Inflación. El alza de precios amenaza colocar las mercancías y la prestación de servicios más allá del poder adquisitivo de muchos individuos, familias, comunidaes y naciones. Los gobiernos intentan controlarla; no obstante, el índice de inflación sigue ascendiendo. La naturaleza insidiosa de la inflación requiere soluciones específicas.
Vista bajo la luz del razonamiento espiritual, la inflación es un intento agresivo para quebrantar la ley de Dios y, por medio del temor, entronizar la materia. Pero aunque la inflación parezca ominosa, puede ser detenida. La Ciencia Cristiana nos permite conquistar este problema mediante una firme confianza en los hechos espirituales contrarios a la inflación y al dominio que ésta parece tener sobre nuestras vidas. La Sra. Eddy escribe: “Las ideas cristianas presentan ciertamente lo que las teorías humanas excluyen — el Principio de la armonía del hombre. El texto: ‘Todo aquel que vive y cree en mí, no morirá jamás’ no solamente contradice los sistemas humanos, sino que indica la Verdad eterna que se sostiene a sí misma”.Ciencia y Salud, pág. 170.
El estudio de la Biblia y de los escritos de la Sra. Eddy, nos provee suficientes argumentos para contender con este enemigo de la economía y dar el triunfo al Espíritu. Una manera de descubrir soluciones permanentes es considerar las causas que actualmente se atribuyen a la inflación y refutarlas con verdades específicas y científicas. Por ejemplo, las siguientes sugerencias y las verdades espirituales que las contradicen, podrían incluirse como parte del tratamiento curativo para la inflación. No obstante, no debieran interpretarse como una fórmula. El enfoque particular de cada uno hacia la oración debe ser inspirado.
La productividad está declinando y el progreso tecnológico se está rezagando. Si hemos de mantener el crecimiento económico sin altos índices de inflación, algunos economistas dicen que debe haber un aumento compensatorio en la productividad.
Como respuesta, podemos reconocer que la capacidad del Amor divino no puede ser limitada, acortada, debilitada o reducida. La acción del Amor provee incentivos adecuados, crecimiento, desarrollo y descubrimiento. Éstos no se pueden limitar o eliminar. Los pensamientos de Dios son expansivos, creativos, progresivos y sustanciales. El hombre expresa las cualidades de Dios en variedad e individualidad infinitas. Como reflejo de Dios, el hombre no puede estar inactivo o ser negligente. Debido a que el hombre está motivado por la inquebrantable relación que sostiene con el Padre, su energía proviene de la fuente de toda acción correcta. La inteligencia divina provee una corriente ininterrumpida de ideas que pueden ser convertidas en soluciones creativas para problemas tecnológicos. “Dios expresa en el hombre la idea infinita, desarrollándose eternamente, ensanchándose y elevándose más y más desde una base ilimitada”,Ibid., pág. 258. escribe la Sra. Eddy. A medida que comprendemos la naturaleza ilimitada de Dios, nuestros esfuerzos para hacer una contribución a la sociedad serán más fructíferos. Nuestro trabajo será más productivo, y seremos participantes activos en el descubrimiento de soluciones para problemas científicos y tecnológicos.
La confusión reina en los mercados monetarios. Las injusticias en el comercio y las fluctuaciones y devaluaciones monetarias están causando inestabilidad económica. Algunos creen que la humanidad se ve amenazada por la inseguridad financiera y el colapso económico.
Profundizando en los hechos espirituales, vemos que la perfección de Dios y Su reflejo, el hombre, es la única norma permanente sobre la cual basar la estabilidad de la sociedad. La Biblia promete: “Vendrá el enemigo como río, mas el Espíritu de Jehová levantará bandera contra él”. Isa. 59:19. Puesto que Dios es la única causa, este divino estandarte no tiene competidores. El Espíritu es invariable, infinito, sin comienzo ni fin. La sustancia no se puede cambiar por materia; no puede ser corroída, corrompida o subestimada. Por lo tanto, la ley del bien, la única sustancia verdadera que podemos poseer, no fluctúa. Su valor es constante.
