Una amiga me hizo algunas preguntas sobre Ciencia Cristiana. Así que le presté el libro de texto de la Ciencia Cristiana, Ciencia y Salud con Clave de las Escrituras por la Sra. Eddy. Cuando me lo devolvió me dijo: “Estoy segura de que es bueno para ti y para tus amigos de la iglesia que lo comprenden; pero para mí es demasiado complicado. Si tengo un dolor de cabeza es mucho más fácil tomar una aspirina”.
Esta experiencia me hizo pensar más profundamente sobre el propósito de la Ciencia Cristiana y lo que impulsa a una persona a continuar con el estudio de Ciencia Cristiana, aun cuando parezca que los remedios materiales puedan ser más fáciles.
Yo conocí la Ciencia por mis padres que se interesaron en ella por medio de un socio. Mi padre sufría del estómago desde hacía mucho tiempo, había probado muchos medicamentos pero sin ningún resultado. Entonces empezó a estudiar Ciencia Cristiana y sanó por completo por medio de la oración. Después de esto empecé a concurrir a una filial de la Iglesia de Cristo, Científico; al principio ocasionalmente, pero continuaba recurriendo a las píldoras y medicamentos para aliviar malestares pasajeros. Al mismo tiempo, era tímida y temerosa de muchas cosas. Pero puedo recordar con claridad que había llegado a un punto en que sentí la imperiosa necesidad de algo más.
Pensando en retrospectiva, me doy cuenta de que mi anhelo no era tanto de mejorar mi salud, sino de lograr una mejor comprensión de la vida, del verdadero ser. Sentía que debía haber una manera más libre de vivir. Me doy cuenta ahora de que lo que yo realmente deseaba era crecer espiritualmente, o sea, conocer mejor a Dios.
Empecé a estudiar la Biblia y Ciencia y Salud, también a pedir ayuda por medio de la oración a un practicista de la Ciencia Cristiana cuando tenía algún problema físico. Comencé a aprender que Dios es el único creador del hombre y que mi verdadera identidad es espiritual, pues el hombre es el reflejo, o expresión de Dios, e incluye todo lo bueno. Esos malestares fueron sanando uno tras otro, y, gradualmente, me volví menos tímida y temerosa. La Sra. Eddy explica este fenómeno en Retrospección e Introspección: “Una persona sanada por la Ciencia Cristiana no sólo es sanada de su enfermedad, sino que mejora moral y espiritualmente. Como el cuerpo mortal no es sino el estado objetivo de la mente mortal, esta mente debe ser regenerada para mejorar el cuerpo”.Ret., pág. 34.
¿Qué es lo que impulsa tal renovación, tales cambios de pensamiento genuinos y correctos? Los discípulos de Cristo Jesús deben de haber vislumbrado lo que era. Cuando Jesús llamó a Simón Pedro y a su hermano Andrés, diciendo: “Haré que seáis pescadores de hombres”, lo siguieron de inmediato. Al poco tiempo también Jacobo y Juan dejaron sus redes de pescar para dedicar su vida al discipulado. Ver Marcos 1:16–20. La naturaleza divina encarnada en Jesús como Hijo de Dios, debe de haber despertado en ellos el deseo de responder. El espíritu del Cristo habla en voz alta y con insistencia a la consciencia humana receptiva, y esos hombres comenzaron su sagrado aprendizaje sin vacilar. Ellos siguieron adelante sanando y salvando, tal como les había enseñado el Maestro.
La Biblia dice: “Ciertamente espíritu hay en el hombre, y el soplo del Omnipotente le hace que entienda”. Job 32:8. El ímpetu divino que impulsa nuestro crecimiento hacia Dios está dentro de todos.
