Estoy muy agradecida porque mis padres aceptaron la Ciencia Cristiana cuando yo era pequeña. Esta Ciencia me ha permitido atender con éxito a los problemas que se presentan en la vida diaria, y, además, he tenido muchas curaciones físicas. Deseo compartir tres curaciones que recuerdo muy especialmente porque me enseñaron una clara lección.
Poco antes de cumplir los veinte años, comencé a salir con un muchacho que tocaba los tambores en una banda de “rock and roll”. Me sentía muy impresionada con su posición y encantada de que una persona así se hubiera “enamorado” de mí. Al poco tiempo, un amigo me contó que este joven se reía de mí a mis espaldas, burlándose de mi credulidad. Cuando esto fue evidente, me sentí herida y humillada. No sabía cómo podría enfrentarme nuevamente con él o con mis otros amigos.
Me sentía muy desgraciada, y esta experiencia era demasiado dolorosa para poder soportarla. Sabía que mis padres estaban muy preocupados por mí, pero nada de lo que ellos me decían parecía calmar mi angustia.
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