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Hablemos acerca de la iglesia y la práctica

Del número de agosto de 1990 de El Heraldo de la Ciencia Cristiana


¿De manera que su iglesia no tiene un practicista de la Ciencia Cristiana? ¡No lo creo! Lo tiene a usted, ¿no es verdad? Oh, dice que no es practicista. Yo no me apresuraría aceptar esto tan rápidamente, ni tampoco usted debiera aceptarlo. Usted puede ser más practicista de lo que cree.

Escuche lo que la Sra. Eddy dice al respecto: “Yo recomiendo que cada miembro de esta Iglesia se esfuerce por demostrar con su práctica que la Ciencia Cristiana sana al enfermo rápida y completamente, probando así que esta Ciencia es todo lo que afirmamos que es”.Manual de La Iglesia Madre, Art. XXX, Sec. 7.

¡“Con su práctica”! Entonces, realmente todo aquel que estudia las enseñanzas de la Ciencia Cristiana como son reveladas en la Biblia y en los escritos de la Sra. Eddy, y las aplica, está practicando la Ciencia Cristiana. Por lo tanto, usted es “practicista” de la Ciencia Cristiana, o uno que la practica, e igualmente lo son otros miembros de su iglesia. En consecuencia, su iglesia tiene en realidad un practicista; ¡hasta un buen número de ellos!

¿Qué es lo que usted está preguntando? ¿Qué parte tiene usted en esto? Bueno, primero que nada, su confianza en la Ciencia Cristiana para responder a sus propias necesidades no es muy diferente que para ayudar a otros a resolver sus dificultades confiando en la Ciencia Cristiana. El Principio es el mismo. ¡Es Dios! Dios, el Principio divino, es la fuente de toda curación. Al reflejar y expresar este Principio divino que lo gobierna todo, vamos comprobando más y más que las necesidades humanas son abastecidas, y no sólo las nuestras.

¿No necesita acaso el mundo desesperadamente del bálsamo sanador de la Ciencia Cristiana? Cada uno de nosotros tiene una capacidad y oportunidad especiales para responder a las grandes necesidades de la humanidad sobre una base espiritual. Todos podemos trabajar metafísicamente — devotamente — ya sea en nuestros hogares, en el trabajo o en cualquier otra actividad diaria.

Cuando Cristo Jesús apareció a sus discípulos después de su resurrección, les dijo: “Recibiréis poder, cuando haya venido sobre vosotros el Espíritu Santo, y me seréis testigos”. Hechos 1:8. ¿No indica esto acaso que ser testigos del Cristo es más que una mera actividad ocasional? Significa ser testigos del poder sanador de Dios. Si oramos solamente cuando alguien nos pide tratamiento, no somos realmente practicistas de tiempo completo, ¿no es verdad? Pero si mantenemos la actitud espiritualmente alerta de realmente ser practicistas de la Ciencia Cristiana todo el tiempo, encontramos que nos llaman más y más para pedirnos ayuda.

Nuestro Maestro, Cristo Jesús, dijo: “Y yo, si fuere levantado de la tierra, a todos atraeré a mí mismo”. Juan 12:32. Sí, si elevamos nuestro pensamiento por sobre las cosas terrenales y entronizamos al Cristo, el espíritu de Dios, la Verdad, en la consciencia, otros serán atraídos al Cristo. Es Dios y Su Cristo lo que atrae y sana.

Hay mucha inspiración en comprender que nuestros esfuerzos están totalmente apoyados por Dios mediante Su Cristo y su amor sanador omnipresente. El hombre, como reflejo espiritual de Dios, el Amor divino, es la expresión activa del Amor y de su ilimitado cariño. Un amor desbordante es una poderosa fuerza sanadora en nuestras abnegadas oraciones por el mundo.

¿Por qué no trata de reconocer diariamente para usted mismo que usted ya es practicista de la Ciencia Cristiana? No se limite a sólo pensarlo, aunque éste es un paso inicial necesario. ¡Actúe de acuerdo con ello! Tal vez quiera destinar un lugarcito en su casa no sólo para estudiar, sino también para trabajar. Un lugarcito donde pueda orar no únicamente para usted mismo, sino también para el mundo, para su comunidad, para su vecindario. Entonces puede comenzar a considerar ese rinconcito en su casa como su oficina de practicista donde esté disponible para recibir llamadas telefónicas y visitas de personas que buscan su ayuda metafísica en la Ciencia Cristiana.

A veces los estudiantes de la Ciencia Cristiana piensan que tienen que ahorrar una gran cantidad de dinero antes de poder dedicarse totalmente a la práctica pública. A veces deciden esperar hasta que se jubilen de un negocio o de una carrera profesional. O hasta que los hijos hayan crecido. O lo que sea. La mente mortal puede presentar una serie de argumentos para posponer o evitar que demos ese paso. Y es esto realmente lo que es: un paso. Este paso no comprende desatender a la familia o a los amigos, o ser negligentes en nuestras obligaciones humanas y actividades edificantes. Sólo requiere subordinar estas cosas a nuestro deseo de servir mejor a Dios y al mundo, esforzándonos por hacer llegar a la hambrienta humanidad los consuelos del Cristo mediante la Ciencia Cristiana, y compartir con otros algunas de las bendiciones que esta Ciencia nos ha traído. Así fue como sucedió conmigo, según recuerdo mi propia experiencia de algunos años atrás.

