Si alguien nace pobre y vive en un país o lugar donde los recursos son escasos, puede parecer que la vida no ofrece ninguna esperanza. Esa persona podría preguntar: “¿Qué bien me puede hacer la religión cuando necesito tanta ayuda material?” De hecho, podría hasta considerar falsa la declaración bíblica que dice: “Creó Dios al hombre a su imagen” y “vio.. . todo lo que había hecho, y he aquí que era bueno en gran manera”. Gén. 1:27, 31. Pero la Ciencia Cristiana nos muestra cómo podemos probar la verdad de ese pasaje, cómo todos podemos demostrar la compleción que Dios nos ha otorgado en vez de tener que recurrir a los demás en busca de ayuda material.
Refiriéndose al Principio divino de la curación, Dios, la Sra. Eddy declara: “Ese Principio apodíctico señala hacia la revelación del Emanuel, o ‘Dios con nosotros’, la eterna presencia soberana, que libra a los hijos de los hombres de todo mal ‘de que es heredera la carne’ ”.Ciencia y Salud, pág. 107.
Mediante el estudio de la Ciencia Cristiana aprendemos que todas las personas son, en realidad, ideas de Dios. Entonces, demostrar esta verdad se convierte en la obra de nuestra vida. Al reconocer que el Espíritu divino es omnipresente y Todo-en-todo, empezamos a ver la irrealidad de la materia con sus circunstancias malas, y la falta de poder de tales circunstancias para alterar nuestro patrimonio como hijos de Dios. Vemos que la pobreza no es un poder sino un mito. Y a medida que esa comprensión se hace patente, saca a luz en nuestra vida, ahora, nuestra afluencia innata.
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