Skip to main content Skip to search Skip to header Skip to footer

La oración digna de ponerse en práctica

Del número de octubre de 1988 de El Heraldo de la Ciencia Cristiana


Hay muchas maneras de orar. Y muchas de nuestras oraciones por cierto que nos ayudan a sentirnos más cerca de Dios, y a ser más receptivos a Su voluntad. La oración puede consolarnos, elevarnos y sanarnos.

La oración puede iluminar nuestro corazón y mente con brillantes vislumbres de la realidad divina, y esto puede realmente cambiarnos. El Cristo viene a la consciencia humana, y somos transformados, renovados, y nunca más veremos la vida de la misma manera que antes. Con tal oración siempre hay alguna redención y un continuo progreso espiritual. Estamos glorificando a Dios, y no complaciéndonos a nosotros mismos. Y con tal oración estamos realmente en comunión con Dios en el significado más elevado y más profundo de comunión.

No obstante, hay una clase de oración que algunas veces parece representar un poco más que una “fuente de los deseos”. Si estamos orando sólo para “pedir cosas” — por objetos materiales o por circunstancias — es meramente como tirar una moneda en un pozo, cerrar los ojos, y enviar a ciegas una súplica de buena suerte.

Iniciar sesión para ver esta página

Para tener acceso total a los Heraldos, active una cuenta usando su suscripción impresa del Heraldo ¡o suscríbase hoy a JSH-Online!

Para explorar más contenido similar a este, lo invitamos a registrarse para recibir notificaciones semanales del Heraldo. Recibirá artículos, grabaciones de audio y anuncios directamente por WhatsApp o correo electrónico. 

Registrarse

Más en este número / octubre de 1988

La misión del Heraldo

 “...para proclamar la actividad y disponibilidad universales de la Verdad...”

                                                                                                          Mary Baker Eddy

Saber más acerca del Heraldo y su misión.