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Nuestra misión correctiva

Del número de enero de 1983 de El Heraldo de la Ciencia Cristiana


Como Científicos Cristianos necesitamos tener una apreciación clara y práctica de cuál es nuestra misión correctiva, de lo que ésta exige de nosotros, y de cómo es básica para cada una de las actividades de nuestro movimiento. Es necesario que la veamos como nuestra misión correctiva, la misión correctiva de nuestro movimiento. Esto es esencial si hemos de atestiguar el cumplimiento del enunciado propósito que inicialmente se tuvo para organizar nuestra iglesia: “.. . una iglesia destinada a conmemorar la palabra y las obras de nuestro Maestro, la cual habría de restablecer el cristianismo primitivo y su perdido elemento de curación”.Manual de La Iglesia Madre, pág. 17. Las muchas y variadas actividades de La Iglesia Madre y sus filiales alrededor del mundo están unidas en la vasta función de rectificar falsos conceptos (incluso los nuestros) acerca de Dios y el hombre, acerca de la realidad. Derrocar el error, y reemplazarlo con la verdad liberadora, es la esencia de la curación, redención y salvación universal cristianas.

A fines del siglo pasado, los intentos por desacreditar a la Ciencia Cristiana y a su Fundadora iban en aumento en la prensa sensacional de la época, y no eran poco comunes los sermones incendiarios ofrecidos desde los púlpitos de diversas religiones. La propia obra de la Sra. Eddy a favor de Causa que había fundado continuaba extendiéndose, y ella pidió la ayuda de otros Científicos Cristianos para hacer frente a las continuas diatribas con el intento de suprimir la iglesia en ciernes. Ver Robert Peel, Mary Baker Eddy: The Years of Authority (New York: Holt, Rinehart and Winston, 1977), págs. 157–158.

En 1900 la Sra. Eddy preparó un nuevo Estatuto para ser incluido en el Manual de la Iglesia. Tenía que ver con el establecimiento de un nuevo comité que seria responsable de adoptar medidas correctivas. “Será deber del Comité de Publicación”, especificó ella, “corregir de una manera cristiana las falsas informaciones que se difundan al público con referencia a la Ciencia Cristiana, y las injusticias de que sea objeto la Sra. Eddy o los miembros de esta Iglesia por parte de la prensa diaria, revistas o cualquier clase de literatura puesta en circulación”.Manual, Art. XXXIII, Sección 2. Pero la labor de corregir jamás está limitada sólo a las responsabilidades específicas del Comité de Publicación; concierne a cada miembro y actividad de la iglesia, y requiere nuestro continuo apoyo y un agudo discernimiento obtenido como resultado de la oración, respecto a la naturaleza de las pruebas a que nuestra Causa todavía se enfrenta.

Era obvio desde el comienzo que el propósito para establecer el Comité de Publicación no era crear un departamento de publicidad para el movimiento, sino proveer un medio para sanar la animadversión y los más crasos conceptos falsos que pudieran ser impuestos sobre un público no informado acerca de lo que la Ciencia Cristiana verdaderamente enseña. ¿Cómo podía la gente evaluar correctamente esta nueva promesa de curación y salvación cristiana si el concepto que tenían de esta religión se derivaba principalmente de la información falsa difundida en los informes periodísticos y sermones del momento?

Se exigía curación, curación que disipara la imposición que pesaba sobre el pensamiento público y permitiera una evaluación honrada de la Ciencia del Cristianismo. A nadie se le debía negar este derecho. Y la Sra. Eddy pensó que esto era esencial para el crecimiento y protección de la Causa que ella dirigía.