Por tanto, si alguien dijera “yo no sabría por dónde empezar”, se le podría señalar como respuesta estas palabras de la Sra. Eddy: “El propósito y el motivo de vivir rectamente pueden lograrse ahora. Una vez logrado ese punto, habréis comenzado como debíais. Habréis comenzado por la tabla de sumar de la Ciencia Cristiana, y nada, salvo una mala intención, puede impedir vuestro progreso. Si trabajáis y oráis con móviles sinceros, vuestro Padre os abrirá el camino”.Ciencia y Salud, pág. 326. Ya seamos jóvenes o viejos, nunca es demasiado temprano o demasiado tarde para comenzar a percibir el propósito divino del hombre. Por débil que parezca nuestra comprensión de este propósito, el estar deseosos de vernos como hijos de Dios y dispuestos a trabajar para probar la realidad espiritual, asegura nuestro progreso.
Cuando comenzamos de esta manera pronto empezamos a ver la necesidad de efectuar cambios en nuestra manera de pensar. Cuando partimos de la base de que Dios es Todo, y nos esforzamos por comprender y vivir desde el punto de vista de que no hay otro poder, estamos operando desde una base diferente a la del pensamiento tradicional. Debemos preguntarnos constantemente: “Esta acción, ¿está de acuerdo con la premisa de que Dios, el bien, el Espíritu, es Todo?” Si la respuesta es “sí”, podemos seguir adelante con confianza.
Debido a su amor por la humanidad, la Sra. Eddy fundó una Iglesia abundantemente equipada con medios para el progreso espiritual. Tanto para el alumno de la Escuela Dominical que estudia la Biblia a la luz del libro de texto, como para el miembro de una iglesia o para el que asiste a los oficios donde escucha la Lección Bíblica Del Cuaderno Trimestral de la Ciencia Cristiana. que se lee los domingos y que se ha estudiado durante la semana, así como para el que lee las publicaciones periódicas de la Ciencia Cristiana o para el que toma instrucción en clase de un maestro autorizado de la Ciencia Cristiana, el propósito es el mismo: ayudarnos a todos a acercarnos a Dios, a comprender mejor a Dios, y asimilar esta comprensión expresándola en vidas purificadas, con un sentido más elevado de amor y satisfacción. Y por medio de este proceso inevitablemente disfrutamos de más salud y felicidad.
Pero, ¿qué ocurre con las malas intenciones que, como se nos advierte, pueden impedir nuestro progreso? Es un verdadero desafío hacer que nuestra vida se asemeje cada vez más a la del Maestro. Cuando nos esforzamos por hacerlo, percibimos las intenciones erróneas que, consciente o inconscientemente, se presentan bajo la forma de voluntad humana, fariseísmo, autojustificación o egoísmo. Estos y otros rasgos de la mentalidad material que pretenden argüir que el hombre vive en un cuerpo material totalmente separado de Dios, deben ser dejados de lado.
A veces podemos dar un paso que no es prudente, o sentirnos desalentados. Pero las nuevas experiencias y desafíos que se presentan en nuestra vida requieren una comprensión espiritual más profunda. Y cada experiencia en la que somos vencedores nos eleva a mayores alturas.
¿Hacia dónde finalmente nos conducirán nuestros esfuerzos? ¿Cuál es la meta de nuestros esfuerzos? ¿Lograremos alguna vez conocernos por completo tal como somos, espirituales y perfectos? La Sra. Eddy ofrece esta visión de la consciencia totalmente regenerada: “¡Qué pensamiento iluminado de fe es éste! que los mortales pueden despojarse del ‘viejo hombre’, hasta que se halle que el hombre es la imagen del bien infinito que llamamos Dios, y aparezca la plenitud de la estatura del hombre en Cristo”.Escritos Misceláneos, pág. 15.
El pensamiento mortal, encadenado a lo terrenal, no puede comprender al verdadero ser, en el cual no existe enfermedad, dolor, pesar, pecado o muerte. Sin embargo, éstas y otras formas de discordancia son desconocidas para Dios, quien es el bien y crea únicamente el bien. Finalmente serán desconocidas para nosotros cuando nuestro progreso alcance la totalidad de la identidad espiritual, ese reflejo de consciencia divina que es legítimamente nuestro. “¡Qué pensamiento iluminado” en efecto, es el que fortalece nuestra resolución de comenzar a recorrer el camino que conduce hacia el Espíritu, y de comenzar ahora mismo!