Skip to main content Skip to search Skip to header Skip to footer

La primera vez que oí hablar de esta Ciencia fue por medio de una...

Del número de enero de 1983 de El Heraldo de la Ciencia Cristiana


La primera vez que oí hablar de esta Ciencia fue por medio de una conferencia de la Ciencia Cristiana anunciada en un periódico. No recuerdo el título de la conferencia, pero la palabra “curación” me llamó la atención. En esa época andábamos mal de dinero. De manera que fui a la conferencia por curiosidad, aunque no comprendí mucho de lo que se dijo. Después de terminar la conferencia, me dieron alguna literatura de la Ciencia Cristiana, y en el ómnibus de regreso a casa leí los testimonios de curaciones.

Poco después pedí prestado un ejemplar de Ciencia y Salud por la Sra. Eddy y más números de las publicaciones periódicas de la Ciencia Cristiana. Todo lo que leí me pareció una maravilla indescriptible, y en cosa de dos o tres semanas había dejado de fumar y de tomar bebidas alcohólicas. La curación de estos hábitos ha sido permanente. Otras malas costumbres desaparecieron gradualmente. Desde esa primera curación he tenido muchas pruebas pero también muchas bendiciones.

Antes de estudiar la Ciencia Cristiana raramente me sobraba un centavo. Con una entrada reducida y una familia de quien cuidar, me era muy difícil pasar con lo que tenía. A medida que voy aprendiendo más sobre la verdadera sustancia, he recibido provisión adecuada en muchas maneras diferentes. Dios da todo bien; he comprendido, por lo tanto, que el bien no puede agotarse.

Cada invierno yo sufría de severos resfríos y de una tos constante. Cada vez pasaban cerca de seis semanas antes de que sintiera mejoría. Después de encontrar la Ciencia Cristiana, cierto día, mientras cuidaba de mi nieto que era todavía un bebé, sentí un agudo dolor en el pecho que me era familiar. Me atemorizó mucho. Eché una mirada al surtido de medicinas para la tos que guardaba, algunas compradas recientemente, pero no tomé ninguna de ellas. En lugar, pensé en las verdades espirituales que estaba aprendiendo gradualmente, y recordé que “el Amor divino siempre ha respondido y siempre responderá a toda necesidad humana” (Ciencia y Salud, pág. 494).

Esa noche me fui a la cama con temor, esperando plenamente pasar toda la noche levantada como de costumbre. Sin embargo, sólo tosí una vez, y sentí mi pecho descongestionado y libre. Pasé la noche durmiendo. Al final del día siguiente habían desaparecido todos los síntomas de resfrío. Para mí fue por cierto un milagro. Tiré todas las medicinas, y desde entonces, hace ya unos ocho años, no he vuelto a tomar ninguna. Si he tenido un resfrío leve, pronto lo he vencido al aferrar me a la verdad de que soy la perfecta hija de Dios, y comprendo que, como dijo San Pablo a los atenienses (Hechos 17:28): “En él [Dios] vivimos, y nos movemos, y somos”.

Un día en que me lastimé la pierna, rehusé el ofrecimiento que una amiga me hizo de llamar al médico. Yo sabía que podía confiar absolutamente en la Ciencia. Un practicista de la Ciencia Cristiana oró por mí y me ayudó a ver que el hombre de Dios es sano y que no se ha caído. Esto se demostró que era cierto al lograr una curación completa.

Mi testimonio no estaría completo si no diera gracias por los bellos himnos del Himnario de la Ciencia Cristiana, por la consagrada labor de nuestros practicistas, y también por los muchos amigos que me han apoyado. Estoy adquiriendo confianza y la habilidad para compartir libremente con otros lo que estoy obteniendo de mi estudio de la Ciencia Cristiana. Es una religión maravillosa. Doy gracias a Dios porque la Sra. Eddy la haya compartido con el mundo. ¡No sé lo que haría sin esta Ciencia!


Para explorar más contenido similar a este, lo invitamos a registrarse para recibir notificaciones semanales del Heraldo. Recibirá artículos, grabaciones de audio y anuncios directamente por WhatsApp o correo electrónico. 

Registrarse

Más en este número / enero de 1983

La misión del Heraldo

 “... para proclamar la actividad y disponibilidad universales de la Verdad...”

                                                                                                          Mary Baker Eddy

Saber más acerca del Heraldo y su misión.