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Liberémonos de la escasez

Del número de agosto de 1990 de El Heraldo de la Ciencia Cristiana


Nuevos informes de América del Sur, de Africa, y de otras partes del mundo, destacan el problema de la inflación. En algunos países los precios cambian dos veces al día. Otros países incluso experimentan “hiperinflación” con precios que aumentan más del ciento por ciento al mes. Tomar un medio de transporte público para ir a trabajar, alimentar a la familia, comprar vestimenta esencial, es algo más difícil de lo que la mayoría de la gente se imagina.

¿Qué puede hacer la gente común y corriente cuando las cosas están fuera de control? Cuando miramos a nuestro alrededor, vemos que la gente tiene la tendencia natural de orar. Lo que tal vez no hayamos percibido es el hecho de que nuestro deseo de orar es nuestra respuesta al impulso del Amor divino de que procuremos la ayuda siempre presente de Dios. Dios responde a la oración. Este es un importante mensaje que aparece a lo largo de la Biblia. Por ejemplo, en el libro de lsaías, la palabra de Dios declara: “Antes que clamen, responderé yo; mientras aún hablan, yo habré oído”. Isa. 65:24.

Hallamos prueba tranquilizadora de esto cuando consideramos las obras y enseñanzas de nuestro Maestro, Cristo Jesús. Jesús compartió esa prueba con todos: pescadores, mendigos, agricultores, soldados, comerciantes, hombres y mujeres de toda condición social.

Al salir de la ciudad de Jericó, oyó el llamado de un ciego, Bartimeo. Bartimeo llamó a gran voz a Jesús para que lo ayudara, y los que estaban cerca de él le dijeron que callase, pero la respuesta de Jesús fue inmediata. Tal vez el Maestro había reconocido una gran fe en el poder de Dios que podía responder al Cristo, la Verdad, y supo que Bartimeo podía ser sanado de su incapacidad física. Y precisamente fue eso lo que ocurrió. Bartimeo sanó de su ceguera y “seguía a Jesús en el camino”. Ver Marcos 10:46–52.

Cuando nos falta el dinero para pagar el alquiler o para comprar la comida de esta noche, tal vez nos sintamos tan incapacitados como Bartimeo, e igualmente incapaces de ver cómo salir de nuestras dificultades. Pero el eterno poder de Dios, que Jesús manifestó en su vida diaria como se ve en la curación de Bartimeo, puede traer curación también de dificultades financieras.

La fundadora de esta publicación periódica, Mary Baker Eddy, no era ajena a las privaciones económicas. Durante un período de su vida, antes de su descubrimiento de la Ciencia Cristiana, perdió todo lo que tenía. Lo que su esposo ganaba era insuficiente, embargaron su casa y vendieron sus bienes en subasta pública. Había estado muy mal de salud, y su hermana mayor la alojó a ella y a su esposo en una casa de huéspedes.

No obstante, la característica sobresaliente en la vida de la Sra. Eddy fue su fe en Dios. Tal como pasó con Job, sus tribulaciones e infortunios la hicieron luchar vigorosamente en su esfuerzo por comprender la voluntad y naturaleza divinas. Incluso durante esos períodos sombríos, su pensamiento aún recurría sinceramente a Dios.

Sus continuas tribulaciones no destruyeron su fe; sirvieron, más bien, para llevarla a los umbrales de un descubrimiento espiritual extraordinario. Sus infortunios debilitaron de tal manera su dependencia en la materia, y aumentaron de tal manera su dependencia en Dios como la única fuente de ayuda, que la luz del Amor divino fue capaz de derramarse en su vida con la revelación de la verdadera naturaleza de Dios y del hombre como Su amada idea.

Este descubrimiento de la Verdad divina le vino cuando estaba tan debilitada por un accidente que parecía que su cuerpo ya no podía sostener su vida. Y fue en ese momento, mientras leía la Biblia, que descubrió que el ser — toda vida — es de Dios y está sostenido por Dios, no por el cuerpo, ni siquiera por la materia misma. Vio, como nadie jamás ha visto, el Principio fundamental y divino que fundamenta la vida y obras de nuestro Maestro, Cristo Jesús. Vio que Dios es Vida y que el propósito de toda Su creación es dar testimonio de la Vida divina y manifestarla.

Las oraciones de toda su vida para comprender la voluntad y naturaleza divinas hallaron respuesta. Llamó a su descubrimiento “Ciencia Cristiana”. Esta enseñanza cristiana comparte con todo hombre, mujer y niño una comprensión de Dios que puede vencer toda penuria humana.

La Sra. Eddy compartió su descubrimiento en un libro que fue publicado unos diez años después de su curación inicial. El libro, llamado Ciencia y Salud con Clave de las Escrituras, está arraigado en las Escrituras, y revive las promesas espirituales del cristianismo que aparecen en el Nuevo Testamento. Muestra que la oración hoy en día todavía puede unir a hombres y mujeres con el gran amor y sabiduría de Dios, y así vemos lo que significa ser gobernados por la ley divina y no por una pobre salud financiera o física.