Me encontré de pronto ante la necesidad de hacer frente a una trascendental decisión. ¿Iba a continuar con unas actividades comerciales promisorias utilizando sólo para mi propio beneficio las cosas que había estado aprendiendo en mi estudio de la Ciencia Cristiana? ¿O sería mejor para mí compartir con otros el bálsamo sanador de esta Ciencia que había sido tan significativa para mí? Mi respuesta resultó en mi decisión de dedicarme a la práctica pública de la Ciencia Cristiana.

¡Oh, pero no logré todo inmediatamente! Comencé dedicando medio día (las mañanas) al estudio, la oración y la práctica. Y yo fui mi primer paciente, y, por algún tiempo, mi único paciente. No, no tuve un diluvio de llamadas pidiéndome ayuda. Pero encontré que había muchas cosas por las que tenía que orar para mí mismo. Y, por supuesto, todavía lo hago. ¿No es así con todos nosotros? Y entonces me encontré orando cada vez más por el mundo que me rodeaba. Este mundo tenía una cantidad de problemas, y todavía los tiene. Tenía mucho trabajo que hacer. Y entonces poco a poco la gente comenzó a pedirme tratamiento en la Ciencia Cristiana.

Después de algunos meses encontré espacio en un edificio en el centro de la ciudad para abrir mi oficina, y allí comencé a dedicarme a la práctica a tiempo completo diariamente. Más adelante fui listado en el directorio de practicistas de The Christian Science Journal. Todas las cosas requieren un primer paso antes de que el segundo, el tercero o el cuarto puedan darse. Y siempre existe la necesidad y la oportunidad de continuar estudiando y orando.

Disfruto, muy especialmente, de la oración que nuestra Guía cita al final de su libro Retrospección e Introspección La Sra. Eddy dice: “Estoy persuadida de que únicamente por la modestia y distinguido afecto ejemplificados en la carrera de Jesús, pueden los Científicos Cristianos ayudar al establecimiento del reino de Cristo en la tierra. En el siglo primero de la era cristiana las enseñanzas de Jesús dieron mucho fruto, y el Padre fue así glorificado. En la época presente y en los siglos venideros, este ‘árbol de vida’, regado por el rocío de la Ciencia divina, florecerá para dar más libertad, y sus hojas serán ‘para la sanidad de las naciones’ ”. Y luego la Sra. Eddy cita un poema de A.E. Hamilton:

Pide de Dios destreza
en el arte de consolar:
que puedas consagrarte
y apartarte
a una vida de comprensión.
Pues grande es el peso del infortunio
en todo corazón;
y muy necesitados son
consoladores que posean
de Cristo el don.Ret., págs. 94–95.

La humanidad necesita ver y sentir la acción sanadora del Cristo, la actividad de la Verdad en la consciencia humana. Cualquier filial de la Iglesia de Cristo, Científico, se beneficia por medio de una mayor acción espiritual, o sea, por medio de practicistas cristianos activos y científicos que testifiquen de la influencia consoladora de la curación mediante el Cristo. Sabemos que nuestro movimiento creció debido a la curación. Curación es lo que el movimiento necesita para sostenerse a sí mismo y seguir creciendo. El trabajo de la curación cristianamente científica es el servicio más alto que cualquiera puede ofrecer a la humanidad. No es de sorprenderse que la Sra. Eddy estipulara que al fundarse una filial de la Iglesia de Cristo, Científico, se encontrara entre los miembros fundadores, por lo menos, un practicista de la Ciencia Cristiana listado en el Journal. La actividad de la curación no es menos importante ahora que cuando nuestra Guía estipuló ese requisito.

¿No es acaso importante que los actuales discípulos de Jesús progresen en la obra sanadora — la misión espiritual de la Iglesia de Cristo, Científico — tanto como sea posible, sanando el pecado, la enfermedad y otras discordancias del mundo? Un inspirador relato de cómo tres iglesias filiales, que ya no contaban con un practicista listado en el Journal, solucionaron la situación mediante las devotas oraciones de los miembros, puede encontrarse en el Journal de diciembre de 1984, páginas 766–769. La Verdad y su idea sanadora, el Cristo, está siempre presente y es omniactiva; está siempre disponible y es adecuada para hacer frente a cualquier necesidad para la cual se la invoque. Nada que requiera la acción y el poder sanadores de la Verdad puede jamás exceder el potencial de la Verdad para sanar y salvar. Sus ideas espirituales, que son un recurso infinito, exigen ser expresadas en la experiencia humana, porque el corazón humano de continuo anhela la influencia edificante y la curación espirituales que son el producto de Dios únicamente — de la Verdad, la Vida y el Amor divinos — y de Su Cristo.

Agradezcamos realmente a las iglesias que incluyen entre sus miembros practicistas activos de la Ciencia Cristiana. Su iglesia también puede tener uno, si es que ya no lo tiene. Recuerde, ¡está usted! ¿No desea escuchar y ver si, como ocurrió con Pablo, este trabajo maravilloso también le está diciendo a usted: “Pasa a Macedonia y ayúdanos”? Ver Hechos 16:9, 10. Al responder a este llamado del Cristo usted estará ayudando a su iglesia y a toda la humanidad.

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