La confesión de los pecados es una parte importante del culto en el Antiguo Testamento. Por ejemplo, Moisés, el legislador, dice a sus seguidores: “El hombre o la mujer que cometiere alguno de todos los pecados con que los hombres prevarican contra Jehová y delinquen, aquella persona confesará el pecado que cometió, y compensará enteramente el daño.. . ” Núm. 5:6, 7. Las leyes dadas a Moisés por Dios, la piedra angular de las cuales fueron los Diez Mandamientos, no permitían desviación. Estas leyes establecieron las obligaciones que los hijos de Israel debían a su Dios y a su prójimo. Cuando estas reglas eran obedecidas traían gozo, paz, prosperidad y salud a los individuos y a la nación como un todo. Cuando eran desobedecidas, el sufrimiento individual y nacional era el resultado hasta que el pecado era reconocido como pecado y reprimido. Siglos más tarde, la sabiduría de Proverbios aseguró a los israelitas: “El que encubre sus pecados no prosperará; mas el que los confiesa y se aparta alcanzará misericordia”. Prov. 28:13.
Con el advenimiento de Jesús de Nazaret, la necesidad de la humanidad de descubrir el pecado y abandonarlo, no disminuyó. Cristo Jesús fue el Modelo de la verdadera naturaleza inmortal e impecable del hombre. Sus enseñanzas y ejemplo demostraron más claramente que nunca, que el pecado es un error mortal y no un poder. Pero la obra de Jesús jamás exoneró a sus seguidores de sus responsabilidades individuales de reconocer que el pecado es un error y de apartarse de él. Como indica el Evangelio según San Marcos, los discípulos de Jesús “predicaban que los hombres se arrepintiesen”. Marcos 6:12. Después de la ascensión se siguió poniendo énfasis en la importancia de la confesión. Uno de los últimos libros de la Biblia que se escribió, dice: “Si decimos que no tenemos pecado, nos engañamos a nosotros mismos, y la verdad no está en nosotros. Si confesamos nuestros pecados, él [Dios] es fiel y justo para perdonar nuestros pecados, y limpiarnos de toda maldad”. 1 Juan 1:8, 9.
¿Consideran las enseñanzas de la Ciencia Cristiana que el afrontar el pecado está ahora en desuso? ¡De ninguna manera! La importancia de la confesión, como el reconocimiento y arrepentimiento del pecado, jamás cambiará para los cristianos. En su primera disertación en La Iglesia Madre, la Sra. Eddy dijo: “Examinaos y ved qué y cuánto pretende de vosotros el pecado; y hasta qué punto admitís como válida esta pretensión o la satisfacéis. El conocimiento del mal que da lugar al arrepentimiento es la etapa más prometedora de la mentalidad mortal. Aun la equivocación más leve tiene que ser reconocida como una equivocación a fin de corregirla; ¡cuánto más debiéramos entonces reconocer nuestros pecados y arrepentirnos de ellos, antes de que puedan ser reducidos a su nada original!”Escritos Misceláneos, pág. 109.
Iniciar sesión para ver esta página
Para tener acceso total a los Heraldos, active una cuenta usando su suscripción impresa del Heraldo ¡o suscríbase hoy a JSH-Online!