¡Esta vez fue diferente! En lugar de limitarme a leer la Lección Bíblica, En el Cuaderno Trimestral de la Ciencia Cristiana. fui descubriendo el profundo mensaje que contenía. No era sólo cuestión de leer palabras, sino de meditar sobre las ideas. No era cuestión de hacer una lectura superficial, sino de sentir gratitud a medida que cada cita me colmaba con el poder de la preservadora solicitud del Amor para toda su creación. ¿Qué había cambiado para que este estudio diario en vez de ser un hábito fuera una actividad extraordinaria? El ponerme los vestidos de boda.
“En todo tiempo sean blancos tus vestidos, y nunca falte ungüento sobre tu cabeza”. Ecl. 9:8. Nos acercamos a Dios a medida que nos revestimos mentalmente con las blancas vestiduras de la oración: las cualidades puras de atención, humildad, expectativa de bien y obediencia. Por cierto que no puede faltarnos inspiración (“ungüento”) cuando nos preparamos para nuestro estudio diario revestidos de tales cualidades — con vestidos de boda — porque esas cualidades aseguran la inspiración.
“La comunicación va siempre de Dios a Su idea, el hombre”,Ciencia y Salud, págs. 284–285. nos dice la Sra. Eddy. ¿Estamos siempre dispuestos, en el estudio diario, a escuchar con atención, deseosos de percibir lo que Dios sabe acerca de Su inmaculado universo o, por el contrario, estamos demasiado ocupados contándole a Dios lo que pensamos sobre cómo son las cosas?
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