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Una mañana desperté con un leve dolor de cabeza, y se lo conté a mi...

Del número de junio de 1982 de El Heraldo de la Ciencia Cristiana


Una mañana desperté con un leve dolor de cabeza, y se lo conté a mi mamá. Esa tarde tenía un ensayo de ballet, pero le dije a mamá que estaría bien. Sin embargo, como una hora después, durante el ensayo, no podía ver muy bien y un poco más tarde casi no podía caminar sin zigzaguear. Todos me decían: “¡Mollie, te ves tan enferma! ¿Quieres sentarte?” Yo pensaba una y otra vez que Dios me había creado, por tanto, no podía estar enferma.

Al llegar a casa, mamá llamó por teléfono a una practicista de la Ciencia Cristiana para que orara por mí. Después mamá me acostó y me leyó la Lección Bíblica en el Cuaderno Trimestral de la Ciencia Cristiana. Hablamos sobre la lección, sección por sección. Pronto me quedé dormida. Cuando desperté, me sentía perfectamente bien. Me levanté y cené sin problema alguno. ¡Estoy tan agradecida por la ayuda de la practicista!

Tuve otra experiencia cuando estaba montando a caballo en un lugar de veraneo en donde trabajaba mi hermana. Habíamos oído decir que algunos de los caballos eran difíciles de manejar. La noche antes de partir, mi mamá despertó y se sintió inquieta. Oró por mí sabiendo que Dios siempre estaba conmigo. Al día siguiente fuimos a caballo por la pista, y no tuve problemas de importancia. Pero al terminar el paseo, apenas me había bajado del caballo cuando otro caballo le dio una patada al mío. Éste se encabritó y se cayó de costado, pero ninguno se lastimó, ni siquiera el caballo. Me sentía tan contenta porque mamá había orado por mí.

Doy gracias a la Ciencia Cristiana por todo lo que ha hecho por mis amigos y por mí. Uno oye acerca de curaciones todos los días. Yo he tenido muchas como para poder contarlas. Mi mamá, papá, hermanas y hermano y el gato, también han tenido curaciones.


La curación física de nuestra hija tuvo lugar un sábado. El lunes anterior ella había traído una nota de la escuela en la que decía que uno de sus compañeros de clase tenía la garganta mal con estreptococos y que todo el grupo había estado expuesto al contagio. Mollie y yo hablamos de su propia identidad espiritual, y acerca de la verdadera naturaleza de cada uno de sus compañeros de clase. Afirmamos que todos eran ideas de Dios, y declaramos el hecho de que sólo el amor es contagioso.

Pero cuando su mejor amiga vino el miércoles a visitarla, de lo único que habló fue del temor tan grande que tenían todos los niños a esta enfermedad. Comprendí que era necesario orar más para vencer el temor, pues parecía que estaba dominando a los alumnos y a los maestros.

El sábado, cuando Mollie regresó del ensayo, tenía algo de fiebre y dolor. Hablé por teléfono con la practicista; luego Mollie y yo leímos la lección y hablamos acerca de ésta. Pronto se durmió con un sueño natural y profundo. Cuando despertó, dos horas más tarde, estaba completamente libre del malestar. No tenía ni fiebre ni dolor. Todos estábamos muy contentos por lo rápido y completo de la curación. También me sentí muy agradecida pues que yo sepa ningún otro niño en el ensayo tuvo estos síntomas.

El incidente de los caballos ocurrió como nuestra hija lo ha descrito. Yo estaba parada cerca de allí cuando ocurrió el accidente. Sucedió como un minuto después de que Mollie había desmontado y estaba parada a corta distancia de allí.

Tenemos cuatro hijos, de los cuales tres ya son grandes, y la Ciencia Cristiana ha sido un remedio seguro siempre que ha surgido algún problema. Siento profundo agradecimiento hacia los practicistas, que tan desinteresadamente responden a nuestras peticiones de ayuda. Sobre todo, es maravilloso saber que nuestro amado Padre está siempre con nosotros, y que podemos recurrir a Él en cualquier momento.

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