Hace varios años, tuve una experiencia muy especial que me demostró la eficacia de estas palabras: "¿A dónde me iré de tu Espíritu? ¿Y a dónde huiré de tu presencia?.. . Si tomare las alas del alba y habitare en el extremo del mar, aun allí me guiará tu mano, y me asirá tu diestra" (Salmo 139:7, 9, 10). Yo estaba con un grupo de estudiantes universitarios, viajando por el Africa Oriental para estudiar la fauna y ecología de la región. Una de nuestras paradas fue en un parque nacional. Nos alojamos en una tienda de campaña, como a unos cuatro metros de un mesón y otras facilidades.
Cuando me levanté una mañana, me sentí muy débil y enferma. Así que mientras el resto del grupo fue en un safari en busca de leopardos para tomar fotografías, permanecí en la tienda y dormí. Cerca del mediodía, una mujer, quien estaba a cargo del mesón, vino para ver qué me pasaba, puesto que las únicas criaturas que estaban por mis alrededores (que yo supiera) eran unos ruidosos monos que estaban en un árbol. La mujer me hizo algunas preguntas y me dijo que ella era enfermera graduada, y que yo presentaba todos los síntomas de malaria. Cuando me preguntó si yo había tomado medicamentos para la malaria, le dije que yo era Científica Cristiana y que me apoyaba en la oración para sanar. Ella se marchó después de prometerme que me mandaría jugo de frutas.
Durante la mañana había estado tratando de orar, pero me fue muy difícil concentrarme en algo. Aun así yo sabía que aunque estaba sola, como Dios está siempre presente y lo es Todo, El estaba ahí mismo y me ayudaría en una forma tangible.
Más tarde me desperté al oír que se abría la tienda. Un hombre de la localidad entró con una bandeja de frutas y jugos. Al poner la bandeja en la mesa cerca de mí, vio mis ejemplares de la Biblia y de Ciencia y Salud por la Sra. Eddy. Me preguntó si yo era Científica Cristiana. Cuando le respondí que sí, me dijo que también él era Científico Cristiano y que él oraría por mí, si yo lo deseaba. Yo le respondí que me gustaría que lo hiciera, y se marchó.
Sus oraciones tuvieron un efecto inmediato. Pronto pude sentir la majestad de la creación de Dios y que El estaba cuidando de ella, incluso a mí. Podía sentir el amor de Dios sosteniéndome y revitalizándome.
Más tarde, cuando el grupo regresó, me sentía lo suficientemente bien para unirme a ellos e ir a cenar en el mesón. Buscamos al hombre y hablamos con él. Al parecer él había conocido la Ciencia Cristiana recientemente, y, como resultado de sus oraciones, había obtenido ese empleo en el mesón en una época de extremo desempleo. Su forma de dar gracias a Dios, fue el orar por mí. Cuando partimos la siguiente mañana, yo estaba completamente sana. Y nunca más he vuelto a tener malaria, aunque la enfermera me había prevenido contra esa probabilidad.
No sólo fue ésta una maravillosa curación, sino una prueba gloriosa de que nunca estamos fuera del cuidado de Dios. Mi inmediata necesidad fue satisfecha en la forma más inesperada, probando así el hecho de que dondequiera que nos encontremos, y en cualquier situación, tenemos a nuestro Padre como nuestra ayuda siempre presente.
Como Científica Cristiana de toda la vida, he visto y experimentado numerosas otras pruebas del amor infalible de Dios. Estaré siempre agradecida.
Los Alamitos, California, E.U.A.