Hace algún tiempo me lastimé la rodilla. Inmediatamente llamé por teléfono a una practicista de la Ciencia Cristiana pidiéndole ayuda. Ella me dio algunas maravillosas declaraciones de verdad que me sostuvieron, y me hizo notar la necesidad de retar la creencia religiosa general de que el hombre está separado de Dios y tratando de volver a Él. Sentí gran mejoría, y pude continuar el tratamiento por mi cuenta.
Luego, sin embargo, cuando la condición reapareció, mi marido (que no es Científico Cristiano) anunció que me había hecho una cita para consultar a un médico esa tarde. Fui, y el diagnóstico del médico fue horrendo. Debido a la severidad del caso, dijo que debería operarme inmediatamente y recomendó que viera a un cirujano ortopédico sin tardanza. Procedió a escribir una carta (al cirujano) diciendo que los ligamentos estaban rasgados y los nervios dañados, y que había indicios de agua en la rodilla. El médico entonces me advirtió que si no me operaba, lo iba a lamentar amargamente. Me sentí muy temerosa y atrapada.
Esa noche oré para saber qué hacer; me vino la idea de comunicarme con mi maestro de la Ciencia Cristiana, que fue lo primero que hice a la mañana siguiente. Después de contarle mi historia de pesar, me tranquilizó con este hermoso pasaje de Isaías, que habla así de Dios (45:23): “Por mí mismo hice juramento, de mi boca salió palabra en justicia, y no será revocada: Que a mí se doblará toda rodilla, y jurará toda lengua”. Dijo que trabajaríamos juntos para inclinarnos ante la autoridad de Dios y no ante la de la profesión médica.
Mi esposo y yo acordamos que yo haría una cita para ver al cirujano dentro de diez días. Sin embargo, durante ese tiempo fue obvio para mí que podía depender completamente de Dios por medio de la Ciencia Cristiana para sanar, así que la cita fue cancelada. Pero la creencia en la presión médica tuvo que ser retada una y otra vez. Un pariente que es médico hizo frecuentes llamadas telefónicas a mi marido, instándolo a hacer “algo constructivo” con relación al problema de la rodilla.
En las semanas siguientes encontré que pasajes de la Lección Bíblica del Cuaderno Trimestral de la Ciencia Cristiana e himnos del Himnario de la Ciencia Cristiana adquirían para mí un nuevo y más profundo significado. Ví claramente que así como varios personajes bíblicos — Daniel, Jonás, Pedro, Pablo — no habían sido abandonados en su necesidad, así Dios no me abandonaría ahora. Nunca tuve duda alguna de que me sanaría. Estoy feliz de decir que, después de un tiempo, el temor al diagnóstico médico desapareció por completo.
Un día mientras caminaba hasta una cercana, pensé en el Himno 139 del Himnario de la Ciencia Cristiana. Comienza: “Andando voy con el Amor/y es día santo el día de hoy”. Consideré el significado de las palabras y me di cuenta de que caminar con el Amor, Dios, no podía ser una experiencia dolorosa. Porque caminaba con Él, razoné, yo estaba en realidad sobre tierra santa. Continué pensando en estas líneas hasta que llegué a casa nuevamente, agradecida de que mi tarea había sido cumplida.
Una mañana, mientras hablaba con mi maestro, mencioné que mi rodilla parecía estar fuera de sitio, y que yo había estado tratando de colocarla en su lugar. Él me recordó que todo lo que necesitara ajuste sería ajustado por Dios. Un par de días más tarde hubo un fuerte chasquido a la vez que la rodilla se enderezó. Toda incomodidad desapareció.
Fue un día de gozo cuando me arrodillé en gratitud por la maravillosa curación que había tenido. La Sra. Eddy dice en Ciencia y Salud (pág. 66): “Las pruebas son señales del cuidado de Dios”. Esto ciertamente ha demostrado ser así en mi experiencia.
Estoy profundamente agradecida por esta maravillosa curación, por el amoroso apoyo de la primera practicista y el de mi maestro, como también por la ayuda y bondad demostradas por mi familia y por mis amigos en la iglesia filial a la que concurro.
Florida, Transvaal, República de Sud África