La necesidad de comprensión mutua es tan incontenible como la llegada de la primavera. Queremos saber más sobre nuestro prójimo que lo que se ve en la superficie, especialmente lo que está en su corazón e impulsa su vida. Es alentador ver que los diplomáticos y jefes de estado se mantienen en comunicación, pero a menudo sentimos que las conversaciones espontáneas entre vecinos “a través del cerco” son igualmente significativas, y a veces más eficaces, para ayudar a establecer el entendimiento mutuo, la luz y la estabilidad que son tan necesarios en el mundo actual.
En esta serie de artículos, compartimos algunas preguntas y respuestas en forma informal que han surgido recientemente “a través del cerco”, en conversaciones de persona a persona, en grupos para intercambiar ideas, y por medio de cartas enviadas a muchas personas que desean saber qué es la Ciencia Cristiana y qué es ser estudiante de esta Ciencia. Naturalmente, las respuestas que se dan aquí no se presentan como finales o definitivas. Tampoco son la única manera en que cualquier pregunta en particular se puede contestar. Pero si vienen del corazón, son el producto real de intercambios entre Científicos Cristianos y su prójimo.
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