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Aprendamos que Dios es quien gobierna, no las drogas

Del número de agosto de 1990 de El Heraldo de la Ciencia Cristiana


Hasta su retiro reciente, fue consejera de la Administración Contra el Abuso del Alcohol y la Droga, en Washington, D.C. Durante sus diecisiete años de experiencia en ese cargo, trabajó con gente que ha sido adicta a las drogas durante un período que comprende entre cinco y treinta años. En el momento de esta entrevista, además de sus otras tareas, ella dirigía un grupo voluntario y no sectario para el estudio de la Biblia, uno de los diversos programas ofrecidos en este centro de tratamiento contra el abuso de la droga. Pedimos a la Sra. Long que nos hablara de las lecciones que aprendió en ese programa. Si bien ella sería la primera en no hacer extensas alusiones respecto al éxito del grupo para el estudio de la Biblia, las experiencias que describe dejan algo muy en claro: las respuestas intemporales que se encuentran en la Biblia pueden restaurar la dignidad y el propósito a aquellas vidas que el abuso de la droga ha consumido casi por entero.

¿Cómo surgió el grupo para el estudio de la Biblia?

Muchos de los hombres con quienes trabajo piensan que son adictos hasta la médula, sin ninguna esperanza. En una de nuestras sesiones decidí preguntarles qué pensaban acerca de Dios. Pregunté a uno por uno: “¿Cree usted en Dios?” Todos contestaron: “¡Sí!” Pero sus actos mostraban algo diferente. El dios que habían elegido era la droga. Era el factor dominante en sus vidas. Estaba tratando de mostrarles que aunque ellos decían una cosa estaban haciendo otra.

Uno de los concurrentes a las sesiones estaba tan entusiasmado que hasta volvía después que las sesiones habían terminado. Por último preguntó: “¿Podríamos tener un grupo sólo para cambiar ideas sobre Dios y la religión?” Vino tres veces a pedírmelo, y yo le respondí las tres veces que no. Al insistir una vez más, le dije: “Muy bien. Si usted encuentra otras dos personas que estén interesadas en asistir hablaré con el gerente de la clínica para ver si nos autoriza”. Encontró otras dos personas interesadas en que se hicieran las reuniones. Entonces fui a hablar con el gerente de la clínica y me dio la autorización.

En el proceso de dar comienzo a las reuniones, los tres estuvimos de acuerdo en delinear algunas pautas. Decidimos no colocar en la clínica ningún anuncio pidiendo a la gente que venga a la reunión. Pedimos a Dios que nos guíe. No forzamos a la gente para que concurra. Sin embargo, el grupo ha ido creciendo de tres a casi veinte personas. Y ha estado funcionando desde hace dos años.

¿Por qué cree usted que el grupo ha tenido esta acogida?

Pienso que tiene esta acogida porque está basado sobre el concepto de Dios como Amor, que El ama a todos y a cada uno. Está realmente basado en eso y en mi oración antes del comienzo de cada reunión. Porque me doy cuenta de que si trabajo con dedicación, el grupo funciona en armonía.

Cuando usted dice “si trabajo con dedicación”, ¿se refiere a que usted ora antes de reunirse con el grupo?

Sí. Yo no me presento con una agenda planificada. Todo surge de la oración. A veces los integrantes del grupo hacen preguntas difíciles y eso me obliga a orar arduamente mientras el grupo está reunido. Yo sé que El me instruirá y me ayudará. Y eso es lo que ha sucedido.

Por ejemplo, muchos de ellos han hecho cosas de las que no se sienten orgullosos; entonces estudiamos la historia de Moisés. Moisés mata a un hombre por defender a otro. Pero, cuarenta años más tarde, Dios utiliza a Moisés para hacer progresar a una nación en su forma de adorarlo, y para conducir al pueblo fuera de la esclavitud. Este hecho presentaba puntos en común con la experiencia de los integrantes del grupo, porque también en sus vidas había habido instancias en que habían pensado que estaban excluidos de la esfera de influencia de Dios debido a su conducta anterior.

Uno de los integrantes del grupo dijo que antes de comenzar a asistir a las reuniones del grupo — ha concurrido durante dos años sin faltar a una sola reunión — nunca había pensado que él era uno de los hijos de Dios. Y al darse cuenta de que su vida era preciosa porque Dios lo había creado, comprendió que la de los demás era preciosa también. Dejó de pensar: “Este hombre ha hecho tal o cual cosa, así que ‘matémoslo’ ”.

¿Cuáles son algunos de los otros temas que ustedes tratan?

Hablamos mucho sobre la familia. Y también hablamos de las posesiones, de robar; hablamos sobre el racismo. Hablamos de casi todo. Pero al hacerlo, lo encaramos desde una base bíblica. Hablamos de que el hombre debe obedecer los mandatos de Dios.

