Estoy sumamente agradecido porque durante dieciséis de los diecisiete años pasados nuestro negocio ha progresado mucho. Lo más importante, esto lo atribuyo totalmente a la Ciencia Cristiana porque me ayudó durante tiempos difíciles y me capacitó para contribuir a este logro.
Una vez tuvimos un vendedor quien había trabajado con nosotros por tres años. Se le consideraba entre los mejores vendedores del estado, y parecía estar muy contento con su trabajo. Entonces otra compañía supo de él y le hizo una oferta de trabajo muy lucrativa, la cual aceptó.
Las semanas siguientes fueron algo agitadas porque tuve que hacer toda la venta en la zona de aquel vendedor, ayudar a los otros seis vendedores, mantener los informes y archivos, entrevistar y emplear a un nuevo vendedor, y cubrir los períodos de vacaciones.
Parecía haber muy poco tiempo para el estudio de la Ciencia Cristiana, pero hice lo que me fue posible. También pedí a un practicista de la Ciencia Cristiana que orara por mí. Naturalmente, yo quería hallar a la persona mejor capacitada para llenar el puesto vacante. Una declaración de la Sra. Eddy me ayudó a razonar sobre esto claramente (Ciencia y Salud, pág. 206): “En la relación científica entre Dios y el hombre, descubrimos que todo cuanto bendice a uno bendice a todos, según lo demostró Jesús con los panes y los peces, — siendo el Espíritu, no la materia, la fuente de la provisión”.
El problema no se resolvió inmediatamente, pero aprendí mucho sobre cómo trabaja la Ciencia Cristiana. Después de entrevistar a varios candidatos, contraté uno que parecía ser el más capacitado. Una semana más tarde, sin embargo, él solicitó ser eximido de su obligación, ya que había factores que le impedían mudarse. A la semana siguiente, el vendedor que se había ido con la otra compañía pidió volver con nosotros, si era posible. Pensé: “Gracias, Dios. Ésta debe de ser la respuesta”. Pero unos días más tarde, el gerente regional me informó que el vendedor tendría que esperar doce meses antes de volver a nuestra organización. Esto fue muy frustratorio para mí, por decir lo menos. Aquí estábamos en un momento en que el índice de desempleo en nuestra región era el más alto en varios años. Sin embargo, no podía encontrar un vendedor para encargarse de una zona donde había suficiente y continuo trabajo como para doblar la entrada de un vendedor promedio.
Durante un período de ocho semanas intensifiqué mi estudio de la Ciencia Cristiana. Tenía la certeza de que un conocimiento más profundo de Dios traería una solución. La iluminación que obtuve de este estudio adicional me sustentó durante las largas y difíciles horas de trabajo. Aparte de otras cosas, aprendí que en realidad la innata compleción del hombre como idea de Dios excluye para siempre que él tenga necesidad de algo o que se sienta insatisfecho. También hallé una singular explicación del término gracia. Al referirse a los esfuerzos exitosos de los Científicos Cristianos para lograr curación y reforma, la Sra. Eddy escribe (Christian Science versus Pantheism, pág. 10): “Todo esto es hecho por la gracia de Dios — el efecto de Dios entendido”. Comencé a ver que todo pensamiento verdadero proviene de Dios, la Mente, y es el epítome del bien.
Después de ocho semanas de profundo estudio me di cuenta de que algo estaba mal. Como esta exigente experiencia se había prolongado tanto, yo no me sentía muy agradecido por demasiadas cosas. Sin embargo, yo sabía que la gratitud es un elemento importante para la curación. Y después que hube pensado acerca de todos los beneficios de mi estudio me sentí mucho mejor y definitivamente agradecido.
Finalmente, investigué la palabra “frustrar” y encontré que significa “hacer que no resulte en nada... impedir llegar a un objetivo”. Esta sugestión agresiva que todavía quedaba fue prontamente reemplazada con la verdad de que Dios ya ha establecido un plan completo para el hombre. Aquel mismo día contraté un excelente vendedor que es sumamente responsable y ha probado ser satisfactorio en todas formas.
Logansport, Indiana, E.U.A.