Como maestra de la Escuela Dominical de la Ciencia CristianaChristian Science (crischan sáiens) me he preguntado: “¿Entienden realmente estos alumnos la verdad, la comprenden realmente?” Por experiencia propia puedo contestar esa pregunta. Cuando la semilla de la Verdad ha sido plantada, fructificará.
Como se me crió en la Ciencia Cristiana, concurrí a la Escuela Dominical desde que tenía dos años y medio. En los últimos años de mi adolescencia me fui apartando de la Ciencia Cristiana y no volví por once años. Durante ese tiempo probé diferentes estilos de vida, todos estaban en oposición directa a las enseñanzas de esta Ciencia. Emocionalmente llegué a sentirme muy elevada pero también me sentía muy deprimida. Sentía como si estuviera en un subibaja, un momento arriba y otro abajo.
En este punto mi vida comenzó literalmente a deteriorarse, tanto mental como físicamente. En mi desesperación me esforzaba por alcanzar un propósito más elevado, más satisfactorio. Fue en ese momento que algunas de las verdades básicas que había aprendido en la Escuela Dominical de la Ciencia Cristiana me ayudaron. El hecho de que hay un solo Dios omnipotente, que es todo amor — que me ama como a Su perfecta, impecable y completa creación — era muy consolador. Estoy segura de que estas sencillas verdades de Dios y Su creación me sostuvieron durante aquellos verdaderos tiempos de prueba.
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