De eso se trata, de hacerles ver que Dios está a cargo de todo. La Biblia no es algo que se deja en el estante y se lee solamente los domingos o en Navidad, o cuando alguien se muere o alguien se casa. Es algo que se vive a diario. Les digo que si uno tropieza, hay que levantarse, volver al punto de partida e intentar de nuevo. Dios es Todo, y lo más importante es ponerlo a El primero y amar a nuestro prójimo como a nosotros mismos. Cuando hacemos esto, estamos cumpliendo con todo el mandamiento tal como lo indicó Cristo Jesús. Nuestra vida cambia y todo se resuelve de la mejor manera.

Me gusta que pongan sobre la mesa todo lo que está ocurriendo en sus vidas. Por ejemplo, un hombre que vino, estaba muy perturbado. Dijo que quería rociar a su amigo con gasolina y luego acercarle un fósforo para destruirlo. Entonces cada integrante del grupo ayudó a este hombre a ver que lo que quería hacer estaba mal. A la reunión siguiente, no sólo asistió el hombre, sino que trajo consigo al amigo a quien había querido destruir.

Uno de los participantes que todavía estaba luchando con la adicción dijo: “¿Sabe una cosa? Es la primera vez en mi vida que he estado en libertad por más de un año”. Había estado dentro y fuera de reformatorios desde muy joven. Dijo que la razón de haber estado en libertad todo un año se debía a su participación en el grupo que estudiaba la Biblia. Estaba esforzándose por poner en práctica las cosas de las que habíamos estado hablando.

Tuvimos otro hombre que vivía en los vagones del ferrocarril y robaba. Le pedimos que leyera la Biblia y que orara a Dios pidiendo ayuda. Encontró trabajo y un lugar donde vivir. Estaba un poco triste porque debido a su trabajo no podía seguir concurriendo al grupo. Pero yo le dije: “Aún tiene la Biblia en su bolsillo, así que puede usarla para solucionar muchas cosas”.

La gente llega al grupo y pregunta: “¿Pueden ustedes orar por mí?” Teníamos a un hombre en el grupo cuyo hijo nació con una lesión cerebral. El niño estuvo internado en un hospital por tanto tiempo que parecía que no iba a vivir; así que el padre nos pidió una y otra vez que orásemos por él.

En el grupo oramos en silencio y luego repetimos el Padre Nuestro. Una de las razones para hacerlo es que muchos de los que concurren al grupo pensaban que no eran dignos de orar, o no sabían cómo orar. Entonces les dije: “Vamos a orar en silencio. Simplemente piensen en ustedes y en Dios antes de repetir el Padre Nuestro”. El hecho es que el pequeño ahora se mueve y camina. Y el padre está feliz.

Pienso que la razón de que el grupo haya funcionado y aún esté funcionando es que está basado en Dios y en el hombre hecho a Su imagen.

Díganos algo más sobre cómo se prepara usted para cada reunión.

Estudio la Lección Bíblica que aparece en el Cuaderno Trimestral de la Ciencia Cristiana. Y luego, el poema escrito por la Sra. Eddy que empieza: “La colina di pastor cómo he de subir”.Escritos Misceláneos, pág. 397. Me apoyo mucho en él.

¿Tiene que luchar en algún momento con el desaliento?

Hemos estado aquí durante muchos años. He visto progresos y cambios en el pensamiento. Pero sólo he visto a dos personas descartar por completo la metadona y abandonar la clínica. Sigo orando y sabiendo que si ellos tienen fe, es como un grano de mostaza. Y uno trabaja con eso. Uno le pide a Dios que lo guíe.

¿Cómo hace usted para mantener un sentido de gozo con lo que está haciendo, un sentido de que lo que Ud. hace realmente es importante, que realmente produce resultados?

Pienso que lo único que me ayuda es conocer la irrealidad fundamental del mal. La Descubridora y Fundadora de la Ciencia CristianaChristian Science (crischan sáiens), Mary Baker Eddy, escribe acerca de lo que ella llama “el fin del error”: “Este mundo material ya está convirtiéndose ahora en la arena de fuerzas en conflicto. De un lado habrá discordia y consternación; del otro habrá Ciencia y paz. La desintegración de las creencias materiales tal vez parezca ser hambre y pestilencia, miseria y dolor, pecado, enfermedad y muerte, que asumen nuevas fases hasta que aparece su nada. Esas perturbaciones continuarán hasta el fin del error, cuando toda discordancia será absorbida por la Verdad espiritual”.Ciencia y Salud, pág. 96. La comprensión de esto es lo que me hace seguir adelante.

Hace poco, uno de los clientes de la clínica volvió para informarme que por casi seis meses había estado libre de las drogas que ofrecen en la calle. Cuando esto ocurre se siente algo muy lindo. Pero lograr que se liberen de la droga y que continúen libres de la drogas es difícil, porque parece que existen tantos factores primordiales que contribuyen a la adicción. Tan pronto como uno se libera de uno de estos factores, aparece otro.

Pero pienso que el factor más importante es que ellos no están realmente convencidos de que pueden actuar sin estar bajo la influencia de alguna sustancia química — heroína, coca, alcohol o cualquier otra cosa — que ellos piensan que necesitan una muleta para sentirse completos. Y este es el punto central en el grupo de la Biblia, ayudarlos a ver que ellos son completos porque Dios los ha creado así. El no los creó para que dependan de sustancias químicas.