Dios jamás abandona a Sus ideas. El hombre está completamente provisto porque Dios provee bien sin fin. Jesús demostró la estabilidad y naturaleza inmediata de la sustancia cuando alimentó a las multitudes. Su capacidad para sanar demostró ingeniosidad e independencia de los sistemas humanos. Al adoptar nosotros las leyes que Jesús probó, podemos ayudar a estabilizar los métodos de intercambio y contribuir a alcanzar una economía más armoniosa. Podemos probar progresivamente que la norma de Dios es la única base verdadera para toda transacción.
Los consumidores son insaciables. La gente desea tener más y más posesiones y está menos y menos satisfecha con ellas. Demasiadas compras y ahorros inadecuados no dejan fondos suficientes para inversiones y mayor productividad.
En realidad, solamente Dios, el Alma, satisface. Los sentidos materiales no ejercen influencia alguna sobre esta ley de la identidad del hombre. El hombre sólo puede sentir inclinaciones naturales y deseos puros; está influido por los mensajes del Alma, el sentido espiritual, y responde a ellos. Dios está comunicando constantemente al hombre su verdadera naturaleza, la cual está a salvo y segura. Por tanto, a medida que afirmamos nuestro dominio sobre las influencias materiales, las compras incesantes e innecesarias serán moderadas y consideradas correctamente. Los períodos de moderación para economías que parecen estar en las garras de la inflación, se lograrán de mejor manera si tenemos el cuidado de responder solamente al Alma.
La avaricia y la corrupción fomentan el aumento excesivo de precios. Un elevado índice de inflación permite que algunos negocios se aprovechen del consumidor, cobrando precios injustificadamente altos.
El Principio establece y mantiene la ley de la armonía. El Principio dirige y gobierna toda actividad. Puro y perfecto, el Principio no puede calcular mal o estar mal representado. En la Mente divina, el hombre se adhiere al Principio y no puede ser desviado de su curso o tentado por el comportamiento no ético. La justicia divina no conoce excepciones. El Principio es siempre justo e incontestado. El hombre jamás es insincero o deshonesto, porque jamás puede estar fuera de la ley de Dios y su acción. La ética en los negocios y en los mercados sentirá el impulso del Principio a medida que persistamos en establecer estas verdades y, como resultado, el consumidor será tratado más equitativamente. La avaricia y la corrupción disminuirán a medida que observemos nosotros mismos y alentemos a otros a observar una norma que esté basada en la ley espiritual.
Los gobiernos son incapaces de ayudar a detener el aumento del costo de vida. Las medidas impuestas por los legisladores no dan resultado.
El temor que surge siempre que la mente mortal califica los problemas de insolubles puede eliminarse al comprender que la confusión y la ineptitud no son propiedades de la Mente. No conociendo problemas crónicos o insolubles, la Mente expresa orden, total entendimiento, decisión, y es confiable. La Mente es fortaleza e inteligencia. El reino de la armonía divina no está circunscrito a plataformas de partido o al plazo de tiempo en que se desempeñe un cargo. La Mente no puede ser obstruida por la tiranía o quedar sin expresión. El gobierno de Dios no está sujeto a caprichos o a la corrupción.
Incluso en un ambiente político a veces hostil, Cristo Jesús demostró invariablemente las verdades del ser. Pese a que se hicieron intentos por limitar su influencia, el Cristo, la Verdad, que él representaba, permaneció intacto. Las soluciones de Jesús para el sufrimiento no fueron afectadas por sistemas políticos. El resultado fue que la verdad enseñada por Jesús sobrevive hoy en día, sin que su valor h ya disminuido.
A medida que depositemos nuestra confianza en estas verdades, el resultado será una verdadera disminución de los efectos de la inflación y un aumento en armonía. Nuestra responsabilidad como ciudadanos y pensadores cristianos nos exige adoptar las verdades que ayudarán a terminar con la inflación.
