Cuando tenía cuatro años
Me dejaron montar a caballo,
Pero ellos sujetaban las riendas.
Me preguntaba por qué.
Aunque por dentro sentía que era grande,
Un padre más sabio me protegía del peligro.
Y sigue ocurriendo igual:
Dios sujeta las riendas
Y no me dejará ir por caminos
Antes del tiempo propicio.
Ahora, en vez de preguntar por qué,
Pacientemente me preparo para el ¡adelante!