En el año 1970 conocí la Biblia, que nunca había leído, si bien mi familia pertenecía a una determinada religión. La Biblia me la obsequió una compañera de trabajo. Durante los años siguientes, continué leyendo las Escrituras y traté de encontrar alguna religión que me explicara los puntos oscuros que nadie me podía aclarar.
En ese tiempo, cada invierno, y cuando había cambios bruscos de tiempo, sufría de una congestión e inflamación de la nariz y garganta. Todo esto se calmaba sólo con inyecciones que, según los médicos, no era conveniente que se dieran a menudo. Además, padecía de angina infecciosa, que se presentaba dos veces al año y para la cual recibía atención médica y tomaba medicamentos. También, necesitaba beber un depurativo en ayunas, y tomar infusiones digestivas después de las comidas.
Cierto tiempo después de haber comenzado a leer la Biblia, una tarde fui al cine, cerca de donde trabajo, donde exhibían la película Desaparecido ("Missing"). Se trata de la historia, basada en un hecho real, de un Científico Cristiano norteamericano que viaja de los Estados Unidos a Chile en busca de su hijo desaparecido. En ese momento empecé a preguntarme de qué se trataría la Ciencia CristianaChristian Science (crischan sáiens), de la que nunca antes había oído hablar.
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