Numerosos estudios e informes describen la manera en que el ritmo de vida actual tiene el efecto de dejar a la gente sintiéndose agotada. Ya sea que una persona se dedique a una exigente carrera profesional, que trabaje en una línea de montaje cuarenta horas a la semana o que se dedique por entero a ser ama de casa, los desafíos tienen mucho en común. Después de muchos años en el trabajo, ¿cómo puede alguien mantener un sentido de propósito, alegría y progreso en lo que esté haciendo? ¿Podemos sentir satisfacción en la manera en que ocupamos nuestra vida, en lugar de sentirnos agotados, consumidos ?
Existen docenas de manuales de ayuda propia, libros que supuestamente revelan todos los “secretos del éxito”: cómo llegar a la cumbre y permanecer allí. Pero, la mayoría de las veces, parece que falta algo esencial. ¿Cuál es el propósito verdadero de todo? ¿Dónde está el verdadero significado? Cuando es mucho lo que está centrado en las aspiraciones propias — cuando se concentra en el interés propio, en el egoísmo y en el beneficio propio — puede llegar el momento en que ese yo no sea capaz de soportar la tensión. Finalmente, esta manera de vivir egocéntrica se encuentra en un callejón sin salida.
De manera que ¿a qué podemos recurrir si hemos visto que la “salud y opulencia”, que son la moda de la década de 1980, carecen de algo fundamental en sus propósitos y metas? La gente todavía está descubriendo — como lo ha hecho durante siglos — que la Biblia ofrece una dirección en la que se puede confiar. Es un libro poderoso que nos ayuda a alejarnos de esos callejones sin salida en que nosotros mismos entramos. Señala el camino de progreso continuo y desarrollo individual que puede continuar a lo largo de nuestra vida.
Cuando recurrimos a la Biblia para oír su mensaje con disposición humilde, una de las primeras cosas que descubrimos es que claramente no es un libro “antiguo” o pasado de moda, a pesar de su edad. La Biblia sigue siendo maravillosamente nueva, llena de dirección. y significado espirituales para la vida contemporánea. Nos muestra las cosas que son realmente importantes. Nos dice que el recurrir a Dios nos da sabiduría práctica en nuestra profesión, como también satisfacción en nuestras labores diarias. Nos muestra cómo podemos progresar desinteresada y exitosamente en la vida.
No hay lugar a dudas de que la medida bíblica del éxito es muy diferente de la medida de ganancias materiales que el mundo generalmente usa. Pero en lo íntimo, ¿acaso no preferiríamos todos sentirnos complacidos de lo que somos porque nuestra vida ha sido limpia y útil, porque realmente hemos sido de alguna ayuda a otros, porque nos estamos comportando de tal manera que glorificamos a Dios, porque estamos avanzando espiritualmente?
Este enfoque es realmente la norma de vida más elevada — la norma cristiana — y está al alcance de todos. Y, aun cuando no es eso lo que pensamos acerca de nosotros, o si no hacemos tanto bien como sabemos que podemos hacer, tenemos la promesa de que, al seguir al Cristo, siempre hay transformación y curación. En cierto modo, era a eso a lo que se refería el Apóstol Pablo cuando hablaba de despojarnos del “viejo hombre” y vestirnos del “nuevo”. El debe de haber tenido eso en mente cuando escribió: “Hermanos, yo mismo no pretendo haberlo ya alcanzado; pero una cosa hago: olvidando ciertamente lo que queda atrás, y extendiéndome a lo que está delante, prosigo a la meta, al premio del supremo llamamiento de Dios en Cristo Jesús”. Filip. 3:13, 14.
Para que nuestra vida esté dirigida por Dios, de modo que no seamos agotados por el empuje y la tensión que son parte del concepto que tiene el mundo del éxito, se requiere una profunda humildad y que escuchemos calladamente en oración. Los momentos dedicados a la oración son de esencial importancia. Allí es donde recibimos fuerza, aliento y renovación.
Y cuando estudiamos la Biblia, hay un importante libro que, según muchos han comprobado, abre las profundas dimensiones espirituales de las lecciones esenciales presentadas en el Antiguo y el Nuevo Testamento. Ciencia y Salud con Clave de las Escrituras por la Sra. Eddy revela la verdadera sustancia espiritual de la realidad, que es la clave para que nuestra vida tenga sentido y cumplamos con nuestro propósito individual. Cuando empezamos a comprender quiénes somos como creación de Dios, Su semejanza espiritual, vemos que el lazo que tenemos con Dios no se puede romper. Descubrimos que el acceso que tenemos al poder divino jamás puede ser cerrado. Obtenemos una comprensión de nuestras verdaderas aptitudes para hacer el bien, aptitudes que la mundanalidad o el materialismo no pueden confundir.
La comprensión de que somos la expresión pura de la Mente divina, Dios, es notablemente liberadora y vigorizante. En realidad, no somos mortales egoístas y centrados en nosotros mismos, siguiendo una trayectoria rumbo a una colisión con nuestras propias limitaciones. Dios se está expresando eternamente en el hombre. Y puesto que Dios, el Espíritu omnipotente, no puede ser disminuido por la acción de Su propia expresión, entonces Su hombre — nuestro propio ser verdadero — tampoco es disminuido. Este es el hecho espiritual de la identidad del hombre como se revela en la Ciencia Cristiana, y, mediante la oración, esta verdad se puede demostrar con efectos prácticos en nuestra profesión y en la vida diaria.
Si ocupamos nuestra vida en buscar la voluntad de Dios — y en hacerla — nuestros esfuerzos y energías no se agotarán. La vida que se usa para servir a Dios, en realidad, jamás se gasta, sino que continuamente se revitaliza, se renueva y está llena de inspiración. La Biblia dice de los que esperan en Dios — de los que prestan atención a Su dirección y la siguen — que su fortaleza es siempre renovada. Ellos siguen su curso en la vida sin cansancio de espíritu... y “levantarán alas como las águilas”, Isa. 40:31.