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La Biblia: una fuerza vital en la Escuela Dominical

Del número de mayo de 1989 de El Heraldo de la Ciencia Cristiana


Los maestros de Escuela Dominical que enfrentan el desafío de captar la errante atención de niños inquietos, a veces han recurrido a técnicas convencionales de enseñanza para despertar el interés de sus alumnos. Lamentablemente, a menudo el resultado es que estas técnicas se vuelven el centro de atención en lugar de que lo sea la verdad que deberían hacer resaltar. Pero al maestro de Escuela Dominical se le pide que enseñe algo que tiene un atractivo fundamental y propio, que es mucho más fuerte de lo que cualquier otra ayuda externa podría proporcionar. En el Manual de La Iglesia Madre, la Sra. Eddy escribe: “A los niños de la Escuela Dominical se les enseñará de las Escrituras y se les instruirá según su comprensión o habilidad para entender el significado más elemental del Principio divino que se les enseña”.Man., Art. XX, Sec. 2.

Las Escrituras abarcan aquello que todos anhelan experimentar y comprender, ya sea que lo crean o no: la verdad acerca de Dios y el hombre. Es innato en la gente el ansia de saber quiénes son, por qué existen y a dónde van. Tratan de conocer su identidad, propósito y destino. Si no satisfacen este deseo, su vida puede llegar a ser rutinaria y sin propósito. Lo que se revela a través de las Escrituras, con una claridad cada vez mayor, es la verdadera naturaleza del hombre como Dios lo creó, el propósito que tiene Dios para con el hombre y el camino de salvación mediante el cual se satisface ese propósito. Cualquier cosa que esté separada de estas verdades espirituales no responde al verdadero sentido de dirección que necesitan los alumnos. Las Escrituras, de la manera en que la Ciencia Cristiana las ilumina, están llenas de lo que estos jóvenes están buscando, aunque ellos no se den cuenta de lo apropiadas que son las enseñanzas de la Biblia para satisfacer sus necesidades más profundas e íntimas. Además de ayudarlos a tratar con desafíos interpersonales y escolares, la Biblia puede traer curación.

Una noche, un niño de once años repentinamente se puso tan enfermo que su sufrimiento se hizo evidente a sus padres y hermanos. Habiendo asistido fielmente a la Escuela Dominical de la Ciencia Cristiana durante varios años, conocía muy bien el poder sanador de Dios como lo habían demostrado Cristo Jesús y otras personas mencionadas en la Biblia. El niño y su madre se fueron a otra habitación, donde hablaron sobre muchas de las curaciones de Jesús y otros ejemplos de la autoridad de Dios, que él había aprendido en la Escuela Dominical y a través de la Lección Bíblica semanal en el Cuaderno Trimestral de la Ciencia Cristiana.

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