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En el Salmo 107 (versículos 2 y 14) leemos: “Díganlo los redimidos...

Del número de agosto de 1989 de El Heraldo de la Ciencia Cristiana


En el Salmo 107 (versículos 2 y 14) leemos: "Díganlo los redimidos de Jehová, los que ha redimido del poder del enemigo ... Los sacó de las tinieblas y de la sombra de muerte, y rompió las prisiones". He tenido muchas pruebas de esto, particularmente, durante una curación que tuve hace varios años.

Por un largo período de tiempo, yo había estado muy débil y tan enferma que me desesperaba porque creía que jamás volvería a sentirme bien. No salía sola de la casa por temor a perder el conocimiento. Sólo podía comer pequeñas cantidades de alimentos blandos, y estaba perdiendo el uso de una pierna, que se había puesto muy delgada e inestable.

Escudriñé las Escrituras conjuntamente con Ciencia y Salud por la Sra. Eddy. Un día, cuando estudiaba la Lección Bíblica semanal, este pasaje captó mi atención (pág. 261): "Fijando vuestra mirada en las realidades supernas, ascenderéis hacia la consciencia espiritual del ser, tal como el pájaro que ha salido del huevo y alisa sus alas para un vuelo en dirección al cielo".

Yo sabía que un polluelo recién salido del cascarón necesitaba, por lo menos, dos semanas para que le crecieran las alas antes de que pudiera volar. Pero investigaciones me han demostrado que el pato silvestre australiano encierra sus huevos bajo un metro de arena y, cuando está listo para salir, el polluelo no sólo tiene que romper el cascarón, sino que tiene que esforzarse por salir, sin ayuda, a través de ese metro de arena. Entonces es que aprende a caminar y volar. ¡Todo esto en el espacio de veinticuatro horas!

Comprendí que yo también tenía un peso sobre el cual tenía que sobreponerme: una carga de teorías humanas. Como el ave que tiene que romper el cascarón para encontrarse en su ambiente apropiado, así yo tenía que liberar mi pensamiento aprisionado de las limitaciones de la materia. Tenía que comprender cómo salir fuera del pensamiento material y ascender "hacia la consciencia espiritual del ser".

Pensé en Pedro, cuando estaba en la prisión, encadenado y bajo fuerte custodia, y cómo por medio de la presencia y del poder de Dios, esas cadenas se cayeron, y Pedro fue guiado hacia la libertad. (Ver Hechos 12:3–10.) Ciertamente que aquella misma presencia y poder de Dios no me dejarían encadenada a la materia.

Estas poderosas palabras de Ciencia y Salud (pág. 393) me vinieron al pensamiento: "Levantaos en la fuerza del Espíritu para resistir todo lo que sea desemejante al bien. Dios ha hecho al hombre capaz de eso, y nada puede invalidar la capacidad y el poder divinamente otorgados al hombre".

Estudié el Padre Nuestro, y también referencias de la Biblia y de Ciencia y Salud sobre la omnipresencia y el todo poder del cuidado de un Padre-Madre Dios. Y, finalmente, mientras leía en el Evangelio de Juan sobre cómo sanó Cristo Jesús al paralítico en el estanque de Betesda, sentí toda la fuerza del mandato de Jesús: "Levántate, toma tu lecho, y anda" (Juan 5:8). Me di cuenta de que yo, al igual que el paralítico, podía dar testimonio de la presencia y actividad del bien, y mostrar mi dominio como idea de Dios. Me sentí libre, confiada y llena de regocijo, al comprender que Dios es Vida.

Al poco tiempo, volví a salir sola, y comía lo que me gustaba; la pierna volvió a su estado normal, y con regocijo pude tomar parte en las actividades de la familia y de la iglesia, así como volver a jugar golf. Recientemente, también tuve la maravillosa experiencia de ir en una excursión al Oriente Medio, y visitar los lugares relacionados con los tiempos bíblicos; pude tomar parte en todas las extenuantes actividades de la excursión.

Estoy muy agradecida por el cuidado amoroso de mi esposo, su estímulo y fuerte apoyo espiritual a través de esta experiencia, y también por la comprensión y afecto de los numerosos amigos de mi iglesia. Sobre todo, estoy agradecida a nuestro Padre-Madre Dios por la Biblia y la luz de comprensión que arroja sobre ella el estudio de Ciencia Cristiana, luz que nos ayuda a demostrar el poder sanador del Cristo, la Verdad.


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