Hasta su retiro reciente,
fue consejera de la Administración Contra el Abuso del Alcohol y la Droga, en Washington, D.C. Durante sus diecisiete años de experiencia en ese cargo, trabajó con gente que ha sido adicta a las drogas durante un período que comprende entre cinco y treinta años. En el momento de esta entrevista, además de sus otras tareas, ella dirigía un grupo voluntario y no sectario para el estudio de la Biblia, uno de los diversos programas ofrecidos en este centro de tratamiento contra el abuso de la droga. Pedimos a la Sra. Long que nos hablara de las lecciones que aprendió en ese programa. Si bien ella sería la primera en no hacer extensas alusiones respecto al éxito del grupo para el estudio de la Biblia, las experiencias que describe dejan algo muy en claro: las respuestas intemporales que se encuentran en la Biblia pueden restaurar la dignidad y el propósito a aquellas vidas que el abuso de la droga ha consumido casi por entero.¿Cómo surgió el grupo para el estudio de la Biblia?
Muchos de los hombres con quienes trabajo piensan que son adictos hasta la médula, sin ninguna esperanza. En una de nuestras sesiones decidí preguntarles qué pensaban acerca de Dios. Pregunté a uno por uno: “¿Cree usted en Dios?” Todos contestaron: “¡Sí!” Pero sus actos mostraban algo diferente. El dios que habían elegido era la droga. Era el factor dominante en sus vidas. Estaba tratando de mostrarles que aunque ellos decían una cosa estaban haciendo otra.
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