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Algunas preguntas y respuestas sobre Ciencia Cristiana

Del número de enero de 1990 de El Heraldo de la Ciencia Cristiana


La necesidad de comprensión mutua es tan incontenible como la llegada de la primavera. Queremos saber más sobre nuestro prójimo que lo que se ve en la superficie, especialmente lo que está en su corazón e impulsa su vida. Es alentador ver que los diplomáticos y jefes de estado se mantienen en comunicación, pero a menudo sentimos que las conversaciones espontáneas entre vecinos “a través del cerco” son igualmente significativas, y a veces más eficaces, para ayudar a establecer el entendimiento mutuo, la luz y la estabilidad que son tan necesarios en el mundo actual.

En esta serie de artículos, compartimos algunas preguntas y respuestas en forma informal que han surgido recientemente “a través del cerco”, en conversaciones de persona a persona, en grupos para intercambiar ideas, y por medio de cartas enviadas a muchas personas que desean saber qué es la Ciencia Cristiana y qué es ser estudiante de esta Ciencia. Naturalmente, las respuestas que se dan aquí no se presentan como finales o definitivas. Tampoco son la única manera en que cualquier pregunta en particular se puede contestar. Pero si vienen del corazón, son el producto real de intercambios entre Científicos Cristianos y su prójimo.


Uno de los desafíos que representa asistir a la iglesia y comprometerse activamente con la religión es que no es necesariamente el paso más popular para seguir. Puede significar que no siempre se está rodeado de otras personas, ni se va en la misma dirección en que los demás parecen estar. El siguiente intercambio ocurrió durante una charla informal sobre Ciencia Cristiana auspiciada por una sinagoga judía.

Pregunta: Sé que algunas de sus iglesias son bastante pequeñas. ¿Sienten los miembros falta de interacción social por ser pocos?

Respuesta: Es difícil hablar por otros. Creo que hay quienes son tentados a sentirse un poco desalentados si pertenecen a una iglesia más pequeña. Pero esto representa un punto importante sobre el propósito de la vida de la iglesia. Para mí, la confraternidad siempre ha resultado de la profundidad de mi actividad sanadora y de amar a los demás, y no simplemente por la cantidad de personas.

Muchos de los profetas en la Biblia (como Elías y Jeremías) no tenían muchos amigos y ciertamente no tenían mucha “vida social”. Pero la clase de vida que vivieron y hasta el tiempo que pasaron en el desierto los hizo progresar en su conocimiento de Dios. Recuerdo mi primer trabajo para la iglesia en una pequeña comunidad del Estado de Maine, E.U.A., con un ideal similar. No tenía mucha interacción social con otros Científicos Cristianos. Eramos pocos. Pero fue una época de gran amor y unidad entre quienes asistíamos a nuestra iglesia local, como también un período de crecimiento para mí, especialmente en lo que respecta a lo cerca que me sentía de Dios.


Cuando explican su fe, los Científicos Cristianos a menudo se refieren a experiencias que han tenido. Una experiencia a la que probablemente se refieran, porque significa mucho para ellos, es la manera en que conocieron su religión y se integraron a ella. En una prominente escuela de teología se hizo esta pregunta y se obtuvo la respuesta que sigue.

Pregunta: Los Científicos Cristianos parecen tener más dinero que la mayoría de la gente. ¿Es verdad?

Respuesta: No sé. Conozco a muchos Científicos Cristianos que viven muy modestamente. En realidad, no tengo conocimiento de que haya ninguna estadística sobre los ingresos de los Científicos Cristianos. Pero puedo decir por experiencia que las enseñanzas de la Ciencia Cristiana ciertamente conducen nuestro pensamiento en una dirección muy distinta de la mera acumulación de riqueza.

La historia de cómo me hice Científico Cristiano ilustra este punto muy bien. Fui criado en la religión presbiteriana. Me afilié a la iglesia a edad temprana y participé activamente en el grupo juvenil. Mis padres hacían que mis hermanos y yo asistiéramos a la Escuela Dominical todas las semanas. Aprendí a amar la Biblia.

