Ha sido para mí un mundo nuevo
el que la Ciencia divina revela.
Un mundo nuevo de promesas infinitas,
de más vida espiritual y más amor.
Ante mis ojos atónitos de asombro,
los velos más opacos se esfuman,
y Sus verdades, por tanto tiempo ocultas,
como antorchas de luz me iluminan.
Mundo nuevo, sin milagros ni misterios,
el que Cristo Jesús nos prometió,
si a él seguimos y bebemos de su copa,
con fe iluminada y con valor.
Este mensaje que hasta mí ha llegado
desde el Padre, por divina inspiración,
colma de gozo y gratitud mi alma
y me une para siempre a Su infinito amor.
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