Se está dando seria consideración a la gran necesidad de que haya paz en el mundo. Paz en las familias; paz en los vecindarios; paz entre facciones religiosas y políticas; paz en las fronteras de naciones pequeñas y entre los gobiernos de las super-potencias. Sin embargo, ¿hemos pensado lo suficiente en la relación esencial que hay entre la paz y la salud: la salud de los individuos y de la humanidad? Y ¿hemos considerado cuán importante es realmente la obra de la curación cristiana para los esfuerzos que hace la humanidad para lograr la paz?
La práctica de la curación metafísica en la Ciencia CristianaChristian Science (crischan sáiens) confirma tanto la presencia de Dios como Su poder para transformar vidas humanas. A medida que vislumbramos algo de la poderosa presencia de Dios, sentimos también la presencia de la paz verdadera. Y esto nos lleva a la comprensión tangible de la presencia de la perfección, o sea, la verdadera salud. La realidad de que Dios está con nosotros; el poder de la paz espiritual; el hecho de nuestra salud verdadera, todo esto es inseparable.
Las epístolas del Nuevo Testamento con frecuencia se refieren a Dios con el título de “el Dios de paz”. Ciertamente, las enseñanzas de Cristo Jesús habían llevado a los primeros cristianos más allá de las anticuadas teorías que consideraban la Deidad como un Dios de venganza personal. Pero, para los seguidores de Jesús, Dios era mucho más que simplemente una Deidad “pacífica”. Para la joven Iglesia, Dios era el Dios de paz, universal, todopoderoso y salvador.
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