Tengo siete años de edad y me hace muy feliz ser alumna de una Escuela Dominical de la Ciencia Cristiana. A veces los sábados por la noche me acuesto tarde porque salimos o recibimos visitas, y al día siguiente mi mamá me despierta y me dice que tenemos que ir a la iglesia. Uno de esos domingos pensé lo siguiente: “Tengo mucho sueño, y si falto sólo un domingo no pasará nada, porque algunos de mis compañeros a veces también faltan. Anoche me acosté tarde y tengo ganas de seguir durmiendo”.
Se lo dije a mi mamá, y ella, con paciencia y ternura, me ayudó a ver la verdad y me habló de esta manera: “Damiana, ¿qué dicen el primer y segundo mandamientos?”
Respondí: “ ‘No tendrás dioses ajenos delante de mí’ y ‘No te harás imagen, ni ninguna semejanza de lo que está arriba en el cielo, ni abajo en la tierra, ni en las aguas debajo de la tierra. No te inclinarás a ellas, ni las honrarás’ ”. Éx. 20:3–5. Entonces me di cuenta de que el sueño no debía dominarme, porque eso era tener dioses ajenos. En ese mismo momento salté de la cama para vestirme. Desde entonces no permito que nada me engañe para no concurrir a la Escuela Dominical.
A veces también voy a las reuniones de testimonios de los miércoles y tuve la oportunidad de dar el siguiente testimonio: Un domingo le dije a mi maestra que hacía dos días me habían regalado una perrita con la que me encariñé mucho, y le comenté que estaba algo desnutrida y que una persona que la vio me había dicho que tenía parásitos. Esta persona dijo que por eso no tenía buen aspecto y estaba molesta. Mi maestra me hizo pensar en la perrita de una manera mejor y me dijo: “Todas las ideas de Dios son perfectas; ella no puede tener nada que la haga sentirse enferma”. Cuando llegué a mi casa le dije a mi mamá que mi perrita no estaba enferma, porque ella es en realidad una idea de Dios, y que podía levantarla en mis brazos y jugar con ella.
Al día siguiente mi perrita comenzó a deshacerse de los parásitos y continuó así durante tres días hasta que no le quedó nada. Días después notamos que había aumentado de peso, y ahora está hermosa y siempre dispuesta a jugar conmigo en todo momento.
El día que di este testimonio agradecí a Dios por las enseñanzas de la Ciencia Cristiana, por Cristo Jesús y por Mary Baker Eddy.
Siempre doy gracias a Dios porque sé que recibo bendiciones en todo momento porque Dios es Todo-en-todo.