He comprobado que cuando confío en Dios y aplico las enseñanzas de la Ciencia Cristiana, mi vida cambia por completo. Cuando entré en la universidad empecé a aumentar de peso. Seguí aumentando poco a poco hasta que llegó un momento en que me sentí incómoda y desdichada con mi apariencia. Continué así durante muchos años, a pesar de que intenté resolver el problema siguiendo diferentes dietas y haciendo diferentes clases de ejercicios, al mismo tiempo que estudiaba la Ciencia Cristiana.
Un día, al analizar mi situación, se me ocurrió que como solamente la Ciencia Cristiana puede sanar la enfermedad, indudablemente también podía sanarme del exceso de peso. Me decidí a aplicar consecuente y firmemente las verdades espirituales que Cristo Jesús demostró y que se encuentran en Ciencia y Salud por la Sra. Eddy. Comencé a orar de todo corazón sobre este problema, y también empecé a leer Ciencia y Salud del principio al fin. Sabía que mucha gente se había sanado leyendo el libro.
Durante este período de estudio y oración me resolví a confiar sólo en Dios para sanarme. Para probar mi total confianza en Dios, y para estar segura de que no lo hacía a medias, dejé de practicar aerobismo y de tomar bebidas dietéticas. Empecé a comer normalmente, sabiendo que mis verdaderos deseos estaban regulados por Dios. Dejé de pesarme y de buscar belleza en el cuerpo. Razoné que la comida no tenía poder para esclavizarme, porque Dios gobierna al hombre; tampoco el ejercicio podía determinar mi forma, porque la forma y la belleza provienen del Alma.
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