Las primeras palabras de la Biblia son: “En el principio creó Dios los cielos y la tierra”.
¿No sería bueno comenzar cada cosa que hacemos de la misma manera, es decir, con Dios?
“En el principio Dios”. En la mañana cuando sale el sol y los pájaros empiezan a cantar, puedes despertar y comenzar tu día dando gracias a Dios. Mientras te lavas la cara y te vas a desayunar, puedes pensar en el Padre Nuestro, que dice: “El pan nuestro de cada día, dánoslo hoy”. Mateo 6:11. (¡Nuestro pan no es sólo el que usamos para hacer tostadas! Dios nos da todo lo que necesitamos durante todo el día.)
Cuando vas a jugar con tus amigos, puedes comenzar por ver que cada amigo es realmente el hijo de Dios, puro y amoroso. Y comenzar por verte también a ti mismo así, especialmente cuando tu mamá te pide que ordenes tu cuarto. Quizás sería bueno que cada vez que tengas miedo de que tus hermanitos menores puedan romper tus juguetes, comiences a ver que no está bien pensar que Dios te hizo bueno solamente a ti, pero no a ellos.
De noche, si tienes aunque sea un poquito de temor de ir a dormir a oscuras, comienza por recordar que el amor de Dios está en todas partes, aun en la oscuridad. El lo crea todo y lo cuida. Todo lo que es real es Suyo, y si algo no es real, ¡no puede estar allí donde tú estás!
En todo lo que hagas, sea lo que fuere, puedes comenzar con Dios. ¡Y también permanecer con El!