La instrucción en clase de Ciencia Cristiana es parte del sistema educativo estipulado en el Manual de La Iglesia Madre por la Sra. Eddy. Dotada tanto de dignidad como de promesa, la instrucción en clase es seguida por reuniones de asociación anuales (las que, prácticamente, son un curso para diplomados). La Sra. Eddy predijo: “La educación del futuro será la instrucción en la Ciencia espiritual, opuesta a las ciencias materiales simbólicas y falsificadas”. Y luego añade: “Todos los conocimientos y vanos esfuerzos de la mente mortal, que conducen a la muerte — aun cuando imiten la sabiduría y magnitud de la Mente inmortal — serán absorbidos por la realidad y omnipotencia de la Verdad sobre el error, y de la Vida sobre la muerte”.Escritos Misceláneos, pág. 61.
La instrucción en clase es analítica, no interpretativa. La Sra. Eddy nos previene contra el peligro de que un maestro imparta interpretaciones erróneas, y añade: “De ahí que, por regla general, el alumno debe explicar únicamente Recapitulación, el capítulo para la sala de clase, y dejar Ciencia y Salud a la diaria interpretación que Dios Mismo imparta”.Retrospección e Introspección, pág. 83.
Por ser una experiencia sistemática, despertadora y espiritual, la instrucción en clase — como programa reeducativo — sobrepasa las limitaciones de los sentidos mortales. Las puertas del pensamiento se abren amplias a las infinitas posibilidades disponibles de inmediato para cada estudiante de la Ciencia Cristiana.
Nuestra Guía, la Sra. Eddy, dice: “La incisiva verdad que se abre paso a través del hierro y del barro, es evitada por la mayoría de la gente hasta que se ven obligados a darle una mirada. Entonces le abren sus corazones para encontrar el ser verdadero, la salud, la santidad y la inmortalidad”.The First Church of Christ, Scientist, and Mis cellany, pág. 160. ¿No se podría pensar en la instrucción en clase de la misma manera, como traspasando los mitos de un concepto mortal del hombre y de la existencia? Esta instrucción penetra como rayo laser a través de toda clase de limitaciones ficticias. Abre las puertas a mayores oportunidades y nos muestra que no tenemos por qué aceptar las limitaciones impuestas sobre mortales restringidos nacidos de la materia.
El profeta nos exhorta: “Ensancha el sitio de tu tienda”. Isa. 54:2. Los falsos sentidos mortales quisieran cercarnos. El despertar y la expansión del pensamiento que se pueden obtener mediante la instrucción en clase ensanchan nuestra tienda, nuestra morada mental, la cual parece entonces más amplia, más satisfaciente, más útil y productiva.
La instrucción en clase es para aquellos que han descubierto la necesidad que tienen de crecimiento y desarrollo espirituales y cuya devoción los ha capacitado para avanzar. Es para aquellos que están firmes en su percepción de quiénes son como hijos de Dios y que tienen hambre de aprender más acerca de Él. Lo más importante es estar listo espiritualmente. Edad, color, raza, educación, tiempo de estudio, no sirven de criterio. La tabla de medir es nuestra devota consagración a la Ciencia de la Vida, que vemos ilustrada en la vida de Cristo Jesús y que ha sido elucidada por su fiel seguidora, nuestra Guía, en la Ciencia completa que el Maestro vivió y enseñó. Nuestro Maestro nos dio la pauta: “Bienaventurados los que tienen hambre y sed de justicia...” Mateo 5:6. Este es el verdadero factor que determina nuestra preparación.
No siendo algo que deba posponerse para un futuro vago, la instrucción en clase está disponible ahora para aquellos que están verdaderamente listos. En casi todas las partes del mundo, hay dedicados maestros que están enseñando a aquellos que están preparados para obtener un conocimiento más elevado de su verdadera identidad. Entonces los alumnos estarán capacitados para ir y practicar más ampliamente esta sagrada Ciencia. Algunos lo harán como practicistas públicos, pero todos pueden irradiar la luz de la realidad sobre la humanidad con el ejemplo de sus propias vidas. El propósito de la Ciencia es despertar, sanar, bendecir, elevar, espiritualizar, purificar los sentidos y mostrar las riquezas espirituales que están al alcance de todos, en todas partes, cualquiera que sea su edad. Muchos dedicados jóvenes al terminar su instrucción en la Escuela Dominical, están listos para aceptar las obligaciones de recibir instrucción en clase.
