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Conozcamos más a nuestra Guía

Del número de junio de 1982 de El Heraldo de la Ciencia Cristiana


Mary Baker Eddy. Una mujer que amaba la Biblia, que escuchaba a Dios de todo corazón y Lo obedecía.

Ya se trate de una persona que sea una profunda admiradora y seguidora de las enseñanzas de la Sra. Eddy, o de una escéptica que pone en tela de juicio cada punto metafísico que ella presenta, cualquier observador sincero tendrá que admitir que fue una de las más notables mujeres de la historia. Fundadora de una religión que se ha extendido por todo el mundo; restauradora de la primitiva curación cristiana; maestra; fundadora del The Christian Science Monitor; autora de uno de los más estudiados libros de texto religiosos.

Es muy comprensible que aquellos cuyas vidas han sido transformadas, aquellos que han sido sanados de enfermedades o liberados de una vida pecaminosa al leer Ciencia y Salud con Clave de las Escrituras, no abriguen duda de que la Sra. Eddy escribió por revelación divina. La ven, de hecho, inseparable de esta revelación. Reconocen que ella fue el revelador para esta época, y aceptan la continuidad de su liderazgo. Bajo esta luz los estudiantes de Ciencia CristianaChristian Science (crischan sáiens) sienten por ella un aprecio cada vez mayor, como resultado de un constante y perceptivo estudio que hacen de sus escritos. Ella explicó: “Quienes me buscan en mi persona o en algo que no sean mis escritos, me pierden en lugar de hallarme”.The First Church of Christ, Scientist, and Miscellany, pág. 120.

Mediante tal estudio no sólo se percibe más de la revelación, sino que también se ve más claramente la misión de esa singular persona que estaba preparada espiritualmente para recibir la Ciencia divina, el Consolador prometido por Cristo Jesús. Las páginas de su libro exponen lo que como reveladora vislumbró. Estas páginas nos capacitan para percibir, y comenzar a demostrar, la naturaleza de la realidad. Cuando somos genuinamente receptivos a las verdades que contienen sus escritos, comenzamos a discernir que Dios es infinitamente bueno, un Dios que cuida de Sus hijos y los protege. Comprendemos mejor el hecho de que el hombre, como idea espiritual de Dios, es espiritual, sano, puro. Vislumbramos la verdad de que toda la creación está perpetuamente sostenida en la perfección de Dios.

Las personas leen Ciencia y Salud bajo diferentes puntos de vista. Quizás en algún momento obtengan una percepción completamente original de toda la creación de Dios, de Dios Mismo, del hombre y de su relación con Dios. Otras veces es posible que al leer tengan que luchar para comprender verdades específicas para solucionar alguna condición determinada que estén enfrentando. Supongamos, por ejemplo, a una persona que esté sufriendo de alguna enfermedad que interfiera con el gobierno normal de su cuerpo. O quizás forme parte del directorio de alguna organización y tenga dificultad en establecer un concepto correcto de gobierno dentro de la corporación. Esas personas pueden recurrir a Ciencia y Salud, y con la ayuda de una Concordancia obtener muchas percepciones poderosas sobre el tema de gobierno.

Por ejemplo, es posible que se sientan guiadas a estudiar el primer párrafo en la página 177. Un consagrado estudio de algunos puntos de ese párrafo les dará un profundo sentido del hecho de que el verdadero gobierno pertenece exclusiva y absolutamente a la Mente divina. Tal profunda convicción aporta percepción y curación.

Y, aún más, tal vez otro lector enfoque ese párrafo de otra manera. Si lo estudia con el fin de comprender mejor a la Guía del movimiento de la Ciencia Cristiana, es posible que obtenga una nueva perspectiva. Ese párrafo incluye la siguiente oración: “La evidencia del poder sanativo de la Mente divina y de su absoluto gobierno es para mí tan cierta como la evidencia de mi propia existencia”.