Un cuidadoso estudio de las actividades señaladas en el Manual de La Primera Iglesia de Cristo, Científico, en Boston, Massachusetts, y sus filiales, mostrará cómo el propósito de la misión correctiva es, de hecho, una responsabilidad del movimiento entero. Por ejemplo, El Cuerpo de Conferenciantes de la Ciencia Cristiana envía conferenciantes alrededor del mundo, por invitación de las filiales, sociedades y organizaciones en las universidades, o por iniciativa de La Iglesia Madre Ver Manual Art. XXXII, Seccs. 1–3; Art. XXIII, Sec. 8., para llevar al público información exacta respecto a las enseñanzas de la Ciencia Cristiana, la curación espiritual, y la vida de la Descubridora y Fundadora de la Ciencia Cristiana. (“Es deber del Cuerpo de Conferenciantes incluir en cada conferencia una respuesta verídica y justa a comentarios que se hagan en público condenando la Ciencia Cristiana, así como dar fe de los hechos relativos a la vida de la Pastora Emérita”.Ibid., Art. XXXI, Sec. 2.) Las Escuelas Dominicales, las Salas de Lectura, los cultos dominicales y las reuniones de testimonios de los miércoles, las publicaciones de la Sociedad Editora de la Ciencia Cristiana — todas estas actividades — contribuyen activamente a corregir el error. Comparten algo de la afectuosa intención del Apóstol Pablo en el Areópago: el Dios único, “es a quien yo os anuncio”. Hechos 17:23. Cuando quiera y dondequiera que se escuche hoy en día esta declaración con su importancia científica para la experiencia humana, se disuelve la ignorancia y, correspondientemente, se pueden sanar los conceptos falsos acerca de la Ciencia Cristiana.

El propósito correctivo original que indujo a establecer el Comité de Publicación, y que desempeñó una parte importante en el establecimiento del Cuerpo de Conferenciantes y de nuestras publicaciones periódicas, es claramente pertinente a las circunstancias y al ambiente actuales, ya que en años recientes ha habido intentos ulteriores para desacreditar y socavar la misión redentora de la Ciencia Cristiana.

La crítica ventilada públicamente en la prensa, radio y televisión ha ido en aumento, y muchos Científicos Cristianos encuentran que hasta algunos de sus propios vecinos son engañados por evaluaciones tergiversadas de la teología de la Ciencia Cristiana expuestas en sermones y en clases de religión. Pero tales denuncias de la Ciencia no son realmente personales; representan, en vez, la resistencia básica de la mente carnal a la Verdad; es la “serpiente” tras el calcañar de lo que ha venido a redimir y consolar a la humanidad.

A medida que el movimiento de la Ciencia Cristiana se ha ido desarrollando desde el siglo pasado hasta convertirse en una parte indiscutible de la experiencia religiosa de la humanidad, invectivas tales como las que la iglesia tuvo que enfrentar en sus comienzos han seguido muy de cerca cada paso de progreso. Persistentes malas interpretaciones continúan en torno a la falsa afirmación de que la Ciencia Cristiana es poco más que una filosofía humanamente mental de ayuda propia en vez del cristianismo poderoso, redentor y protector que en realidad es. Es el cristianismo científico que restablece y explica el verdadero propósito sanador y regenerador de la Palabra de la Verdad que Cristo Jesús, nuestro Salvador, trajo a la humanidad.

Podemos mantenernos firmes y fuertes en nuestra defensa de la Verdad. Y el amor caracterizará todos nuestros esfuerzos por compartir el Cristo, la Verdad, con el mundo. La posición que la iglesia adopta en su obra correctiva no es de carácter defensivo, y, por cierto, no es reaccionaria ni regresiva. Su mira directa y positiva es la curación y el progreso espiritual: cuidar compasivamente de la humanidad corrigiendo injusticias e imposiciones de la mente mortal sobre e público. Para que podamos luchar eficazmente (de manera sanadora) con las mentiras de la mente carnal, esas mentiras y el “mentiroso” se deben ver como lo que son y, después, de manera afirmativa tratarlas sobre la base de la totalidad, la omnipotencia y la bondad absoluta de Dios. Las tergiversaciones de las enseñanzas de la Ciencia Cristiana son realmente tergiversaciones de la idea verdadera de Dios y Su creación. La obra correctiva tiene un significado más amplio y un impacto mayor que la simple enmienda de informaciones y críticas falsas publicadas o habladas.