Es posible alcanzar una dimensión totalmente nueva de nuestro modo de vivir, a medida que los horizontes se expanden y los alumnos vislumbran más y más las actuales posiblidades de la existencia. La promesa del Maestro: “Todo lo que el Padre me da, vendrá a mí”, Juan 6:37. atañe tanto al alumno en su elección del maestro que considera puede enseñarle mejor, como al maestro al ser puesto en contacto con los alumnos que el Padre le envía para que les enseñe. Este contacto entre maestro y alumno es una relación sagrada. Nada hay que pueda comparársele. Equivale a reunirse bajo el gobierno del Principio divino, y adelanta el desarollo de todos los interesados. Recurrir a la sabiduría de la Mente divina en este respecto, nos permitirá encontrar la relación y la dirección adecuadas. Ya que no es un propósito personal, la elección de un maestro por parte del alumno resulta de la dirección y percepción espirituales.
Cuando uno piensa en la maravillosa declaración del Maestro de que el reino de los cielos no está “aquí” o “allí” sino “dentro de vosotros”, Ver Lucas 17:21 (según la versión King James). se percibe que el propósito central de la instrucción en clase es el de aportar un reconocimiento más claro de que el reino de Dios se encuentra justo dentro de la identidad individual de cada uno. El reino está al alcance de todos para que se reconozca y acepte. De este modo el hecho de que somos hijos de Dios sale más y más a la luz. Esta manifestación a menudo ocurre durante la actividad desarrollada en clase o como resultado de ella. Pasajes familiares se amplían y resplandecen a la luz del despertar que se produce durante cada reunión de la clase enseñada por un maestro consagrado de la Ciencia Cristiana. El resplandor y la gloria de la clase persiste para iluminar nuestro camino, sacándonos de la esclativud del sentido material y llevándonos hacia la libertad del Alma.
La Biblia nos dice: “Serán todos enseñados por Dios”. Juan 6:45. Nuestra Guía enseñó la primera clase de Ciencia Cristiana. A su vez, esos alumnos enseñaron a otros, y así sucesivamente. Pero en todo lo referente al trabajo de la clase, es el Cristo quien revela las verdades del ser.
Refiriéndose a Samuel y al progreso que éste hizo en el servicio de Dios, la Biblia nos dice: “Jehová estaba con él, y no dejó caer a tierra ninguna de sus palabras”. 1 Sam. 3:19. Esta promesa debiera ser tiernamente abrigada tanto por el maestro como por el alumno. ¿Por qué? Porque lo que ha ocurrido ha sido que la consciencia del alumno ha despertado a un mayor reconocimiento de su filiación original.
Después de la instrucción en clase viene el día anual de la asociación. En este día, los alumnos del maestro se reúnen para participar de una fiesta preparada con sustanciales y pertinentes ideas que el maestro ha cosechado durante el año, y con las cuales él “nutre” a su rebaño. Las ideas que se comparten en la asociación continúan dando alimento espiritual a todos durante el año. La asociación es algo que todo estudiante de esta Ciencia que haya tomado instrucción en clase espera con anhelo. Es una cena espiritual dada por el Padre, la que bendice tanto al alumno como al maestro. Este día santo puede ser comparado con el Día de Pentecostés, día en que mucha gente de diferentes razas y lenguas se reunieron para escuchar a los discípulos dirigirse a ellos. En la Biblia, en el libro de Hechos, leemos que los corazones de aquellos que escuchaban fueron conmovidos al oír cada uno de ellos el mensaje de Dios en su propia lengua. Del mismo modo, en el día de la asociación, cada alumno puede ser todavía más vivificado, alimentado, satisfecho. Puede escuchar al nivel de su propia comprensión y receptividad. Entonces puede vivir lo que espiritualmente ha sido despertado en él y así irradiar luz dondequiera que sus actividades lo lleven.