Usted ha dado varios ejemplos de cambios en la conducta. ¿Es ésta una de las principales metas de lo que usted está haciendo?

La conducta ha cambiado. Pero lo más importante es conseguir que vean la unidad del hombre con Dios. Hacerles saber que Dios es el que gobierna y no las sustancias químicas que ellos consideran que gobiernan sus vidas. Tenemos que hablar mucho sobre el ambiente. Yo trato de lograr que vean que ellos crean su propio ambiente. Lo llevan con ellos en su pensamiento. A veces piensan: “Si pudiese mudarme a otro vecindario, estaría mejor”. Pero no se trata simplemente del vecindario, puesto que el ambiente lo crea uno desde adentro. Cuando ellos comienzan a comprender mejor su verdadera naturaleza, y de comprender mejor a Dios, sus vidas cambian. Esto promueve un cambio básico, de ser una persona dependiente de sustancias químicas a ser una persona que depende de Dios y Su idea. Y entonces crecen, la conducta cambia y todo cambia.

¿Siente usted que el lugar donde trabaja es peligroso?

Rara vez siento temor. Eso realmente se lo debo a la Ciencia Cristiana. Debido a la unicidad de Dios y al conocimiento de que no podemos estar separados de El en ningún momento. Eso me protege de sentir temor. A veces, muy de vez en cuando, algo asoma a la superficie: al caminar sola por la calle y oír que alguien viene detrás de mí. Pero entonces trato de apoyarme en alguna de las cosas que aprendemos en la Ciencia Cristiana — el conocimiento de que nada puede separarnos de Dios — y eso me protege de sentir temor. Esa es la única manera en que lo puedo explicar. Porque si yo no conociera la Ciencia Cristiana, sentiría temor.

A veces al entrevistar en mi oficina a alguien que ha estado fumando demasiado PCP (un tipo de droga que produce alucinaciones), probablemente sienta temor.

¿Qué hace usted cuando alguien que se encuentra bajo la influencia de drogas empieza a alucinar en su oficina?

Comienzo a orar. Realmente lo hago. Oro muchísimo.

¿Cómo llegó a interesarse en la Ciencia Cristiana?

Estaba pasando por un período de depresión; aparentemente no había nada en mi vida que anduviese bien. Recordé que mientras estaba en la universidad, nuestro profesor nos habló acerca de The Christian Science Monitor. Cada vez que tomaba otros periódicos parecía que las noticias eran todas sobre la muerte. Entonces me suscribí al Monitor. Y al leer el Monitor leía también los artículos religiosos. Y debajo de los artículos religiosos había un pequeño anuncio indicando cómo se podía obtener Ciencia y Salud con Clave de las Escrituras por la Sra. Eddy.

Entonces mandé a pedir un ejemplar en edición rústica de Ciencia y Salud. Y empecé a leerlo. Y era tan revolucionario que me dije: ¿Quién es esta mujer? Debe ser contemporánea. Miré la fecha en que había descubierto la Ciencia Cristiana, y exclamé: ¡1866! Las ideas eran muy contemporáneas. Continué leyendo, y cuando llegué a la parte donde se habla de confiar realmente en Dios para la curación, me dije: “Es una hermosa idea, pero no creo que funcione”. Pero continué leyendo el libro, y me di cuenta de que después de haberlo leído, ciertas cosas simplemente cambiaron. Dejé de fumar. Luego, dejé de tomar bebidas alcohólicas. Hasta que, por último, una vez cuando estuve enferma, decidí que iba a llamar a un practicista de la Ciencia Cristiana, pero terminé yendo otra vez al médico. Pero seguí leyendo y leyendo y leyendo. Cuando me enfermé otra vez, llamé a una practicista. Y sané.

Así que decidí que iba a ir a la iglesia. Llevé conmigo a mi hijo. A él le gustó de veras la iglesia y la Escuela Dominical, y empezó a pedirme que hablase con su maestra de la Escuela Dominical, y así lo hice. Ella era la única persona que yo conocía con quien podía hablar acerca de la Ciencia. Una cosa llevó a la otra, y yo continué hasta que realmente toda mi vida se transformó. Yo estaba realmente confiando en Dios.

Pearl, ¿por qué está usted haciendo lo que hace?

Pienso que básicamente es amor por la gente y el hecho de que si ellos simplemente despertaran y miraran a su alrededor, podrían ser libres. Yo sé que si ellos pudiesen comprender más a Dios y Su idea, el hombre — que el hombre es Su semejanza espiritual — podrían liberarse de la adicción. Podrían andar bien, igual que el resto de la gente. Podrían, simplemente, liberarse de eso, porque es una mentira. Esa es la única manera en que puedo verlo. Para mí es transparente como el cristal.

A ti, oh Jehová, levantaré mi alma.
Dios mío, en ti confío;
no sea yo avergonzado,
no se alegren de mí mis enemigos...
Encamíname en tu verdad, y enséñame,
porque tú eres el Dios de mi salvación;
en ti he esperado todo el día.

Salmo 25:1, 2, 5

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