De manera que la iglesia no se puede permitir el lujo de dar su consentimiento a voces irracionales, ni podemos hacerlo nosotros individualmente como miembros. El trabajo que es requisito realizar para traer al mundo el mensaje puro del Consolador de Dios exige que cada miembro esté alerta, escuchando y orando, y preparado para corregir falsedades con hechos. Sencillamente no es posible dejar que otros hagan el trabajo que nos corresponde. ¿De quién es la responsabilidad de manifestar al Cristo viviente, la Verdad, en nuestra experiencia diaria? Debemos impartir a cada aspecto de nuestras vidas, y a nuestra asociación con otras personas, un concepto correcto de lo que la Ciencia Cristiana enseña y de lo que representa. Como escribe la Sra. Eddy: “Comprendemos la Vida en la Ciencia divina sólo a medida que vivimos por encima del sentido corporal y lo corregimos”.Ciencia y Salud, pág. 167. No podemos asumir una actitud de espera, con la esperanza de que el mal, sus mentiras y sus imposiciones, de alguna manera desaparezcan.

¿Qué podemos hacer individualmente para ayudar a eliminar las imposiciones? Nuestros esfuerzos ciertamente no deberían usurpar las actividades específicas designadas en el Manual tales como el trabajo del Comité de Publicación y del Cuerpo de Conferenciantes. Pero todos podemos orar y estudiar para conocer más claramente lo que la Ciencia Cristiana verdaderamente enseña, y estar atentos a las oportunidades apropiadas para impartir este conocimiento en nuestras relaciones particulares con los demás. Podemos vivir un cristianismo que no pueda negarse: vidas que están listas para consolar y bendecir, sanar e incluir a todos en los afectos. Y más que estar listas: vidas de oración y práctica que, de hecho, consuelan y bendicen, sanan y protegen. En la demostración de la curación espiritual sin adulterar, el estudiante de la Ciencia Cristiana está declarando enfáticamente que hay un Dios supremo, el Espíritu infinito, y Su creación, absolutamente espiritual. Las imposiciones de la mente mortal sencillamente no pueden hacer resistencia a la curación cristiana pura. Son desterradas. Cuando se declara una mentira, podemos contrarrestar específicamente sus pretensiones con la Palabra del Principio divino. La Verdad declarada trae luz al mundo; también ilumina nuestro camino.

La misión correctiva comienza en casa. Las palabras de la Sra. Eddy son aún pertinentes: “Estad seguros de que la injusticia hecha por la prensa y el púlpito a esta religión de cristianos cesará, cuando deje de bendecir a esta religión”.The First Church of Christ, Scientist, and Miscellany, pág. 151. ¿No será que parte de la bendición viene mediante la enseñanza de lecciones necesarias acerca de una continua responsabilidad: asegurar que los falsos conceptos, de hecho, no constituyan (o se vuelvan) percepciones correctas respecto a la manera en que uno está practicando su religión?

Creencias y prácticas falsas por largo tiempo abrigadas, que limitarían nuestro progreso espiritual, cambiarán significativamente, hasta radicalmente, a medida que se aplique a la cuestión un nuevo conocimiento científico sobre la verdadera relación del hombre con Dios. Y el buscador valeroso no se siente intimidado por el cambio cuando éste es necesario. Está dispuesto a luchar con nuevas ideas y a orar para recibir nueva inspiración, a seguir adelante y revestirse “del nuevo [hombre]”. Col. 3:10.

Empezamos examinando nuestros propios conceptos sobre la Ciencia Cristiana y dando muestras de que estamos dispuestos a esforzarnos paciente y humildemente por demostrar todo lo que afirmamos en cuanto a esta Ciencia. Llegamos a ver su aventura universal de salvación, y a participar en ella. Entonces añadiremos la chispa de nuestro amor por la humanidad a la misión correctiva más amplia destinada a liberar finalmente a todo el mundo de las imposiciones de la mortalidad, “de una manera cristiana”. Esta es una meta por la que todos podemos trabajar juntos.

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