Las oportunidades para progresar vienen realmente de nuestra única fuente: Dios. Este hecho se relaciona con nuestra carrera y otras clases de progreso.
El desarrollo parece ser de lo que trata la vida en todos sus aspectos. Pero el concepto humano de vida y desarrollo puede, con frecuencia, incluir elementos destructivos. El desempleo que se extiende por todas partes, el favoritismo, las oportunidades perdidas o el fracaso personal pueden pintar un cuadro vívido que acaba con toda esperanza o confianza que hayamos puesto en nosotros mismos o en Dios.
Esto no quiere decir que Dios nos haya traicionado o que seamos incapaces de progresar. No obstante, nuestra fe tiene que fortalecerse y tal vez reajustarse mediante nuestra comprensión espiritual. Entonces descubrimos que nuestro progreso está realmente dirigido por Dios, la infalible Mente divina.
En realidad, el hombre no está abandonado a su suerte. Es uno con su fuente — Dios — y es gobernado por Dios. Como hijo de Dios sólo puede recibir el bien. La abundancia de bien no tiene fin y es ilimitada porque Dios es infinito.
Estos hechos divinos pueden ser demostrados; pueden aplicarse a la experiencia humana. Las oportunidades para bien están siempre aquí porque Dios está siempre presente. Y estas oportunidades no nos vienen mediante la suerte o la artimaña. La carrera adecuada y otras oportunidades se presentan como la evidencia directa y tangible del amor de Dios para con nosotros. De manera que jamás llegan o demasiado pronto o demasiado tarde; jamás pueden contender con otras actividades útiles; y jamás se nos puede privar de ellas.
Por supuesto, lo que creemos que queremos o necesitamos es posible que no siempre sea lo que nos traiga el mayor bien. Si se nos cierra una puerta, es tiempo entonces de orar sosegada y sinceramente para reconocer la inequívoca dirección de Dios. El hombre jamás es privado del bien que Dios tiene para él, y el reconocimiento de esta verdad espiritual nos guiará hacia la puerta adecuada y nos ayudará a entrar por ella en el momento apropiado. La Biblia dice que “a los que aman a Dios, todas las cosas les ayudan a bien.. .” Rom. 8:28.
El hombre, como Dios lo conoce, no se desarrolla en ningún sentido material. No necesita desarrollarse. La Ciencia Cristiana revela que el hombre ya es — desde la eternidad — completo porque es espiritual, la expresión e imagen de Dios. En realidad, el hombre jamás está confinado a la materia ni a las engañosas restricciones de la creencia material. Por siempre refleja la plenitud de la perfección de Dios — del Espíritu — en belleza, habilidad, fortaleza, inteligencia y salud.
La Sra. Eddy explica: “Dios expresa en el hombre la idea infinita, que se desarrolla eternamente, que se amplía y eleva más y más desde una base ilimitada”.Ciencia y Salud, pág. 258. Toda ocasión para una carrera u otro adelanto individual puede verse como una oportunidad para descubrir y demostrar más de nuestra perfección y compleción eternas como hijos de Dios.
Cristo Jesús ilustró la perfección espiritual del hombre. Con el poder de la comprensión divina curó y regeneró a muchos, cambiando completamente las vidas aun de quienes habían perdido toda esperanza.
El Cristo, la verdadera idea de Dios, el cual Jesús incorporó, todavía está aquí; dando nueva orientación a nuestros pensamientos, sacándolos de la desesperación de la materia hacia la bondad superabundante del Espíritu, Dios. Entonces vemos que las oportunidades que Dios nos da las tenemos justo a mano.