Después de diez años de casado, surgieron problemas relacionados con el negocio de la familia. Me había alejado de la iglesia, aunque mi esposa había sido Científica Cristiana toda su vida. Pedí a mis suegros que me regalaran una Biblia para Navidad. Empecé a leerla desde el comienzo del Génesis, pero pronto la encontré confusa. Entonces decidí leer el Nuevo Testamento. Leí hasta el capítulo octavo o noveno de Mateo, pero seguía volviendo al Sermón del Monte. La última mitad del capítulo seis retuvo mi atención, con sus claros mandatos para mantener el "ojo bueno", su advertencia de que no podemos servir a Dios y a las riquezas, que donde está nuestro tesoro, allí estará nuestro corazón y, finalmente, la orden de buscar primeramente el reino de Dios y Su justicia.

Estos mandatos me dieron una base totalmente nueva para enfocar mi trabajo, y junto a las curaciones en los capítulos octavo y noveno de Mateo, me hicieron desear leer Ciencia y Salud con Clave de las Escrituras por primera vez. De hecho, mi esposa no se enteró, hasta varias semanas después, de que había estado leyendo Ciencia y Salud. Pero ahora tenía mucho sentido para mí, mientras que antes no lo tenía. No se puede separar la Ciencia Cristiana de las Escrituras y especialmente del Sermón del Monte.


De todas las maneras en que la gente conoce la Ciencia Cristiana, probablemente la más frecuente es como resultado de recurrir a ella para curación. Esta experiencia se compartió con un grupo de estudio para adultos en una iglesia luterana.

Pregunta: ¿Cómo conoce la gente la Ciencia Cristiana?

Respuesta: Un modo de conocerla es siendo testigo de curaciones. Así fue que mi familia llegó a la Ciencia Cristiana. Mis padres habían consultado a varios médicos quienes coincidieron en que no había forma que yo pudiera nacer con vida, y que si mi mamá sobrevivía la experiencia, nunca volvería a caminar, porque todavía estaba sufriendo de los efectos de un grave accidente.

Cuando el gerente de redacción de mi padre se enteró de la situación, le dijo a mi padre sobre las curaciones que había presenciado como resultado de la oración. El gerente de redacción no era Científico Cristiano, pero su esposa era practicista de la Ciencia Cristiana. Le dijo que había visto pacientes que habían sido literalmente cargados a la oficina que su esposa tenía en su casa, y que habían sanado antes de salir.

Mis padres dijeron que estaban muy desesperados y que estaban dispuestos a intentar cualquier cosa. Tres días después, esta practicista trató el caso, y mi mamá sanó completamente. Nací muy vivo y hasta tengo dos hermanas menores. Y mi mamá vivió una vida larga y plena.


Una comprensión de la ley espiritual siempre ha sido muy importante para los Científicos Cristianos y su ministerio sanador. Y por eso pareció natural contestar la pregunta que aparece a continuación, formulada en una clase de la Escuela Dominical de una iglesia unitaria, con una breve introducción sobre lo que los Científicos Cristianos entienden de las leyes de Dios.

Pregunta: ¿Puede explicar cómo opera la curación en la Ciencia Cristiana?

Respuesta: Primeramente, los Científicos Cristianos no creen que Dios haya puesto en operación, y que ni siquiera sancione, un conjunto de crueles leyes materiales, que El, después, ocasionalmente permite que se quebranten para realizar favores especiales o milagros. En realidad, creemos exactamente lo opuesto: que las leyes de Dios son buenas, y cuando se las entiende y practica, anulan las así llamadas leyes materiales de enfermedad y sufrimiento.

Con toda seguridad las obras sanadoras de Cristo Jesús estaban en conformidad con las leyes de Dios, no eran excepciones a ellas. El dijo a sus discípulos (Juan 14:12): “El que en mí cree, las obras que yo hago, él las hará también”. Por eso los Científicos Cristianos se esfuerzan por entender las leyes de Dios mediante su estudio de la Biblia y la obediencia a las enseñanzas de Jesús. Trabajamos para basar nuestra vida más plenamente en esas leyes espirituales que la Ciencia Cristiana explica.

La curación viene como resultado de acercarse más a Dios y esforzarse por vivir en obediencia a El. Cuando la verdad del amor y la presencia de Dios cobra realidad para nosotros, encontramos que el mal y el dolor se desvanecen y hasta graves enfermedades físicas son sanadas.

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