Skip to main content Skip to search Skip to header Skip to footer

Progresando en la adversidad

Del número de junio de 1982 de El Heraldo de la Ciencia Cristiana


Si somos sinceros cristianos, nos esforzamos por seguir a Cristo Jesús elevándonos por encima del mal. Esto implica no sólo la determinación de resistir el pecado en todos sus múltiples disfraces, sino también la curación del dolor y la enfermedad. En otras palabras, la vida de un verdadero cristiano (y por ende la de un Científico Cristiano) no deja de tener su elemento de guerra contra las creencias de la carne.

Esta guerra podría parecer desalentadora y ocasionar frustración a menos que el punto de partida correcto — Dios perfecto y hombre perfecto — no predomine en nuestro pensamiento. Entonces, en lugar de sentir que estamos siempre tratando de alcanzar la meta de la perfección, nos vemos fortalecidos por el reconocimiento que confiere paz, de que el hijo de Dios permanece en esa base perfecta. Nuestra tarea es demostrar este estado ya existente del ser en nuestra vida diaria. Esto no es siempre fácil, pero sabemos que cuando mantenemos ante nosotros la verdad del ser, podemos rehusar ser desviados o desalentados por el error.

La existencia mortal es en verdad sólo un sueño del cual debemos despertar volviéndonos conscientes de lo que la vida verdaderamente es: la manifestación de la Vida única y divina. Como la creación del Principio divino, el hombre está siempre consciente de las hermosas cualidades de nuestro Padre celestial y nunca carece de la capacidad para exhibir esas cualidades. El hombre es irrevocablemente saludable, feliz, inteligente, amado. El Espíritu es la sustancia intacta, indestructible de su ser, así que el hombre está exento para siempre de las imposiciones injustas del materialismo, tales como enfermedad, carencia, agotamiento y frustración.

Demostrar continuamente ese verdadero concepto acerca de nosotros y de los demás requiere persistencia. Debemos guardarnos contra la tentación de rendirnos cuando el camino parece duro, pues si sólo continuamos en la dirección correcta, obtendremos nuestra recompensa.

Tuve un ejemplo de eso una vez cuando emprendí una caminata con una amiga. Íbamos caminando a lo largo de un camino angosto bordeado a ambos lados por altos setos que excluían todo el panorama. Aunque nos sentíamos llenas de bríos al comienzo, nuestro entusiasmo comenzó a menguar después de haber caminado penosamente cuesta arriba por largo rato bajo el sol del mediodía, sin poder ver el fin del camino. De hecho, estábamos a punto de regresar cuando repentinamente la más hermosa vista panorámica apareció ante nosotros. ¡Qué error hubiera sido retroceder! Tales incidentes ilustran las recompensas de no rendirse cuando el camino se hace difícil. Mary Baker Eddy, la Descubridora y Fundadora de la Ciencia CristianaChristian Science (crischan sáiens), nos dice: “Los mortales imperfectos llegan a comprender la finalidad de la perfección espiritual lentamente; pero el empezar bien y el continuar la lucha por la demostración del gran problema del ser, es mucho hacer”.Ciencia y Salud con Clave de las Escrituras, pág. 254.

Si durante el transcurso de nuestra caminata nos hubiéramos dado cuenta de la belleza que nos aguardaba, no hubiera existido ningún pensamiento de retroceder. De la misma manera, puesto que Jesús ha trazado el camino hacia el inmenso bien que nos espera a todos los que lo seguimos, no hay excusa alguna para entregarnos a la desesperación por creer que el mal puede pesar más que el bien. Sólo necesitamos perseverar en reclamar el bien que ya nos está esperando.

La Biblia contiene muchos ejemplos de personas que persistieron hasta adquirir un concepto más espiritual de las cosas a pesar de circunstancias desfavorables. Luego de la destrucción de los profetas de Baal, hasta Elías, cuyo pensamiento estaba bastante espiritualizado, se vio tentado a olvidar su lealtad hacia la Verdad. Amenazada su vida por la Reina Jezabel, el ánimo del profeta decayó tanto que aparentemente él dudó de si valía la pena perseguir un curso espiritual. Entonces, mientras estaba sentado debajo de un enebro en extrema desesperación, un ángel, o pensamiento de Dios, tocó a Elías y lo despertó. Fortalecido por los mensajes de verdad enviados por Dios, llegó finalmente al Monte Horeb y allí recibió una vislumbre más profunda sobre la naturaleza de Dios. Ver 1 Reyes 18–19.

Si Elías hubiera permanecido bajo el árbol, consumido por la conmiseración propia, el mundo se hubiera visto privado del impulso espiritual de sus logros. ¿No demuestra esto la importancia de persistir, no sólo por nuestro propio bien, sino también por el de los demás, no importa cuán difícil sea el camino? Eso fue ciertamente lo que hizo nuestra Guía. Aunque ella pasó por prueba tras prueba en su esfuerzo por hacer que la Ciencia del Cristo estuviese disponible para todos, no se dio por vencida ni dejó su obra sin completar.

Si nuestro camino es a veces obstruido por problemas que parecen insuperables y creemos que nos vamos a desplomar, podemos obtener inspiración de aquellos servidores de Cristo que nos precedieron. Al igual que ellos, podemos continuar en nuestro sendero hacia Dios en bien de nuestros semejantes. Podemos demostrar nuestro propio dominio sobre la materia. Nuestra fidelidad y nuestro triunfo final sobre alguna fase obstinada del mal podría ser justamente el estímulo que es necesario para inspirar a otros a tratar de alcanzar la victoria.

La persistencia que Cristo Jesús expresó al vencer las condiciones desemejantes a Dios nos aporta tremenda inspiración. A pesar de la injusticia, persecución y resistencia, él nunca cedió. Su meta era el dominio completo sobre la carne, así que perseveró hasta la ascensión. Y dijo a sus seguidores: “Permaneced en mi amor”. Juan 15:9.

Nuestra Guía nos aconseja: “Amados alumnos, habéis entrado en el sendero. Persistid pacientemente en él; Dios es el bien, y el bien es la recompensa de todos aquellos que buscan diligentemente a Dios. Vuestro progreso será rápido, si amáis el bien supremamente, y comprendéis y obedecéis al Mostrador del camino, quien, yendo delante de vosotros, ha escalado la empinada cuesta de la Ciencia Cristiana, está asentado sobre el monte de santidad, la morada de nuestro Dios, y se sumerge en la fuente bautismal del Amor eterno”.Escritos Misceláneos, pág. 206.

Nunca debemos rendirnos. Aun en los días tormentosos, nuestro corazón puede cantar que hemos encontrado el camino fuera de la materia y sus discordias y hallado la perfección del Hijo, el Cristo viviente.

Para explorar más contenido similar a este, lo invitamos a registrarse para recibir notificaciones semanales del Heraldo. Recibirá artículos, grabaciones de audio y anuncios directamente por WhatsApp o correo electrónico. 

Registrarse

Más en este número / junio de 1982

La misión del Heraldo

 “... para proclamar la actividad y disponibilidad universales de la Verdad...”

                                                                                                          Mary Baker Eddy

Saber más acerca del Heraldo y su misión.