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¿Quisieran participar en nuestra “reunión” de testimonios?

Del número de junio de 1989 de El Heraldo de la Ciencia Cristiana


La gente a veces se sorprende cuando, al visitar por primera vez una reunión de testimonios de los miércoles en La Iglesia Madre, el Primer Lector pide a la congregación que sean breves al dar testimonios para que un número mayor de personas puedan hablar. Luego, cuando a la congregación se le invita a compartir sus experiencias, las expresiones de gratitud son tan numerosas, que la gente se levanta y espera su turno para dar testimonio de la eficacia sanadora de la Ciencia Cristiana. Y como casi siempre hay alguien esperando, el Lector recuerda a los testificantes cuando su tiempo se ha excedido.

En cierta forma, esto es similar a lo que ocurre cuando en el Departamento de Redacción del Journal, Sentinel y Heraldo recibimos de la congregación mundial de La Iglesia Madre testimonios escritos. Los testimonios esperan su turno para ser considerados, y si son elegidos por la redacción para publicados, entonces hay que adaptarlos, con la ayuda de los redactores, para ajustarlos a los requisitos de espacio que permiten la publicación de tantos testimonios como sea posible en cada número.

Los lectores nos han dicho que les gustan los testimonios más cortos y la variedad más amplia que esto ofrece. Pero el mantener un mayor flujo de testimonios que sean más cortos — testimonios que sean al mismo tiempo metafísicamente correctos y llenos de mensajes sanadores — realmente depende de nuestros lectores, puesto que en estas revistas los lectores son también nuestros escritores. Los invitamos a que dejen desbordar frecuentemente sobre el papel la gratitud que sienten por la Ciencia Cristiana. Las indicaciones para enviar testimonios las encontrarán en la sección de anuncios de este número.

No es necesario que un testimonio contenga curaciones dramáticas. Podemos publicar una vez al año el testimonio que nos envíen, aunque las curaciones que compartan no deben ser una repetición de experiencias publicadas anteriormente. Deberán ser un relato convincente del resultado concluyente de una curación que se pueda atribuir claramente a la Ciencia Cristiana; y coincidir con el concepto que tenía la Sra. Eddy sobre dar testimonio de la curación de una enfermedad (Manual de La Iglesia Madre, Art. VIII, Secc. 24): “Más que un mero relato de bendiciones, escala el pináculo de la alabanza e ilustra la demostración del Cristo ‘que sana todas tus dolencias’ (Salmo 103:3)”.

Esas curaciones que les han traído inspiración y progreso pueden inspirar y alentar a muchos otros a buscar, o a continuar buscando, la curación por medio de la Ciencia Cristiana. Para algunos lectores de diferentes partes del mundo, la sección de testimonios en las publicaciones periódicas es la única “reunión” de testimonios a la que pueden concurrir esa semana. De modo que los invitamos a que vayan más allá del círculo inmediato de reuniones de testimonios de los miércoles, a las que regularmente apoyan, y que participen tan frecuentemente como les sea posible en esta “reunión impresa” mundial de corazones agradecidos.

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