Entra, la paz está aquí.
Olvida preocupaciones, fatigas, lágrimas.
Deja que esta luz sagrada
te traiga renovación,
salud, inspiración, regocijo
y siempre te fortalezca.
En un mundo oscuro, su pura luz brilla a lo lejos
para que todos los agobiados, enfermos de alma,
se acerquen y vuelvan a estar sanos.
Es la luz de Dios,
el Cristo,
es la estrella matutina.
Iniciar sesión para ver esta página
Para tener acceso total a los Heraldos, active una cuenta usando su suscripción impresa del Heraldo ¡o suscríbase hoy a JSH-Online!