¿Qué ocurre en el Espíritu? ¿Cómo funciona el universo espiritual? ¿Posee el Espíritu su propia “ecología”? La respuesta debe ser afirmativa, mas esa ecología se basa enteramente en la relación entre Dios y lo que Él ha creado.
El Espíritu es Dios, y Dios se manifiesta en el universo espiritual y en el hombre. En consecuencia, el hombre está ligado a Dios. Por medio de la Ciencia Cristiana podemos comprender esta verdad y, cuando lo hacemos, escuchamos a Dios y nos acercamos a Él. Esto se ilustra en la historia de Noé antes del diluvio. Tanto Noé como los animales que lo rodeaban fueron protegidos porque él había construido el arca después de escuchar el mensaje divino. Parte de la interpretación espiritual de “arca” que da la Sra. Eddy dice: “Seguridad; la idea o el reflejo de la Verdad, demostrado ser tan inmortal como su Principio; el entendimiento del Espíritu, destruyendo la creencia en la materia”. Y continúa en el siguiente párrafo: “Dios y el hombre, coexistentes y eternos...” Ciencia y Salud, pág. 581.
El Espíritu es la única realidad de la existencia. El Espíritu es divinamente natural. La relación entre Dios y el hombre fue claramente percibida por Cristo Jesús, que a menudo expresaba su convicción de esta inseparabilidad, como cuando dijo: “Yo y el Padre uno somos”. Juan 10:30.
No es de sorprenderse que Jesús anunciara al Consolador, o el espíritu de Verdad. El Cristo establece en la consciencia humana la relación entre Dios y el hombre; la Ciencia del Cristo es el vínculo espiritual entre nuestro entendimiento actual y la realidad espiritual. La Ciencia divina es la Ciencia de Dios con el hombre. Esta Ciencia, el Consolador, eleva el concepto de ontología, que es la ciencia del ser o de aquello que existe. En el capítulo titulado “La Ciencia del Ser”, en Ciencia y Salud por la Sra. Eddy, se explica esto cabalmente. Es interesante saber que “La Ciencia del Ser” fue el primer capítulo en la primera edición de Ciencia y Salud y se titulaba “Ciencia Natural.”
La unidad indestructible entre Dios y Su expresión, el hombre, está establecida y sostenida por la ley divina. El hombre coexiste con Dios ahora. El hombre vive en el ciclo infinito del Amor. El Cristo viene a nosotros para traernos luz, y con esta inteligencia espiritual llegamos a saber que hay sólo una Mente, un Ego; esto nos ayuda a encontrar nuestra filiación espiritual. Cuanto más reconozcamos este vínculo perfecto, tanto más podremos dejar de lado lo que nos liga a la tierra y nos sentiremos más libres para ayudar a otros de manera científica. A medida que establecemos nuestro ser en la consciencia espiritual de la realidad — donde hay amplio espacio para todas las ideas de Dios — nos damos cuenta de que nuestra actividad nunca cesa y que cada uno cumple individualmente el plan que Dios tiene para nosotros.
El hombre es nacido de Dios, el Espíritu. Vive en el reino del Espíritu y no puede separarse de él, porque el Espíritu es Todo. El hombre no puede abandonar su ambiente verdadero o ser expulsado de él. Esta relación es científica, y puede ser demostrada. A causa de la relación indestructible que existe entre Dios y el hombre, podemos comenzar a romper limitaciones y dificultades que Dios no ha creado: la superpoblación, la falta de recursos energéticos, el temor, la inmoralidad, las postraciones nerviosas y la concepción finita del universo; es decir, toda complicada cadena mortal que se enreda en sí misma.
¿Cómo podemos establecer más claramente esta relación científica que ya existe entre el hombre y su creador? Ciencia y Salud nos da la respuesta: “Sólo por el reconocimiento de la supremacía del Espíritu, que anula las pretensiones de la materia, pueden los mortales desechar la mortalidad y hallar el vínculo espiritual indisoluble que establece al hombre por siempre en la semejanza divina, inseparable de su creador”.Ciencia y Salud, pág. 491. Esta unidad de Dios y el hombre es permanente, eterna, pura y perfecta; no se puede destruir, interrumpir ni deteriorar. No existe ningún elemento externo que pueda dañar esta unidad o interferir en ella, porque existe en Dios Mismo y Dios es Todo. La relación entre Dios y el hombre es sustancial, hermosa y asombrosamente sencilla. Se manifiesta por siempre con frescura y luminosidad. Como Dios es su fuente, y como Dios, que es toda abundancia, provee ideas espirituales que no se consumen, esta relación está siempre en el punto máximo de su perfección.
Moisés, el gran legislador del Antiguo Testamento, demostró su coexistencia o unidad científica con Dios. Cuando estuvo preparado para escuchar a Dios, recibió de Él el siguiente mensaje: “Yo soy el que soy”. Éx. 3:14. La unidad entre Dios y el hombre tiene raíces en el “Yo soy”.
Esta unidad debe ser reclamada, comprendida, demostrada, amada y probada cada día. ¿Cómo lo hacemos? Expresando todas las cualidades — tanto masculinas como femeninas — que Dios nos ha otorgado, permitiendo que Él se revele en nosotros por medio de Su Ciencia, aceptando más ampliamente lo que Él nos da en todo momento, sumergiéndonos en el Amor divino y dando testimonio de la bondad y el orden divinos, mediante la expresión de Su gloria. La estabilidad y constancia espirituales, la obediencia a las leyes de Dios, la fidelidad a Sus preceptos y un intenso deseo de ser enseñado por Dios, son algunos de los medios para alcanzar esta meta. En la Primera Epístola de Juan, que nos alienta y muestra de qué manera establecer y enriquecer nuestra comunión con Dios, encontramos un buen consejo para seguir en este camino.
¿Afecta esta comunión a nuestro medio ambiente? ¿Es universal la comunicación de Dios? La respuesta se halla en esta explicación de la Sra. Eddy: “Dios da la idea menor de Sí mismo como un vínculo para la idea mayor, y en cambio, la superior siempre protege la inferior. Los ricos en espíritu ayudan a los pobres en una gran hermandad, teniendo todos el mismo Principio, o Padre; y bendito es el hombre que ve la necesidad de su hermano y la satisface, buscando el bien propio en el ajeno”. Y en el mismo párrafo agrega: “Todas las expresiones diversas de Dios reflejan salud, santidad e inmortalidad — Vida, Verdad y Amor infinitos”.Ciencia y Salud, pág. 518.
La atmósfera del hombre es el Amor, y el Amor se refleja en ideas infinitas. El estudio de la relación entre estas ideas — el hombre y el universo verdadero — y Dios, el creador y sustentador de todas ellas, es singular y nos muestra lo que podría llamarse la ecología del Espíritu. Descubrimos el placer de cumplir con nuestra parte en el reconocimiento de la continuidad del ser científico. Y cada uno de nosotros puede encontrar su nicho.
Y dijo Jehová:
He aquí el pueblo es uno,
y todos éstos tienen un solo lenguaje.
Génesis 11:6
