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La Iglesia en acción

“¿Qué hace que la gente vaya a la iglesia?”

Del número de enero de 1983 de El Heraldo de la Ciencia Cristiana

The Christian Science Journal


Una persona que concurrió por primera vez a una pequeña Iglesia de Cristo, Científico, fue la primera en pararse cuando la reunión vespertina del miércoles se inició para dar testimonios y hacer observaciones. “He vivido en este barrio más de veinte años y, a pesar de que a mi juicio no debía venir aquí, esta noche entré para averiguar qué es exactamente lo que hace que la gente venga a esta iglesia todos los domingos y miércoles. Nunca he visto un casamiento, un funeral ni que se celebraran fiestas, pero supongo que debe haber algo que los hace venir regularmente. ¿Qué es?”

El Lector agradeció al visitante su presencia, luego lo invitó a escuchar a las personas que daban testimonios, quienes seguramente tendrían mucho gusto en explicarle las razones por las que venían. Y los miembros de la iglesia anhelaban compartir sus experiencias y curaciones obtenidas como resultado de lo que habían aprendido acerca de Dios mediante el estudio de Ciencia Cristiana.

Después de escuchar varios testimonios, el visitante se paró nuevamente y dijo que lo que realmente estaba buscando era una explicación de su relación con Dios, y estaba “empezando a recibir el mensaje”.

Respuestas sobre “¿qué hace que la gente vaya a la iglesia?” varían tanto como las personas, las iglesias y las comunidades. Pero un denominador común — un profundo impulso interior y un deseo ferviente de conocer a Dios — trasciende la localidad, las costumbres y hasta la historia.

El deseo de asistir y pertenecer a una iglesia incluye un algo de naturaleza espiritual, algo que puede ser muy diferente de lo que se ve en la superficie. Esto puede asemejarse a la experiencia de Jacob. Al comienzo, él no tenía un concepto muy claro acerca de Dios ni sabía cómo debía comportarse. No obstante, su vida demostró que sentía una fuerza interior, una devoción creciente que lo inducía a conocer a Dios. En Bet-el, por ejemplo, tuvo una nueva revelación de Dios que le dio un propósito más espiritual y fortaleció su deseo de conocer y servir a Dios. Se sintió impelido a simbolizar esta inspiración con una señal de piedra.

Hay una dimensión más profunda en la historia de Jacob. Si bien Jacob no lo reconoció consecuentemente, el poder de la Deidad siempre estuvo presente. Lo hizo luchar contra un obstinado concepto material de la vida hasta que, finalmente, comprendió que la presencia y el poder del bien es Dios.

Esta omnipresencia y omnipotencia de Dios es la base de la devoción que sentimos. A lo largo de la Biblia vemos que Dios sólo tiene consciencia de Sí Mismo, el Espíritu, y de las ideas y formaciones de la Mente infinita. Refiriéndose a esta totalidad de Dios, la Sra. Eddy escribe: “Jesús anuló e invalidó todo lo que es desemejante a Dios; pero no habría podido hacer esto, si el error y el pecado hubieran existido en la Mente de Dios... Este divino misterio de la piedad fue la roca de la Verdad, sobre la cual Jesús edificó su Iglesia de los nuevamente nacidos, contra la cual las puertas del infierno no pueden prevalecer”.No y Sí, págs. 37–38.

La declaración de Pablo: “El Espíritu mismo da testimonio a nuestro espíritu, de que somos hijos de Dios”, Rom. 8:16. también ayuda a explicar el motivo que nos impulsa a ir a la iglesia. Somos hijos de Dios, y el Cristo, que la Sra. Eddy define como “la verdadera idea que proclama al bien, el divino mensaje de Dios a los hombres que habla a la consciencia humana”,Ciencia y Salud, pág. 332. tiene que ser oído si somos receptivos. No hay nada que se asemeje a este sentimiento íntimo que tenemos, esa necesidad de conocer a Dios. Tiene que manifestarse.

