Jesús.

El profeta Ezequiel percibió la actividad redentora de la Verdad — el Cristo — de esta manera: “Así ha dicho Jehová el Señor: Tomaré yo del cogollo de aquel alto cedro, y lo plantaré; del principal de sus renuevos cortaré un tallo, y lo plantaré sobre el monte alto y sublime. En el monte alto de Israel lo plantaré, y alzará ramas, y dará fruto, y se hará magnífico cedro; y habitarán debajo de él todas las aves de toda especie; a la sombra de sus ramas habitarán”. Ezeq. 17:22, 23.

Aquí el Cristo ha sido descrito mediante la imagen de un árbol. Un retoño nuevo y tierno crecerá y se convertirá en un gran árbol y bajo ese árbol “todas las aves de toda especie” encontrarán refugio.

El profeta Ezequiel pensaba en el poder de Dios como trayendo refugio y protección. ¿Dónde acontecería todo esto? En la consciencia. El profeta Isaías presentó un cuadro semejante: “Saldrá una vera del tronco de Isaí, y un vástago retoñará de sus raíces”. Isa. 11:1.

Mas Ezequiel también percibió la actividad de la Verdad de otra manera. Dijo: “Y levantaré sobre ellas a un pastor, y él las apacentará”. Ezeq. 34:23. Aquí se describe el poder de Dios mediante la imagen de un pastor. ¿Qué hace un pastor? Guía el rebaño, señala el camino, protege y sostiene. ¿Con qué se alimentará el rebaño? Con ideas correctas, con los pensamientos de Dios. Y esas ideas correctas nos librarán a cada uno de la desdicha, la enfermedad, el pecado y la muerte. Jesús estaba tan consciente de esta actividad del Cristo que años más tarde diría a sus oyentes: “Yo soy el buen pastor”. Juan 10:11. Al llamarse el buen pastor, se estaba refiriendo al Cristo, que él expresaba tan completamente porque siempre hacía la voluntad de su Padre, Dios.

En un pasaje final sobre el cual hablaremos aquí, leemos: “Miraba yo en la visión de la noche, y he aquí con las nubes del cielo venía uno como un hijo de hombre, que vino hasta el Anciano de días, y le hicieron acercarse delante de él”. Dan. 7:13. Cristo Jesús en muchos pasajes se refirió a sí mismo como el Hijo del Hombre. Ver Mateo 8:20. Como el Hijo del Hombre, él era el representante humano del Cristo, el Hijo de Dios. Por lo tanto, le fue dado el título de “Cristo”, que indica una consciencia imbuida del espíritu de la Verdad y del Amor sin medida. Jesús — al revelar el camino del Cristo — mostró el bien que pueden lograr quienes acepten la voluntad de Dios como el poder impulsor de su vida y que estén dispuestos a seguir ese sendero.

La Sra. Eddy escribe: “Jesús fue el concepto humano más elevado del hombre perfecto. Era inseparable del Cristo, el Mesías, — la idea divina de Dios, fuera de la carne”.Ciencia y Salud, pág. 482.

[Próximo mes, octava parte: La vida y obra de Cristo Jesús]


Aquel Verbo fue hecho carne, y
habitó entre nosotros (y vimos su gloria,
gloria como del unigénito del Padre),
lleno de gracia y de verdad.
... de su plenitud tomamos todos, y gracia
sobre gracia. Pues la ley por medio de Moisés fue dada,
pero la gracia y la verdad vinieron por medio de Jesucristo.

Juan 1:14, 16, 17

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