Skip to main content Skip to search Skip to header Skip to footer

LOS PIONEROS DE LA CAUSA

La Causa de la Ciencia Cristiana, en sus primeros días, atraía trabajadores de todo el mundo. Ellos se sentían motivados por un espíritu vital, y por la convicción de que esta Causa era más grande que todas las demás, y se entregaron a ella por entero. Esta serie explora algo de lo que fundamenta el compromiso que hicieron estos individuos.

Ellos respondieron al llamado

Archibald McLellan

Del número de junio de 1989 de El Heraldo de la Ciencia Cristiana


La Sra. Eddy nunca había conocido personalmente a Archibald McLellan cuando lo nombró Redactor de sus publicaciones periódicas en 1902. Aún así su selección no fue hecha al azar. Ella estaba enterada de la labor de McLellan como miembro activo de su iglesia filial en Chicago y como primer Comité de Publicación para el estado de Illinois, en Estados Unidos. Ella escribió en una ocasión que los resultados de ese Comité habían sido logrados ”no mediante la agresión, sino mediante el amor”. Citado en las reminiscencias de Frances McLellan Ramsay, Archivos y Biblioteca de La Iglesia Madre, pág. 9.

Cuando le ofreció el cargo de Redactor, le explicó lo que la tarea requería: “Usted sabe que un redactor debe ser digno de confianza en la palabra y en los hechos, hábil, sensato, competente para discernir la necesidad del público, para reprender el mal personal y desinteresado al hacerlo”. Carta de la Sra. Eddy a Archibald McLellan, 8 de junio de 1902, Archivos.

Bajo la dirección directa de la Sra. Eddy, recibiendo tanto sus correcciones frecuentes como sus alabanzas, Archibald McLellan fue responsable de todo lo que aparecía en el Christian Science Sentinel y en The Christian Science Journal. Su tarea como redactor se incrementó en 1903 cuando comenzó a publicarse la edición en alemán de El Heraldo de la Ciencia Cristiana.

Ese mismo año, en un acto que ella denominó ”de gran importancia para nuestra Causa”, la Sra. Eddy revisó uno de los Estatutos de su Manual de la Iglesia, aumentando el número de Directores de La Iglesia Madre de cuatro a cinco. El nuevo miembro que ella eligió fue el Sr. McLellan. Al nombrarlo, ella escribió: “Lo he estado observando y, hasta la fecha, usted ha hecho lo correcto en todos los asuntos de importancia”. Carta de la Sra. Eddy a La Junta Directiva de la Ciencia Cristiana, 5 de febrero de 1903, Archivos.

Como Redactor y Director, el Sr. McLellan estaba en comunicación directa con la Sra. Eddy, más que cualquier otro Director. Habiendo sido ejecutivo de una importante empresa de información crediticia, McLellan era conocido por su idoneidad para los negocios y la organización. Sin duda, estas aptitudes fueron de gran utilidad no sólo durante la construcción de la Extensión de La Iglesia Madre, sino también más adelante, cuando la Sra. Eddy lo nombró como uno de los tres Fideicomisarios de sus bienes. También lo puso a cargo de los necesarios preparativos para que ella se mudara de Concord, New Hampshire, a Chestnut Hill, Massachusetts.

No es sorprendente, entonces, que a menudo sus horas de trabajo se extendieran considerablemente. De acuerdo con un testigo en quien se podía confiar (¡su esposa!), casi todas las noches el Sr. McLellan traía a su casa ”montones de papeles” para seguir trabajando, y muy rara vez se iba a dormir antes de la madrugada. Citado en el bosquejo de McLellan por William D. McCrackan, pág. 2, Archivos.

No es de extrañarse que se sintiera abrumado de vez en cuando por las numerosas exigencias, como lo admitió ante la Sra. Eddy: ”En tales momentos, tiendo a sentirme muy desalentado, pero sé que es el mismo mal el que incita tanto el error como el desaliento, y, por tanto, logro desecharlo”. Carta de McLellan a la Sra. Eddy, 27 de agosto de 1903, Archivos. A pesar de todas las vicisitudes, Archibald McLellan fue un hombre que se mantuvo fiel al lema de sus antepasados escoceses: ”Dios lo quiera, yo lo haré”. Reminiscencias de Ramsay, págs. 2, 15.

Quizás el logro más notable del Sr. McLellan fue cuando la Sra. Eddy hizo un llamado para establecer el The Christian Science Monitor, nombrándolo Redactor en Jefe. McLellan, con la colaboración de los Fideicomisarios de la Sociedad Editora, llevó a cabo algo maravilloso. En menos de cuatro meses después del llamado de la Sra. Eddy, la Sociedad Editora se había ampliado, se había instalado maquinaria y empleado al personal necesario. La víspera del día de Acción de Gracias, el Sr. McLellan entregó a la Sra. Eddy el primer número del Monitor.

Su colaboración a este hecho histórico está mejor descrita por Erwin D. Canham: ”En el comienzo, cuando había que sentar tantos precedentes y abrir surcos en un suelo nuevo, el talento periodístico tenía que estar imbuido de un discernimiento espiritual. Esto, por supuesto, siempre será cierto, pero en 1908 era especialmente importante que el primer redactor fuese un responsable funcionario de la iglesia, así como un experimentado hombre de negocios. No se podría haber hecho una elección más acertada que la del Sr. McLellan”.Commitment to Freedom: The Story of The Christian Science Monitor (Boston: Houghton Mifflin Company, 1958), pág. 74.

Redactor. Director. Fideicomisario de los bienes de la Sra. Eddy. Rara vez o nunca hubo un Científico Cristiano que sirviera simultáneamente en cargos tan importantes como los que ocupó Archibald MeLellan. Aceptó cada nueva obligación en obediencia afectuosa a la dirección de la Sra. Eddy. Las palabras que dirigió a la Sra. Eddy en 1903 reflejan el espíritu que animó su continuo servicio durante tantos años: ”Todo lo que soy se lo debo a la Ciencia Cristiana, y lo menos que puedo hacer es ser obediente a las necesidades de la Causa”. Carta de McLellan a la Sra. Eddy, 27 de enero de 1903, Archivos.

Para explorar más contenido similar a este, lo invitamos a registrarse para recibir notificaciones semanales del Heraldo. Recibirá artículos, grabaciones de audio y anuncios directamente por WhatsApp o correo electrónico. 

Registrarse

Más en este número / junio de 1989

La misión del Heraldo

 “... para proclamar la actividad y disponibilidad universales de la Verdad...”

                                                                                                          Mary Baker Eddy

Saber más acerca del Heraldo y su misión.