Aquí tenemos a una persona que captó tan claramente el gobierno que la Mente divina mantiene sobre su creación, que su convicción sobre este punto fue, realmente, tan poderosa como la convicción de que ella misma existía. ¿Cuántos de nosotros podríamos, con toda sinceridad, hacer tal declaración? Esta profunda certeza espiritual, revela hechos significativos acerca de la autora: su sólido discernimiento del poder de Dios, su confianza divinamente motivada. Supóngase que usted fuera a leer Ciencia y Salud de principio a fin — inclusive todos los otros escritos de la Sra. Eddy — con el propósito específico de descubrir más acerca de ella como Descubridora, Fundadora, Guía. Vería que muchas referencias se le presentan bajo una luz totalmente nueva.

Y quienes tengan un profundo deseo de conocer a la Sra. Eddy como reveladora, enriquecerán continuamente su percepción de ella al emprender un consagrado estudio de Ciencia y Salud. Una concienzuda lectura de esta obra despierta al lector sincero a darse cuenta de que el libro desafía los básicos conceptos de la existencia mortal. Este desafío, especialmente considerado a la luz del impacto directo que ejerce en la consciencia humana, es obvio que no puede proceder de un autor común. Detrás de las palabras, hay un tremendo sacrificio, una labor monumental en bien de la humanidad.

El lector perceptivo verá que los esfuerzos titánicos de la Sra. Eddy al escribir y demostrar las verdades contenidas en Ciencia y Salud, presentan al lector mismo inmensas exigencias. En sus páginas no se le proporciona una vía para eludir la necesidad de vencer la mortalidad, sino que se le muestra un camino para enfrentarse con la mortalidad y comenzar a destruirla mediante una mayor demostración de la perfección de Dios.

Diferentes autores realizan diferentes objetivos por medio de sus escritos. Sí, descubrimos incidentes en la vida de la Sra. Eddy: su búsqueda de Dios cuando era niña; Ver Ciencia y Salud 359:22-30. su propia avaluación de la magnitud de su descubrimiento y cuál sería el futuro de este descubrimiento; Ver ibid. 107:1-110:24. casos específicos de curaciones que ella efectuó y cómo las hizo; Ver e.g., ibid. 184:29-6. y la inmensa carga de trabajo que tuvo que llevar. Ver ibid. xii:6-13; 463:34-12. Pero si el lector verdaderamente busca a la Sra. Eddy, con la suficiente receptividad espiritual, la descubrirá realmente como reveladora y sentirá lo que significa su liderazgo del movimiento de la Ciencia Cristiana.

Cuando uno lee Ciencia y Salud no sólo siente que la Sra. Eddy lo está guiando hacia una profunda comprensión del mensaje inspirado de la Biblia acerca de la totalidad de Dios y de la perfección del hombre, sino también que ella es una autora que se preocupa profundamente por su lector y que es tiernamente susceptible a sus luchas sobre las pretensiones de la mortalidad. Con un corazón que anhelaba ayudar a la humanidad, la Sra. Eddy escribió: “Confío, querido lector, que estoy guiándote al entendimiento de tus derechos divinos, la armonía que es tu legado celestial,— así que cuando leas esto, comprendas que no hay causa (fuera del sentido erróneo, mortal y material, el cual no es poder) capaz de enfermarte o hacerte pecar, y espero que vas venciendo este falso sentido”.Ibid., pág. 253.

La Sra. Eddy percibió que ella tenía un papel único que desempeñar como Descubridora y Fundadora de la Ciencia Cristiana. Comprendió cómo había de seguir a Cristo Jesús. Registró en los anales de la historia al Consolador prometido por Jesús, un Consolador que Jesús nos aseguró que estaría con nosotros “para siempre” y que nos enseñaría “todas las cosas”. Ver Juan 14:16,26.

Es una experiencia vivificante y memorable el aceptar a este Consolador y sentirse protegido por él a través de estos escritos. El buscador perceptivo no podrá menos que sentirse conmovido al comprender que en esas páginas está leyendo sobre una mujer que reconoció a este Consolador y nos lo dio a conocer.

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