Alentadas por la pregunta: “¿Qué hace que la gente vaya a la iglesia?” tres miembros de una iglesia filial hablan sobre el poder de la iglesia, tanto para atraer a la gente a ella como para fortalecer el entendimiento espiritual y curar.

Isabel: Hace poco tuve una prueba de este poder. Hacía más de una semana que me sentía muy cansada, y no podía sobreponerme a esa pesadez. Sin embargo, el miércoles sentí un fuerte deseo de ir al culto de la iglesia, a pesar de que estaba agotada. Prácticamente me arrastré hasta un asiento y me dejé caer. Mas no fui pensando: “Esto me mejorará”. Simplemente sentí que quería estar allí pero no fue un sentido de obligación: “Es mi deber estar allí”.

Después del culto estaba hablando con una persona, y, de pronto, me di cuenta de que me sentía maravillosamente bien. No supe cuándo sucedió. Pero continué sintiéndome muy bien y a la mañana siguiente, al despertar, estaba ¡tan bien y tan llena de energías!

En ocasiones anteriores esa clase de fatiga había sido muy persistente. Pero esta vez simplemente se disipó. Algo de un propósito espiritual se cumplió en ese culto, y estuve muy agradecida por ello.

Juanita: Al decidir asistir a la iglesia nos estamos uniendo a la ley espiritual, al poder de ese Amor divino que consuela y satisface la necesidad humana. Esta resolución de dejar la materialidad y buscar la espiritualidad abre la posibilidad de la curación, y el efecto de la oración se sentirá en la congregación. Aun cuando haya veces en que pensemos que no estamos escuchando activamente, estamos admitiendo el bien.

Mónica: En realidad, Dios se está comunicando siempre, lo escuchemos o no. Al ir a la iglesia estamos dedicando tiempo específicamente para escuchar, y en un lugar en el que no seremos interrumpidos.

I: También es importante la gratitud. Todos hemos escuchado a alguien dar testimonio en una reunión vespertina de los miércoles que no se expresaba con palabras originales, y que tal vez lo que decía estaba gramaticalmente incorrecto. Pero la base del testimonio era una profunda gratitud, una sencillez semejante al Cristo que nos conmovió.

J: Me gustaría continuar con el tema de nuestro compromiso hacia Dios. ¿Por qué son los miembros y los concurrentes a la iglesia tan importantes en este respecto?

M: Creo que hay cierto estímulo y consuelo en conocer a otras personas que están tratando de seguir las mismas enseñanzas que nosotros, quienes creen que Dios está cumpliendo Su propósito por medio de la revelación de la Ciencia divina.

La iglesia expresa estabilidad. Quizás como seres humanos tengamos altibajos, pero la iglesia filial representa la fuerza espiritual. El culto religioso tiene autoridad divina que lo respalda; está basado en el Manual Ver Manual de la Iglesia por Mary Baker Eddy, Art. XIV, Sec. 1., y siempre podemos estar seguros de que incluye la Ciencia pura.

I: También reconozco que la iglesia es la única institución a la que pertenecemos que está dedicada al propósito de encontrar la verdad acerca de Dios y el hombre. Al unirnos a ese propósito profundo, al identificarnos con él en lo más íntimo de nuestro corazón, y, en público, con la organización de la iglesia, nuestra fortaleza espiritual aumenta.

J: Recuerdo un artículo que leí en un Sentinel titulado “El Manual de la Iglesia”, que pone en claro este punto. Decía: “En la actualidad, es mejor que el Científico Cristiano no viva sólo para sí mismo. Su lugar en la organización le enseña muchas cosas que de otra manera no podría aprender, porque lo lleva de la consideración egoísta de sus problemas personales al apoyo desinteresado de una Causa impersonal... y es fortalecido por el buen ejemplo y por el feliz compañerismo, hasta lograr una fe más elevada en el bien a medida que, unido a los demás, va llevando a cabo los fines de la organización”. “El Manual de la Iglesia” por Blanche Hersey Hogue, Christian Science Sentinel, 10 de septiembre de 1910.

[Extractos compilados de la sección “The Church in Action” del The Christian Science Journal.]

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