Hoy en día, puede parecer que la inflación está fuera de control, los precios por las nubes, y que los recursos disminuyen y desaparecen. Pero nada puede anular la ley divina que establece que el hombre está gobernado por Dios como Su reflejo, y Ciencia y Salud explora justamente este conocimiento de la aplicación práctica de esta ley, o Ciencia divina. Quienquiera que siga sus enseñanzas comprobará que responde a la necesidad humana.

La importancia de la fe y comprensión espirituales — como están ilustradas en las experiencias de Bartimeo y la Sra. Eddy — radica en el impulso y dirección espirituales que dan a la vida. La necesidad humana más grande no es simplemente los llamados beneficios del materialismo. La necesidad humana es la comprensión de que la vida está en Dios y procede de El. Cuando comprendemos esto, hallamos seguridad y salud; vemos que son el resultado de la bondad constante de Dios para con Su idea, el hombre. “En la Ciencia divina”, escribe la Sra. Eddy, “el hombre es sostenido por Dios, el Principio divino del ser”.Ciencia y Salud, pág. 530.

La gente se enfrenta, más de lo que nos imaginamos, con el argumento constante de que necesitan de la materia para vivir. Muchos son inducidos a soñar con el día en que tendrán más cosas materiales. La gente supone que es natural creer que necesitan de la materia en alguna forma, cantidad o condición para vivir. Entonces, se atemorizan cuando la materia no aparece en alguna forma, cantidad o condición, como esperaban.

Uno de los grandes regalos que Cristo Jesús dio a la humanidad fue la prueba del constante amor de Dios. Siempre y dondequiera que faltara la materia, dio pruebas del amor y cuidado constantes de Dios. Cuando la gente estaba hambrienta y cansada y sin alimento suficiente, la reanimaba y alimentaba. Cuando el cuerpo se rendía y no era capaz de llevar una vida normal, revelaba el poder sostenedor de Dios. Repetidas veces enseñó a la gente que la materia, de sí misma, no les dio su vida. Como resultado, empezaron a obtener la comprensión necesaria de la presencia y poder de Dios. Esta actividad divina, con sus resultados prácticos, continúa hoy en día.

Estas bendiciones no son meramente un beneficio futuro que la gente va a recibir en el más allá. Parte de lo que descubrió la Sra. Eddy fue que esta evidencia del Amor divino está disponible para todos en toda época.

Jesús inició su prédica declarando: “Arrepentíos, porque el reino de los cielos se ha acercado”. Mateo 4:17. No hemos sido arrojados del reino de Dios. La acción del Amor divino, la cual cuida de nosotros y de nuestra familia, no está lejos de nosotros. Está presente aquí y ahora. La Ciencia Cristiana nos capacita para saber esto y experimentarlo. La Ciencia nos da la habilidad para compartir esto con toda la humanidad.

La relación de Cristo Jesús con el Padre era inmediata. Despertó a la humanidad a un nuevo concepto de Dios como Padre: un Dios siempre presente, un Dios por siempre cercano, un Dios que manifiesta amor perpetuo por Su creación. La purificación y cristianización de nuestro pensamiento y vida hace que estemos cada vez más conscientes de Dios y Sus ideas. Estas ideas son nuestra provisión diaria de bondad divina, y a medida que nos afianzamos a ellas conscientemente, satisfacen nuestras necesidades diarias.

En medio del desorden económico podemos hallar la evidencia del orden divino. Podemos volvernos a Dios y estar atentos a Su dirección. Quizás las circunstancias griten: He perdido todo. No obstante, el Amor divino dice: “Apóyate en Mí”. Cuando obedecemos y buscamos a Dios sinceramente y escuchamos Su voz, día tras día vemos la prueba que necesitamos de Su bondad y cuidado.

Las dificultades económicas inducen a la gente a pensar en el dinero todo el tiempo. A pesar de que hacerlo parezca todo un desafío, la ayuda viene cuando la gente busca más allá de su necesidad de dinero y empieza a escuchar a Dios. Cuando aprendamos a reconocer la presencia y poder de Dios y estemos conscientes de El, hallaremos la evidencia que necesitamos de la operación de la ley divina del amor. Nosotros y nuestros hijos seremos alimentados. Encontraremos hogares, y éstos estarán a salvo y seguros. Como la Biblia promete: “El estará contigo, no te dejará, ni te desamparará”. Deut. 31:8.

La lección de la expiación de Cristo Jesús nos enseña que la lucha entre la carne y el Espíritu inevitablemente resulta en el triunfo del Espíritu, en la desaparición de todo lo que quisiera negar la omnipresencia y bondad de Dios. La Verdad que hallamos en la vida de Jesús es nuestra salvación de todo sufrimiento.

Dios es el bien infinito. El bien jamás se agota. Dios es la fuente de todo bien; y debido a que Dios es Amor infinito, El provee el bien a Su creación entera. El contemplar el amor de Dios circundando y alimentando a Su idea, el hombre, es hallar la respuesta sanadora de Dios para toda necesidad. La vida de Jesús nos da plena evidencia de esto.

Sencillamente no tenemos que esperar un proceso político o nuevas normas económicas para experimentar la bondad de Dios. Como Jesús enseñó: “El reino de los cielos se ha acercado”. Hoy en día podemos confiar en Dios, podemos aprender de El, y ver y sentir la evidencia de Su cuidado.

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