“Iré contigo a la iglesia sólo por esta vez”, le dijo el esposo a su esposa. Era un miércoles por la tarde, y esta pareja de recién casados ya había tenido su primer gran desacuerdo. El esposo se sentía muy mal por lo que había sucedido y quería hacer las paces con su esposa, que era estudiante de Ciencia Cristiana. Cuando se casaron, él había puesto bien en claro que no necesitaba de Dios o de religión alguna en su vida. Pero decidió que ir a la iglesia una noche no le afectaría.
En la reunión de testimonios de ese miércoles, todavía no se habían terminado de leer las selecciones de la Biblia y del libro Ciencia y Salud, escrito por la Sra. Eddy, cuando este hombre se dio cuenta de que las enseñanzas de la Ciencia Cristiana eran lo que él precisamente había estado buscando toda su vida. Sintió con profunda convicción que ésta era la respuesta a sus problemas. Pero esto no fue todo lo que le pasó esa noche. Al terminar el servicio religioso quedó completa y permanentemente sanado de su dependencia en el alcohol.
Se había dado cuenta de que el conocer a Dios proporcionaba mayor satisfacción y era más confiable que la dependencia en el alcohol. Más tarde le confió a un amigo mío: “No he vuelto a tomar un trago desde la noche de ese miércoles, y eso fue hace más de treinta años. Simplemente ya no me preocupa nada que pretenda ser un poder aparte de Dios. He encontrado a Dios y eso es suficiente”.
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