Nuevos informes de América del Sur, de Africa, y de otras partes del mundo, destacan el problema de la inflación. En algunos países los precios cambian dos veces al día. Otros países incluso experimentan “hiperinflación” con precios que aumentan más del ciento por ciento al mes. Tomar un medio de transporte público para ir a trabajar, alimentar a la familia, comprar vestimenta esencial, es algo más difícil de lo que la mayoría de la gente se imagina.
¿Qué puede hacer la gente común y corriente cuando las cosas están fuera de control? Cuando miramos a nuestro alrededor, vemos que la gente tiene la tendencia natural de orar. Lo que tal vez no hayamos percibido es el hecho de que nuestro deseo de orar es nuestra respuesta al impulso del Amor divino de que procuremos la ayuda siempre presente de Dios. Dios responde a la oración. Este es un importante mensaje que aparece a lo largo de la Biblia. Por ejemplo, en el libro de lsaías, la palabra de Dios declara: “Antes que clamen, responderé yo; mientras aún hablan, yo habré oído”. Isa. 65:24.
Hallamos prueba tranquilizadora de esto cuando consideramos las obras y enseñanzas de nuestro Maestro, Cristo Jesús. Jesús compartió esa prueba con todos: pescadores, mendigos, agricultores, soldados, comerciantes, hombres y mujeres de toda condición social.
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