Fue por la mañana. Mi amiga Bárbara se lastimó. Estábamos jugando en la placita, los chicos venían de todas partes y uno de ellos lastimó a Bárbara sin querer. Cuando ella dejó de llorar, le pregunté si podíamos hablar. Bárbara dijo que sí. Por lo general traigo mi Ciencia y Salud, pero ese día me había olvidado de traerlo. Entonces le dije que en la Ciencia Cristiana no tomamos medicamentos para sanarnos; sanamos con la oración. También le dije lo que enseñó Cristo Jesús — que somos los hijos perfectos de Dios, y que Él es nuestro Padre-Madre Dios. La Sra. Eddy dice en Ciencia y Salud: “En la casa [la consciencia] del [amor] moraré para siempre”.Ciencia y Salud, pág. 578. Después de un ratito le pregunté si se sentía mejor. Me dijo que sí. Y en ese momento me sentí muy feliz.

El día que sané a mi amiga
[Escrito a los 9 años]
Del número de marzo de 1982 de El Heraldo de la Ciencia Cristiana