La tarea del Segundo Lector
Servir como Segundo Lector no significa tener una labor secundaria. La lectura correcta del Libro de los libros no es tarea de poca importancia. El Primer Lector conduce el culto religioso cada domingo y el Segundo Lector comparte la responsabilidad por la unidad de este culto. ¿Significa esto que el Segundo Lector debe trabajar por medio de la oración para proteger el propósito sanador de nuestro culto? Sí, ya que honrar la Palabra — leerla de tal manera que revele su belleza, majestad, poder, gloria e importancia para las necesidades humanas — es valorarla como es debido; entonces la Palabra, bendecirá al Lector y a la congregación.
En una iglesia de la Ciencia Cristiana, la plataforma de los Lectores no tiene dos niveles, uno para el Primer Lector, y otro, un poco más bajo, para el Segundo Lector. El pastor de nuestra Iglesia, aunque se compone de dos libros, es un sólo pastor; por tanto, los Lectores actúan como uno solo al servir a ese pastor. El Segundo Lector tiene un agudo sentido de la supremacía de la Biblia, pues sin ella no hubiera sido posible escribir Ciencia y Salud. En las palabras de nuestra Guía, la Sra. Eddy, ambos libros están "predicando a esta Iglesia y al mundo" (ver Man., Art. XIV, Secc. 1).
Si nos vemos a sí mismos meramente como mortales que tratan de leer con comprensión espiritual, probablemente no nos sentiremos muy satisfechos. En cierto modo, las palabras entrarán por el ojo humano y saldrán por la boca, y aún serán meras palabras. El apóstol Pablo lo describe así: "El hombre natural no percibe las cosas que son del Espíritu de Dios, porque para él son locura, y no las puede entender, porque se han de discernir espiritualmente" (1 Cor. 2:14). Por tanto, la Palabra de Dios se lee mejor cuando vivimos en comunión diaria con el Padre, y percibimos y expresamos algo de nuestra verdadera naturaleza como Sus humildes servidores. La santidad es natural para el hombre espiritual, de modo que no es necesario usar una especial entonación de "santo" simplemente porque estamos leyendo del libro más sagrado.
La prosa y poesía tan hermosas de la Biblia fueron escritas hace mucho; sus metáforas, símiles y parábolas pertenecen a milenios pasados; sus escenas, sus ambientes pastorales, hasta su historia y geografía quizás no sean fáciles de visualizar claramente con estos ojos del siglo veinte. Por lo tanto, una exigencia especial es que el Segundo Lector debe estar bien familiarizado con las épocas y la gente de la Biblia, con sus esperanzas y temores, y aun con el calor y el polvo; a fin de expresar mejor el mensaje contenido en las palabras que lee con veracidad y sinceridad.
Otras traducciones de la Biblia pueden ser útiles, como también comentarios bíblicos, cuando el significado de algunas palabras no sea claro. El tono de voz debe relatar la historia verdadera; si el Lector realmente lo siente, también lo sentirán los oyentes.
Naturalmente, los Lectores practican mucho tiempo leyendo en voz alta. Leer en voz alta toda la Lección-Sermón ayuda a unificar la lectura. El Segundo Lector tiene la tarea de conducir a la congregación en los versículos alternados de la Lectura Alternativa, y puede hacer mucho para elevarla y para que no sea una mera repetición de palabras bien conocidas.
Quizás, la modesta esperanza de todo Lector sea merecer que alguien con un oído receptivo le dé la alabanza más valiosa: "Gracias. A medida que pasaba el tiempo lo escuchaba a usted cada vez menos y a la Palabra cada vez más".
Estudiando y sanando: experiencia de un Lector
El primero entre los deberes que nuestra Guía asigna a los Lectores es que "deben dedicar una parte adecuada de su tiempo a la preparación de la lectura de la lección del domingo.. ." (Ver Man., Art. III, Secc. 1.) Este estudio disciplinado no trae de por sí resultados el domingo por la mañana. Es simplemente una manera de estar preparado para la revelación de la Verdad. La Biblia dice: "Procura con diligencia presentarte a Dios aprobado, como obrero que no tiene de qué avergonzarse, que usa bien la palabra de verdad" (2 Tim. 2:15).
Una lección que fue particularmente memorable para mí, comenzaba con el siguiente versículo de la Biblia, en el Texto Aureo: "La paz os dejo, mi paz os doy.. . No se turbe vuestro corazón, ni tenga miedo" (Juan 14:27). Y ese tema continuaba a través de las seis secciones de la lección. Al prepararme para el culto del domingo, estudié la palabra paz y encontré que uno de sus significados era "ponerse de acuerdo para dar fin a las hostilidades" y "liberación de pensamientos inquietantes o agobiantes". Había estado luchando contra una creencia hostil de vida en la materia y de temor a sus consecuencias, como resultado de una caída bastante seria. (Esto implicaba lo que obviamente parecían huesos rotos en la muñeca y en el brazo, aunque nunca me sometí a un examen físico. Por medio del estudio y la oración, inspirados por la lección, comencé a ver que podía terminar con la hostilidad entre el Espíritu y la materia, reconociendo la supremacía del Espíritu, el poder y la omnipotencia de Dios, y la nada del mal en cualesquiera de sus aspectos. A partir de ese momento, comenzó la curación. Varios síntomas fueron aliviados rápidamente y, finalmente, se llevó a cabo la curación cuando la serena confianza en la totalidad de Dios disolvió el temor.
Esta curación ocurrió en los comienzos de mi experiencia como Lector y trajo con ella una maravillosa seguridad. Era la Mente quien mantenía todas las cosas unidas, a mí y al culto de la iglesia. La integridad del culto y la entereza del hombre como reflejo de Dios estaban intactas. Yo sabía que la libertad de movimiento, el ritmo, la tranquilidad y el bienestar, la libre expresión — todo lo que constituye la compleción del hombre y de la lectura — provenían de la Mente. Sentí la presencia del Cristo hablando a la consciencia humana, con todo el poder de Dios apoyándola; sin ningún pensamiento proyectado hacia ninguna persona, ni de ninguna persona, sólo la omnipresencia de la Mente llenando todo el espacio, presente con cada individuo para revelar y sanar.
Comentarios bíblicos, diccionarios y diferentes traducciones de la Biblia despertaron en mí un sincero aprecio por la espiritualidad y el amor por Dios que tienen muchos cristianos eruditos, y, a menudo, me abrieron el pensamiento a nuevas perspectivas. Pero la clave de la Biblia, denominada Ciencia y Salud con Clave de las Escrituras, es indispensable. Ciencia y Salud por la Sra. Eddy, y los trece libros compilados en Prose Works, contienen miles de citas bíblicas que iluminan los pasajes de las Escrituras.
Por ejemplo, en una Lección Bíblica sobre el tema "Vida", había un versículo de Proverbios que, si bien es muy sencillo, también es de un profundo significado. El versículo dice: "Bienaventurado el hombre que me escucha, velando a mis puertas cada día, aguardando a los postes de mis puertas" (Prov. 8:34). Recordé que, en alguna parte, la Sra. Eddy se refería a las puertas del entendimiento espiritual, y busqué la palabra puertas en las Concordancias de sus obras. En Escritos Misceláneos, encontré su referencia a la revelación de San Juan sobre el nuevo cielo y la nueva tierra, sin sufrimiento, pecado o muerte. "Sus puertas, declaró, estaban incrustadas con perlas — comparables con la comprensión inestimable de la existencia verdadera del hombre, que debiera reconocerse aquí y ahora".Miscellaneous Writings (Escritos Misceláneos), p. 30: "The gates thereof he declared were inlaid with pearl, — likening them to the priceless understanding of man's real existence, to be recognized here and now." Si uno tiene presente esta definición de puertas mientras lee la Biblia, esa "comprensión inestimable de la existencia verdadera del hombre" se podrá sentir, pues el Amor divino nos da a cada uno la capacidad para comprender todo lo que Dios otorga.
Uno puede comprobar que en esta tarea no se trata de librar una lucha para obtener inspiración. Se comienza con Dios. Es Su tarea. Todo se obtiene por medio de El. En Santiago (4:8) leemos: "Acercaos a Dios, y él se acercará a vosotros". En eso consiste el estudio de la Ciencia Cristiana, en acercarse a Dios.
